Por qué los erizos de mar abren una esperanza contra el Covid largo
Es un estudio nacional que se hace en 48 pacientes con una sustancia de gran poder antiinflamatorio que tienen estos invertebrados; buscan atacar los síntomas persistentes que deja la enfermedad
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Quien alguna vez haya sido comparado con un erizo de mar por su personalidad tiene ahora su momento de redención. Es que todo parece indicar que bajo esa caparazón y esas espinas que pueden herir tan dolorosamente se esconde un auténtico tesoro: una sustancia de gran poder antiinflamatorio contenida en las huevas de estos invertebrados que se está probando en pacientes locales con Long Covid o Covid Largo.
Este puede ocurrir hasta en el 20% de las personas que tuvieron la enfermedad y es definido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como “un conjunto de 33 síntomas que generalmente se desarrollan dentro de los tres meses posteriores a una infección por Covid-19 que duran al menos dos meses y no pueden explicarse con un diagnóstico alternativo”. Dolores de distinto tipo, tos, fatiga, problemas de olfato, confusión y falta de concentración (“niebla” mental”) son algunos de esos síntomas persistentes.
Para realizar la investigación, 48 pacientes con Covid largo fueron divididos en dos grupos y durante 90 días, hasta el domingo próximo, un grupo tomará un placebo; el otro, recibirá un jarabe con un suplemento nutricional basado en huevas de erizo de mar cultivadas en las enormes bateas de EriSea, la primera empresa patagónica de base tecnológica del Conicet, en Puerto Madryn. Esta compañía, como otras de su tipo, aplica tecnología del Conicet y fue fundada por investigadores de esa institución, como la bióloga marina Tamara Rubilar, que coordina el protocolo de investigación en Covid largo.
El súper ibuprofeno
“Es el único estudio con huevas de erizo de mar en el mundo –explica Rubilar, que es investigadora independiente del Conicet y tiene 44 años–. Son el mejor antioxidante marino. Criamos erizos en una planta en tierra y con un permiso especial de la provincia extraemos reproductores del mar y a partir de ellos obtenemos los nuestros. Mientras se crían son larvas, como las mariposas. Viven en el fondo de nuestras bateas. Las cuidamos con temperatura, luminosidad y una alimentación específica, garantizando su bienestar. Entre los 18 y 24 meses inducimos que desoven, recogemos las huevas y a partir de eso hacemos el producto”.
“Estas huevas tienen una sustancia, la Echinochroma A, que es como un súper ibuprofeno, con un efecto antiinflamatorio similar al que podrían tener seis de ellos” ejemplifica Gabriela de Larrañaga, a cargo del Laboratorio de Hemostasia y Trombosis del Hospital Muñiz, donde a los pacientes del estudio se les realizaron extracciones de sangre.
Los 48 pacientes enrolados se atendieron en los hospitales Ramos Mejía y Santojanni. “Es un estudio a doble ciego, así que un grupo toma el suplemento nutricional y otro un placebo –explica Fernando Saldarini, jefe de Neumonología del Santojanni e investigador principal del proyecto–. Hay pacientes de 18 a 65 años, muchos de ellos con comorbilidades como diabetes e hipertensión, todos tuvieron Covid-19 y síntomas persistentes después.” El protocolo fue aprobado por los Comités de Ética de los hospitales que intervinieron.
Saldarini añade que los síntomas más frecuentemente reportados por las personas sumadas al estudio son fatiga, dolores musculares y articulares, cansancio, falta de aire, lagunas mentales y tos. “Con problemas de olfato no vinieron muchos, pero el olfato es algo que se va recuperando con ejercicios especiales –dice el médico, y cuenta que hasta fue incluido un paciente hindú que vive en nuestro país–. Los otros síntomas son persistentes, y no desaparecen. El doble ciego se abre a fines de octubre y recién ahí tendremos más precisiones. Informalmente, muchos dicen que se sienten mejor. Pero no sabemos si toman el suplemento dietario o placebo”.
“No conocemos los mecanismos que explican las secuelas del Covid-19 y nuestra intención es buscar marcadores de inflamación al alcance de cualquier laboratorio y que puedan predecir si estos pacientes están más expuestos a esas secuelas -explica De Larrañaga–. Y, por otro lado, buscamos comprobar si tomando este producto con acción antiinflamatoria estos marcadores descienden. Los pacientes vinieron a hacerse extracciones al hospital Muñiz cuatro veces. Buscamos también marcadores genéticos, que podrían ayudar a establecer los supuestos mecanismos de acción que explican estas secuelas”.
Además de análisis de sangre, a los pacientes enrolados se les realizó periódicamente una tomografía computada de tórax, espirometría, test de caminata de seis minutos, pruebas neurocognitivas y un seguimiento con counselors psicológicos para atender a su estado anímico. Toda la información que se registra, hasta el más mínimo dato, es incorporado en una plataforma digital que permite que los profesionales involucrados vean los datos al mismo tiempo.
Investigar y aplicar
La potencia del efecto antiinflamatorio de las huevas de erizo de mar, añade Rubilar, es un dato que se conoce desde hace más de 30 años. “Actualmente, en muchos países del mundo, hay una línea de investigaciones de suplementos dietarios para el Covid largo, que son los que más se están probando”, puntualiza la bióloga marina. En la mayoría de los países, incluido el nuestro, los suplementos dietarios (a veces llamados “nutracéuticos”) no son considerados medicamento, sino alimentos y los sistemas de salud no los cubren.
El protocolo que busca determinar el efecto de las huevas de erizo de mar en el Covid largo tiene financiación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación a través de una línea especial orientada a proyectos sobre secuelas del Covid-19 y reúne a una frondosa lista de actores: además de los equipos del Ramos Mejía, Santojanni y Muñiz, investigadores del Conicet y de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, desarrolladores del Sistema de Telemedicina Digital SkyMED, EriSea y los Consultores Psicológicos de Counselors en Red 2020, Counselors Solidarios, CollegiaCad y Pce-7. La financiación cubre buena parte de los gastos e insumos, pero ni los médicos ni los investigadores, por ejemplo, reciben compensación económica.
“Queríamos poner a prueba la tecnología que desarrollamos para criar erizos de mar y ver si servía fuera del laboratorio –dice Rubilar–. Acá, en Puerto Madryn, hay un grupo de inversores privados ligados a la pesca que tenían la locación al lado del mar y que tuvieron la intención de financiar nuestra tarea. Así nació esta empresa”.
Además del Zos EchAMarine, que es el producto que se prueba en pacientes con Covid largo, la compañía ya tiene en el mercado dos suplementos nutricionales también basados en huevas de erizo de mar, aunque el que se está evaluando con fines terapéuticos, aclara Rubilar, “es más purificado que los dos que ya están en venta. Los otros productos no pasaron por una prueba médica. Nosotros queremos saber si esta formulación que probamos puede ayudar en el Covid largo”.
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