Por qué la falta de cuidado de dientes y encías puede afectar el cerebro
Cada vez hay más evidencia científica de que lo que ocurre en nuestra boca puede influir en el resto del cuerpo
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WASHINGTON.– La falta de higiene bucal está asociada con un incremento del riesgo de infinidad de problemas de salud, como las cardiopatías, la diabetes, el cáncer, la artritis reumatoide y la muerte temprana. Pero el estado de nuestros dientes y encías podría ser crucial no solo para la salud de nuestro cuerpo y nuestra boca, sino para nuestro bienestar mental.
Cada vez hay más evidencia científica de que lo que ocurre en nuestra boca puede afectar lo que ocurre en nuestro cerebro, y hasta puede influir en nuestro riesgo de desarrollar demencia.
“Hay que concientizar a la gente sobre la importancia de la salud bucal”, dice Anita Visser, profesora de odontología geriátrica de la Universidad de Groningen, en los Paises Bajos.
Las enfermedades periodontales —inflamación crónica de las encías y huesos que sostienen los dientes— afectan a alrededor del 19% de las personas mayores de 15 años y a más de 1000 millones de personas en todo el mundo, según el informe de 2022 del a Organización Mundial de la Salud. Hacen falta más investigaciones, pero los recientes estudios observacionales sugieren que la salud bucal puede ser un factor modificable del riesgo de desarrollar Alzheimer, la forma más común de demencia.
Los científicos siguen trabajando para desentrañar las relaciones entre la salud bucal y mental, pero ya han identificado dos potenciales culpables que podrían explicar por qué la inflamación de las encías puede conducir a la enfermedad de Alzheimer: las bacterias y la inflamación.
La conexión entre salud bucal y salud mental
Uno de los primeros estudios que documentó el vínculo entre la inflamación de las encías, la pérdida de piezas dentales, y el Alzheimer analizó a una camada de monjas ancianas que a su vez formaban parte de un estudio más amplio sobre el envejecimiento. Los investigadores monitorearon a 144 monjas y descubrieron que el riesgo de demencia en personas que habían perdido muchos dientes era 6,4 veces más alto que en personas que habían perdido menos piezas dentales.
Otro estudio longitudinal más reciente también reveló la relación entre el deterioro cognitivo y la pérdida de piezas dentales. Un pequeño estudio de 2016 sobre 60 pacientes con demencia leve a moderada reveló que la periodontitis —la inflamación de las encías— multiplica por seis el deterioro cognitivo.
En 2017, otro estudio sobre casi 28.000 taiwaneses que informaron tener periodontitis crónica durante más de 10 años reveló que esas personas tenían un aumento de 1,7 veces del riesgo de desarrollar Alzheimer. Y el metaanálisis de 47 estudios longitudinales que se realizó en 2022 arrojó que la pérdida de piezas dentales y una mala higiene bucal está asociado tanto con la demencia como con el deterioro cognitivo.
De esas investigaciones empieza a emerger un cuadro que vincula la mala higiene bucal con la demencia, pero también hay toda una serie de factores concomitantes que impiden que los investigadores pueden extraer un definición concluyente sobre la relación de causalidad.
Para empezar, la elevada tasa de problemas dentales entre quienes sufren demencia puede ser un síntoma, y no la causa, del deterioro cognitivo. A las personas con demencia les cuesta mantener el cuidado de su boca y tienen mayor riesgo de desarrollar periodontitis, o sea que la relación entre salud mental y bucal puede ser bidireccional.
Además, otros conocidos factores de riesgo de demencia, como el tabaquismo o los bajos niveles educativos, también están asociados con una peor salud bucal. La pérdida de piezas dentales tiene efectos secundarios que pueden afectar la nutrición y la salud en general, y por lo tanto también la cognición, señala Mario Dioguardi, investigador en ciencias dentales de la Universidad de Foggia.
“Es un tema realmente complicado”, apunta Visser, de los Países Bajos, quien recientemente escribió una reseña sobre la relación entre salud bucal y el mal de Alzheimer. “Por eso no podemos asegurar que alguien que sufre periodontitis desarrollará la enfermedad de Alzheimer. Pero ahora sí sabemos que quienes tienen periodontitis grave tienen mayores probabilidades de desarrollar Alzheimer”.
Las bacterias bucales pueden infectar el cerebro
Las investigaciones han descubierto que las bacterias que residen normalmente en la boca también pueden infectar el cerebro y eventualmente contribuir a la neurodegeneración propia del Alzheimer.
Un estudio de 2019 publicado en la revista científica Science Advances informó que en las autopsias cerebrales de pacientes con Alzheimer se había detectado la presencia de ADN de la bacteria P. gingivalis, un patógeno clave en la inflamación crónica de las encías. También se detectó ADN bacteriano en el líquido cefalorraquídeo de personas que vivían con un probable diagnóstico de enfermedad de Alzheimer.
También se encontraron enzimas tóxicas de la bacteria P. gingivalis en el cerebro de los pacientes con Alzheimer y se correlacionaron con cantidades patológicas de la “proteína tau”, sello distintivo de la enfermedad.
Infectar con esa bacteria la boca de ratones de laboratorio desencadenó la presencia de ADN de P. gingivalis en sus cerebros, así como la acumulación de residuos celulares de amiloide β, otro sello distintivo del Alzheimer.
Los investigadores pudieron inhibir las enzimas bacterianas en ratones infectados con P. gingivalis, y eso redujo la producción de β-amiloide y la neuroinflamación. Sin embargo, un reciente ensayo clínico dirigido a esas enzimas bacterianas fracasó y la Administración de Alimentos y Medicamentos de estados Unidos dejó en suspenso las investigaciones futuras.
“Los mecanismos por los cuales las bacterias periodontales acceden al sistema nervioso central siguen siendo desconocidos”, pero podrían llegar al cerebro a través de la circulación en la sangre o a lo largo de los nervios periféricos, dice Dioguardi, coautor de una reciente reseña sobre el papel de la enfermedad de las encías y las bacterias orales en el desarrollo del Alzheimer.
La inflamación de la boca puede afectar el cerebro
Si no nos cepillamos los dientes durante varios días, cada diente desarrolla una fina biopelícula llamada “placa”, que está repleta de bacterias productoras de ácido.
“Al cuerpo no le gustan nada estas bacterias que se alojan en el borde de los dientes y en el borde de la encía”, apunta Visser.
La acumulación de placa causa inflamación en las encías, como parte de la respuesta de nuestro sistema inmunológico para combatir la infección. La gingivitis, la forma más leve de enfermedad periodontal, sigue siendo reversible: cepillarnos la boca y eliminar la acumulación de placa permite que las encías sanen.
Si la gingivitis no se agarra a tiempo, sin embargo, la enfermedad se agrava y conduce a la periodontitis.
“Todo el cuerpo lucha contra esa bacteria”, apunta Visser. “El sistema inmunológico está realmente excitado y en estado de alerta, y apunta todos los cañones contra esas bacterias.”
Esa inflamación crónica se convierte en un círculo vicioso: cuanto mayor es la hinchazón de las encías, más aumenta el espacio entre los dientes y las encías, y eso permite la entrada de más bacterias, que pueden provocar inflamación no sólo de las encías, sino también en el hueso del maxilar. Si la inflamación no disminuye, el cuerpo rechazará el diente, provocando que se afloje y eventualmente se pierda.
Esta inflamación crónica puede extenderse de la boca al resto del cuerpo. La enfermedad de las encías está vinculada con un aumento de moléculas proinflamatorias en la sangre, señala Dioguardi.
La inflamación crónica en el cuerpo puede, a su vez, provocar una neuroinflamación crónica en el cerebro, que induce la neurodegeneración y desempeña un papel clave en el Alzheimer.
Demencia y salud bucal
Visser está llevando a cabo un estudio longitudinal que recopila datos de salud bucal —radiografías de dientes y muestras de bacterias— de varios cientos de pacientes con deterioro cognitivo, para recabar más información sobre la relación entre la salud bucal y riesgo de deterioro cognitivo.
“Ya nos hemos topado con algunos casos de problemas de salud bucal realmente graves que los médicos pasan por alto”, señala el especialista.
El desafío de desentrañar las relaciones entre nuestro estilo de vida, nuestros dientes y nuestro cerebro sigue presente. “Hay muchos factores concomitantes que hacen difícil llegar a una respuesta concluyente, desde el estilo de vida, el tabaquismo, la dieta, o el nivel educativo de cada persona”, apunta Visser. “Por eso este tipo de investigación es tan complicada.”
Hasta que sepamos más, los investigadores recalcan que la higiene bucal sigue siendo una de las formas más simples e importantes de cuidarse la salud en general.
“Concientizar a la gente sobre el mayor riesgo de Alzheimer asociado con la pérdida de dientes y la periodontitis puede hacer que le presten más atención a la salud de su boca”, señala Dioguardi.
Para una mejor salud bocal, y posiblemente también mental, hay que seguir cepillándose los dientes.
Por Richard Sima
(Traducción de Jaime Arrambide)
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