Cuestionar los hechos establecidos es en realidad el corazón del método científico; muchas veces, nuevas formas de análisis refutan teorías anteriores
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¿Te acordás cuando Plutón era un planeta? Hasta hace muy poco, el estado planetario de Plutón era un hecho inmutable que los niños aprendían en la escuela. Y tenía su sitio en los modelos de papel maché del sistema solar.
Pero en agosto de 2006 se vio cruelmente degradado a “planeta enano” al no poder cumplir uno de los tres criterios que utiliza la Unión Astronómica Internacional para determinar que un cuerpo celeste es un planeta. Se nos enseña desde una edad temprana a pensar que aquello que nos explican son hechos probados, y descubrir que no es así puede ser inquietante.
¿Pero significa esto que no podemos confiar en la ciencia? Según la británica Royal Society, la academia científica independiente más antigua del mundo, la respuesta es “todo lo contrario”.
Cuestionamiento
Cuestionar los hechos establecidos es en realidad el corazón del método científico. Piensa en todo el proceso como un sistema gigante de controles y contrapesos basado en información en bruto extraída de experimentos u observaciones de la naturaleza.
Esos experimentos y observaciones conducen a la formulación de una hipótesis que luego pasa por un riguroso proceso de verificación por parte de otros científicos. Sin embargo, no siempre hay suficiente información para sacar las conclusiones correctas. Tomemos como ejemplo a Francis Bacon, quien notó que las costas de África occidental y el este de América del Sur parecían simétricas.
Y creció que la naturaleza se estaba copiando a sí misma. Lo que no podía saber a principios de la década de 1620 era que las dos costas son los dos lados de falla geológica en un antiguo supercontinente que se dividió hace 140 millones de años.
La hipótesis de Bacon siguió considerándose verdad durante siglos, hasta que surgieron nuevos descubrimientos sobre la ciencia de la tectónica de placas en la década de 1950 y proporcionaron una clara explicación para la observación de Bacon.
También está el hecho de que diferentes expertos que examinan los mismos datos sin procesar pueden sacar conclusiones diferentes. Piensa en el pobre Robert Plot, quien, en la década de 1670, encontró un hueso fosilizado que pensó que era el de un humano gigante.
Al menos no estaba presente cuando un geólogo y zoólogo demostraron que en realidad era un Megalosaurus, una especie de dinosaurio que vagaba por la Tierra en el Jurásico medio. A veces, el método científico consiste en realizar experimentos innovadores en el momento adecuado y en el lugar adecuado para probar teorías.
En 1919, una exitosa reunión de la Royal Society confirmó la teoría de la relatividad general de Einstein después de que un eclipse solar proporcionara las circunstancias perfectas para medir la curvatura de la luz de las estrellas. Esto mostró que la gravedad de un objeto enorme, como el Sol, podía desviar la luz a su alrededor.
Bajo la atenta mirada del retrato de Isaac Newton, la comunidad científica reemplazó la teoría anterior de este con la interpretación más nueva y más general de la gravedad de Einstein. Pero incluso con la evidencia a su favor, la teoría de Einstein todavía no puede considerarse un hecho. Incluso es posible que, en el futuro, nuevos avances superen lo que ahora conocemos de la relatividad general.
La incertidumbre en la ciencia no es suficiente si todas las perspectivas son iguales. A veces, la falta de diversidad en el sistema puede sesgar los resultados. Hasta la década de 1970, los primatólogos eran en su mayoría hombres y tendían a limitar sus estudios a los especímenes machos.
Creían que la agresividad observada en los babuinos significaba que la evolución humana había sido impulsada por un comportamiento similar. Eso fue hasta que la antropóloga Shirley Strum comenzó a observar babuinos machos y hembras, refutando estas teorías anteriores.
Los científicos no siempre lo hacen bien a la primera. Pero en lugar de infundir dudas, debería inspirar confianza en que las ideas obsoletas se reemplazan cuando se dispone de nueva información. Es la diferencia entre actualizar tu celular y aferrarte a tu viejo teléfono fijo porque no querés equivocarte.
Y en la mayoría de los casos, los avances más recientes no serían posibles sin el trabajo que les precedió. Si bien el teléfono fijo no es la mejor tecnología disponible en la actualidad, tu teléfono inteligente no existiría sin él. La incertidumbre es parte del proceso científico. Y es, de hecho, la razón fundamental por la que el progreso es posible.
En última instancia, se trata de en quién confiás más, en la persona que está segura de que tiene razón o en la persona que está dispuesta a que se demuestre que está equivocada.
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