¿Por qué los gatos “amasan” y los perros nos lamen?: la explicación científica a ciertas excentricidades de los animales
La propia evolución y ciertas conductas aprendidas en la interacción con los humanos son las causas de algunas conductas que, para nosotros, nos parecen extrañas
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WASHINGTON.-La perra Bella adora las cajas de envío de Amazon. Se abalanza directamente sobre ellas, pero ignora cualquier otro paquete. Little Bit, una gata recientemente fallecida, tenía una obsesión parecida, pero con las medias. Se ponía a revolver el cesto de la ropa sucia en medio de la noche, o la valija de algún invitado, que a la mañana siguiente se encontraba invariablemente con que le faltaba una de estas prendas.
Las mascotas hacen cosas raras, o al menos eso puede parecernos a los humanos. Pero los estudios científicos sobre el comportamiento animal revelan que para ellas, esos rasgos de conducta son la cosa más normal del mundo, que suelen ser una versión actual de sus raíces evolutivas, aunque también son reflejo de su vínculo con los humanos en el presente.
“No son actitudes espontáneas, surgidas en el momento”, dice Carlo Siracusa, profesor adjunto de Medicina del Comportamiento de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Pensilvania. “Representan una evolución de comportamientos que tenían sus ancestros y que fueron adaptados a sus nuevas vidas de animales domésticos que viven en compañía de los humanos.”
De todos modos, los perros pueden aprender de los humanos así como los niños aprenden de los adultos, o incluso mejor. “Si a un niño le enseñás cómo se hace algo, mostrándole los pasos que hay que seguir, el niño los copia, paso por paso”, dice Angie Johnson, directora del Centro Cognitivo y Laboratorio de Aprendizaje Social Canino del Boston College. “Pero cuando un perro descubre cómo se hace, empieza a saltear los pasos innecesarios. Los perros descubren el objetivo final mucho antes que los niños.”
Pero los viejos instintos siguen ahí. Los perros, por ejemplo, “se preparan la cama”: revuelven la manta o el almohadón donde duermen, y giran en círculo varias veces antes de echarse, un hábito que probablemente viene de un milenario instinto de armarse un lugar tibio y seguro para dormir. De ahí el proverbio, “dar más vueltas que perro antes de acostarse”.
“Pensemos cómo duermen los animales en la naturaleza”, dice Evan MacLean, director del Centro Cognitivo Canino de la Universidad de Arizona. “Antes de echarse, preparan el lugar.”
Otra cosa que suelen hacer es girar varias veces en círculo antes de hacer sus necesidades, un rasgo que algunas investigaciones atribuyen a un intento de los animales por alinearse con el campo magnético de la Tierra, más concretamente, con el eje norte-sur del planeta, una explicación que no convence a todos los científicos. “No queda claro lo que están haciendo en ese momento”, dice Sarah-Elizabeth Byosiere, directora del Centro de Pensamiento Canino de la Universidad de la Ciudad de Nueva York. “Es algo que tenemos que investigar más.”
A veces los perros remueven la tierra después de hacer sus necesidades, pero no entierran sus heces. “Lo que están haciendo es dejar marcado el lugar con su olor”, dice MacLean, lo que podría explicar su quisquillosidad a la hora de elegir donde dejar el regalito. “Eligen el mejor lugar del barrio y ahí dejan su aviso publicitario, para que lo vean y huelan todos. Y al remover la tierra dejan una marca visible que llama la atención. Es como hacer un cartel con un grueso marcador rojo.”
Los destinatarios de ese cartel son los demás perros, otra rareza heredada de sus ancestros los lobos, dice MacLean. “El marcado del territorio muy probablemente tenga esa función comunicacional, pero esos olores podrían contener mucha otra información codificada que, como somos humanos, no logramos entender del todo. En base a esas firmas olfativas, los animales tal vez puedan evaluar la capacidad reproductiva o el estado de salud de sus congéneres.”
Los gatos, por su parte, casi siempre entierran sus deposiciones. “Para ellos es al revés: están tratando de cubrir sus rastros”, dice Monique Udell, directora del Laboratorio de Interacción Humano-Animal de la Universidad Estatal de Oregón. Sería algo así como la versión felina de “mantener un perfil bajo”, dice Udell.
Comportamiento felino
Mikel Delgado, fundador de Feline Minds, un servicio de consultoría de comportamiento de gatos de Sacramento, California, dice que algunos de estos rasgos se derivan del origen salvaje de los gatos.
“Los gatos son animales crepusculares, o sea que están activos al amanecer y al anochecer, y son depredadores natos que están en el medio de la cadena alimenticia: son cazadores y son cazados”, señala. “Conservan ciertos comportamientos naturales, como rascarse, que no es posible modificarles con entrenamiento.”
Los expertos también aclaran que la reputación que tienen de los gatos de ser “socialmente distantes” es inmerecida. Tienen glándulas olfativas faciales, y cuando nos dan topetazos con la cabeza probablemente depositan secreciones para marcar a sus compañeros sociales, dice Kristyn Vitale, profesora adjunta de Salud y Comportamiento Animal del Unity College.
Y “amasar” es lo que los gatitos le hacen a sus madres cuando amamantan, para estimular la secreción de leche. Los gatos adultos a veces “amasan” a los humanos cuando se sienten relajados o intentan calmarse. (Un consejo: ¡recortarles periódicamente las uñas!)
“Es como cuando los bebés se chupan el dedo”, dice Udell.
Tu perro no te está besando: te está manipulando
Si bien los perros comparten muchos comportamientos que heredaron de los lobos, también han desarrollado algunos propios, por ejemplo, “poner ojos de cachorrito”, esa mirada inocente que los humanos somos incapaces de resistir.
“Quieren conectarse con nosotros”, dice Jeffrey Stevens, director del Laboratorio de Interacción Humana y Cognición Canina de la Universidad de Nebraska-Lincoln. “Los perros desarrollaron ciertos músculos alrededor de sus ojos para manipular a los humanos. Saben que si nos miran de esa manera logran modificar nuestro comportamiento.”
Al igual que los lobos, a los perros también les gusta lamer la cara. Los humanos pensamos que nuestra mascota nos está besando. Lamento decepcionarlos… “Es la forma en que los lobeznos obtienen comida de la boca de sus padres”, dice MacLean. “También puede ser una señal de sumisión. Cuando un individuo de menor rango se acerca a uno de mayor rango, se agacha mucho y lame al dominante para decir: ‘No soy una amenaza’”.
Hay algunos comportamientos que los investigadores no pueden explicar, como los “zoomies”, un término que suele usarse para describir el movimiento frenético y aparentemente aleatorio de un perro, probablemente sea una forma de descargar de energía. “Mi perra corre maniáticamente en círculos con la boca abierta, la lengua fuera, las orejas hacia atrás y la cola entre las piernas, y si me meto mientras lo hace, se pone todavía más hiperactiva”, dice Byosiere. “En ese momento, ella está eliminando algo de su sistema, y hasta que lo logra no puede concentrarse en otra cosa. Pero no sabemos más nada al respecto.”
Uno de los tres perros de Johnston “baila tap”, dice ella. “Cuando se emociona, da golpecitos con las patas delanteras, luego salta sobre sus cuatro patas y da vueltas en círculos en el aire”, cuenta. “Él hace esto cuando está emocionado o feliz. No sé de dónde viene”.
El olfato puede ser un gran motivador
En cuanto a Bella, la perra se las agarraba con las cajas de Amazon y no con las demás, la explicación parece ser su gran olfato para detectar el contenido: en el interior de esos paquetes venían barras proteicas. Cuando logró abrir la caja, se comió casi todas, salvo una par que metió detrás de los almohadones del sofá para alguna emergencia.
“Es muy quisquillosa al respecto”, dice Jeffrey Levi, profesor de Gestión y Políticas Sanitarias de la Escuela de Salud Pública del Instituto Milken de la Universidad George Washington, una de los humanos a cargo de Bella. “Jamás se come el papel del envoltorio.”
Aparentemente, la gran motivación de Little Bit, el gato adicto a las medias, era también el olfato.
“Muchos animales llevan medias y zapatos de acá para allá”, dice Udell. “Los humanos producimos olores en las plantas de los pies, así que para acercarse y conectarse con un humano, nada mejor que una media usada y con mucho olor.”
Quien parece estar de acuerdo es Cathy Miller, la compañera humana de Little Bit, que ahora les advertirte a todos sus invitados que cierren bien su valija durante la noche. “Menos mal que su fascinación no es por los calzoncillos”, dice la feliz propietaria de Little Bit.
Por Marlene Cimons
(Traducción de Jaime Arrambide)
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