Un estudio de la Universidad de Cambridge revela que la electricidad que se necesita para mantener en funcionamiento a la red de Bitcoin es superior a la que se consume hoy en la Argentina
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Juan, quien prefirió resguardar su identidad, tiene 30 años y, en una de las habitaciones de su casa, tiene máquinas trabajando las 24 horas. En ese espacio de tres por tres metros, donde la temperatura es notablemente más alta que en el resto del departamento, él aporta capacidad de cómputo para validar transacciones en la red de Ethereum. O para decirlo de manera más sencilla, Juan se dedica a minar criptomonedas. Por su granja de minado, que es muy pequeña, paga $9000 de luz todos los meses y eso le genera una ganancia de 0,1 Ether mensuales, que a precio de hoy serían algo así como $60.000.
El consumo de energía eléctrica que demanda la minería de criptomonedas es altísimo. Un estudio de la Universidad de Cambridge muestra que la electricidad que se necesita para mantener en funcionamiento la red de Bitcoin, que es la criptomoneda más popular, hoy es superior a la que se consume en la Argentina, Suiza o Polonia, a pesar de que un porcentaje ínfimo de la población mundial opera con estos activos digitales. Muchas organizaciones ambientalistas, como Greenpeace, manifestaron su preocupación porque, si la red se amplía y no se modifica el modo en el que opera, podría ser muy riesgoso para el ambiente.
Sin embargo, especialistas del mundo cripto aseguran que muchos grandes mineros ya utilizan energía renovable para funcionar. El Salvador, un país que hizo del Bitcoin una moneda de curso legal, ahora está invirtiendo en infraestructura para minar ese activo digital con energía geotérmica de los volcanes. Incluso, algunos se animan a decir que el minado de cripto hasta podría resolver grandes problemas medioambientales porque representa un gran incentivo para explotar fuentes de energía que hoy están desaprovechadas.
Un ejemplo de ello es Etienne Marcus, un argentino que junto a otros socios está desarrollando una startup llamada Methane Blocks. Ellos se proponen reducir la emisión de gas metano a la atmósfera generada por los rellenos sanitarios transformando el metano en energía para minar Bitcoins.
Pero, antes de seguir exponiendo argumentos, hay que intentar entender qué es la minería de criptomonedas. Para explicarlo, LA NACION contactó a Ignacio Carballo, líder de cripto y finanzas alternativas en Americas Market Intelligence y director del programa Ecosistema Fintech de la Universidad Católica Argentina. Él lo resume de la siguiente manera: “Los llamados mineros usan la potencia informática para procesar transacciones y obtener recompensas a cambio dentro de una cadena de blockchain, y en este caso la recompensa se da en criptomonedas. Esto requiere una inversión en energía computacional y a medida que más personas participan más energía consume toda la red”.
Y justamente la seguridad de la red donde operan las criptomonedas radica en que el sistema es totalmente descentralizado. Es decir, no hay un solo servidor que mantienen el sistema, sino que hay miles de mineros que conectan sus computadoras para que funcione esa red, y por ese “servicio” ganan criptomonedas.
“Es difícil saber si el uso de cripto será sustentable. Si consideramos que solo el 4% de la población está en cripto y la red consume más que un país entero, es factible pensar que si la red crece y todas las variables se mantienen como están no habrá energía para sostenerla, pero por otra parte tenemos el contrafáctico de cuánto consume el sistema financiero tradicional. Además, hay varias maneras de hacer sustentable el minado de criptomonedas”, advierte Carballo.
El minado de cripto en la Argentina
En Tierra del Fuego, que es considerado uno de los principales polos de minado de la Argentina por las condiciones climáticas que ofrece (el frío hace que las granjas no tengan que usar equipos de refrigeración), según denunció el diputado nacional Luciano Laspina, casi un cuarto del consumo eléctrico de la provincia proviene de las granjas de minado. El legislador cuestionó que esa actividad se lleve adelante con energía subsidiada por los argentinos.
En febrero de este año, para evitar lo que señaló Laspina, la secretaría de Energía dispuso que aquellos usuarios que estén consumiendo electricidad para minar tendrán un costo promedio de la energía de $5000 el megavatio-hora (MWh). Para las autoridades, por obvios motivos, es fácil identificar a las grandes granjas, pero a los pequeños mineros, reconocen desde Cammesa, la compañía encargada de los despachos de energía eléctrica, es muy difícil detectarlos.
En la industria no todos los mineros son iguales. Por un lado, está el ejemplo de Juan, que invirtió $6000 dólares en placas de video para minar Ether y utiliza la red eléctrica tradicional. Por el otro, están las grandes granjas mineras que requieren inversiones multimillonarias y consumen cantidades siderales de energía de diversas fuentes. En algunos casos, ese mix de energía que alimenta a la granja de minado tiene entre sus ingredientes energía renovable.
“Minar puede minar cualquiera, pero según la capacidad del equipo va a variar la cantidad que podés minar. Hay un gran porcentaje de mineros que son conocidos, luego hay otros que no los conoce nadie. Todos los grandes pooles de minería son identificables y esas empresas publican cómo hacen minería. Entonces puedo ir a comprar Bitcoins a un minero que use energía sustentable. Se prejuzga mucho a la minería, cuando esta actividad, al ser la energía su principal insumo, empuja a la innovación energética”, señala Rodolfo Andragnes, presidente de ONG Bitcoin, una asociación civil que promueve y difunde las oportunidades que brindan las tecnologías descentralizadas.
Entonces, por un lado, Juan representa al tipo de minero que no usa energía renovable y tampoco genera empleo. “Yo renuncié a mi laburo y me empecé a enfocar en la compra y venta de cripto, pero luego decidí invertir y empezar a minar. Con la renta mensual, que oscila según el valor del Ether, me pago una parte de mis gastos”, describe Juan.
Pero también existe el ejemplo de Marcus, que busca minar criptomonedas a partir del gas metano que generan los rellenos sanitarios. Su visión es que un mayor consumo de energía no implica algo negativo, sino que ese aumento de la demanda debería generar una incentivo mayor para producir energía a partir de fuentes renovables.
“Bitcoin es un catalizador para que se genera más y mejor energía. Nosotros estamos desarrollando un proyecto para resolver un problema ambiental a través de la minería. Queremos usar el gas metano y transformarlo en energía, cuando buena parte de los rellenos sanitarios directamente liberan el gas a la atmósfera o lo queman, pero no usan la energía que genera la quema del metano y simplemente lo desperdician. Eso pasa porque no hay ningún incentivo para invertir en captar esa energía, y la minería en definitiva es un incentivo para hacer esa inversión. Con Bitcoin se abre la puerta a instalar paneles solares o parques eólicos donde un Estado no los pondría. A su vez, la minera podría usar menos energía en los meses de alto consumo y volcar esa energía a la red en caso de ser necesario”, argumenta Marcus.
Él asegura que en la actualidad el 50% de la energía que utiliza la red de Bitcoin es renovable y que ese porcentaje irá creciendo progresivamente.
Si cada vez más granjas empezaran a funcionar con energía renovable, las criptomonedas podrían ser una opción mucho más sustentable que algunas reservas de valor tradicionales, como el oro, que para ser extraído también genera altos niveles de consumo de energía y contaminación. También podrían empezar a reemplazar el enorme consumo energético que demanda el sistema financiero tradicional. Pero, por el momento, el futuro de estos activos digitales está en suspenso por diversos motivos y, uno de ellos, es el ambiental.
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