¿Por qué las mujeres consumen más psicofármacos que los hombres?
Recientemente el Sedronar difundió un estudio a nivel nacional que confirma que nuestro país es uno de los países del mundo con mayor consumo de psicofármacos. El estudio reveló que alrededor de 3 millones de argentinos entre la edad de 12 y 65 años los han consumido con cierta regularidad o los consumen con regularidad. Las proporciones varían dependiendo de la edad, pero en términos generales estos datos presentados resultan ser ciertos y elocuentes en la edad consignada lo cual representa aproximadamente el 15% de la población. A esta situación debemos agregar otro dato de interés y que se desprende del título de esta columna, el consumo femenino es mayor que el consumo de los hombres.
En el rango de edad mencionada aproximadamente un 13% de los hombres revelan el consumo de psicofármacos mientras que el consumo de las mujeres alcanza casi el 18%. El consumo de ellas predomina en la edad que va entre los 20 a 50 años, que representa el ciclo vital donde la mujer percibe una mayor sobrecarga de acontecimientos vitales determinados por el estudio, el trabajo, la familia, los hijos y el resto de responsabilidades que hoy alcanzan en la mujer en nuestra sociedad. La presión que la mujer recibe en este particular período es la que le demanda alcanzar una adecuada performance para satisfacer las necesidades personales y sociales. Los fármacos que predominan son los ansiolíticos seguidos por los antidepresivos. Los medicamentos ansiolíticos tienen funciones que van desde la sedación suave hasta el efecto hipnótico, dependiendo del tipo de fármaco y la dosis. Asimismo, los ansiolíticos tienen efectos anticonvulsivantes y de relajación muscular o miorrelajantes. Todo ello depende del tipo de molécula y la dosis utilizada. El otro tipo de medicamentos también muy utilizado es, como ya hemos dicho, los antidepresivos. En términos generales la experiencia personal permite afirmar que los ansiolíticos están incorrectamente utilizados y por sobre todo por un período que excede largamente el que la mayoría de los médicos indicaría para un paciente en particular.
La pregunta es a esta altura de la columna: ¿cuál es el motivo por el cual las mujeres toman más psicofármacos, particularmente ansiolíticos? Efectivamente la patología relacionada con los trastornos de ansiedad, esto es, el síndrome de ansiedad generalizada, las fobias, los ataques de pánico, la fobia social, la fobia al vuelo, y otros trastornos de ansiedad son en términos generales el doble de frecuente en las mujeres que en los hombres. Solamente encontramos que el síndrome bipolar se presenta en igual proporción entre hombres y mujeres.
La explicación desde la psicobiología evolutiva para este fenómeno sería la siguiente: resulta que, en nuestro pasado más ancestral, es decir cuando éramos hombres prehistóricos, las mujeres se encargaban de cuidar el grupo familiar mientras los machos ancestrales se dedicaban a actividades relacionadas con la caza, en términos de procurar alimento para el grupo social de pertenencia. Obviamente la actividad de caza era una actividad de riesgo y no pocas veces resultaba ser mortal. Esto no indica en lo absoluto que la actividad de la hembra ancestral por el cuidado de la cría hubiera estado exenta de peligros. Muy por el contrario, las madres de entonces tenían un nivel de alerta mental y un nivel de estrés constantemente elevado como consecuencia del cuidado que debían procurar a sus crías y al resto del grupo social al cual pertenecía. Debían defenderse de los predadores que resultaban ser una amenaza constante. Pues bien, la condición psicológica de alarma y el estrés determinó que el circuito neurológico del miedo en la mujer hubiera quedado en un estado de hiperactividad que explicaría, en términos potenciales, que esa híper activación prehistórica haya determinado como consecuencia evolutiva que las mujeres se encuentren condicionadas a los cuadros de ansiedad. Esto es así porque los síndromes de ansiedad utilizan los mismos circuitos neurológicos que millones de años atrás utilizaban las hembras prehistóricas para mantenerse en estado de alerta y estrés permanente. Según esta explicación evolutiva, la mujer actual hereda ese estado de pre activación de ansiedad lo que la hace susceptible a padecer trastornos de ansiedad con casi el doble de frecuencia que en el hombre.
Más allá, de las explicaciones que la neurociencia nos puede aportar actualmente respecto a los orígenes de la ansiedad tanto en el hombre como la mujer, debe señalarse que la solución del problema no se encuentra en la utilización de psicofármacos excepto en aquellos casos, y por el tiempo, que un médico tratante determine. Los psicofármacos no constituyen medicación inocua. Tienen sin duda efectos adversos tales como la disminución de capacidad y concentración, la disminución de la capacidad de atención, las alteraciones en la memoria, la predisposición a los accidentes, y también claro está el riesgo de un cuadro de adicción. Es por ello que no pueden ser utilizados sin control médico adecuado. Para decirlo en forma general, podríamos afirmar que la mayoría de los cuadros de “nervios”, no requieren medicación farmacológica o si la requieren es en dosis muy bajas y por corto tiempo mientras se instauran soluciones definitivas.
Lo propio sucede con los antidepresivos, que habitualmente se utilizan para cuadros que no constituyen verdaderos diagnósticos de depresión. Muchas personas consumen antidepresivos por condiciones emocionales de tristeza o melancolía que requieren otro tipo de abordaje. Y dicho sea de paso, es bueno destacar que las emociones no se meditan, se procesan.
La experiencia de consultorio nos indica que la solución de los cuadros de ansiedad sólo puede ser controlada por un adecuado diagnóstico médico, indicación médica precisa, seguimiento médico, y en última instancia la disminución progresiva y suspensión de psicofármacos. Un porcentual relativamente bajo requerían tratamiento sostenido en el tiempo, pero esto debe ser acordado en un adecuado marco de relación médico paciente.
La vida moderna nos hace percibir muchas veces una sensación de falta de bienestar y o felicidad, y en consecuencia muchas veces esa felicidad se busca a través de soluciones fáciles tal como utilizar indiscriminadamente psicofármacos. Claramente este no es el camino, peor aún, termina complicando la situación. Si usted o alguien que usted conoce consume psicofármacos en forma regular no estaría de más revisar la situación con su médico de cabecera.
Si lo que usted busca es felicidad, debe saber que el medicamento necesario no se vende en farmacias.