“¿Podemos probar con Ozempic?” Por qué la droga de Hollywood para bajar de peso es tendencia en los consultorios locales
El medicamento que causa furor a nivel mundial todavía no está autorizado en la Argentina para tratar la obesidad, pero podría aprobarse antes de fin de año
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Dicen que es la droga del futuro: una medicación diseñada para el tratamiento de la diabetes que logra resultados que asombran en pacientes que hace años luchan contra la obesidad. La semaglutida, más conocida como Ozempic, que es su nombre comercial, se volvió furor en Hollywood, tanto que durante la última ceremonia de los Oscars, el chiste era cuál de las estrellas que pasaban por la alfombra roja habían logrado esa figura gracias al Ozempic. El excéntrico Elon Musk dijo utilizarlo, y Lady Gaga y Kim Kardashian también. Tanto fue el revuelo, que en las siguientes semanas el medicamento se agotó en farmacias y hubo faltantes a nivel mundial.
Incluso ocurrió en la Argentina, a pesar de que aquí, este medicamento que produce el laboratorio Novo Nordisk solo está autorizado por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología médica (Anmat) para su uso como parte del tratamiento de la diabetes tipo 2. En Estados Unidos, en algunos países de Europa y en Brasil, ya se emplea para el tratamiento de la obesidad e incluso para el sobrepeso.
Es por eso que por estos días los médicos nutricionistas, los endocrinólogos y los clínicos tienen que responder una y otra vez la misma consulta de sus pacientes, que les preguntan por la droga mágica de Hollywood. Incluso, más de uno, según confirmaron distintos especialistas a LA NACION, llegan con la caja del medicamento, adquirida sin prescripción médica en algún canal alternativo, porque ya lo están utilizando por su cuenta o porque quieren iniciar el tratamiento. Antes de que se lo mencionen, ellos ya saben qué es lo que les van a pedir. “¿Podemos probar con Ozempic?” La respuesta es que no, que en Argentina todavía no se puede.
“La situación se volvió más frecuente de lo que uno quisiera. Cuando se empieza a consultar cómo se adquirió la droga, algunos explican que se consiguió en el exterior, y en otros casos, la explicación es más difusa. Lo cierto es que hoy no podemos usarla para el descenso de peso, aunque hay que reconocer que es una droga muy noble, que está teniendo muy buenos resultados y que en otros países se emplea para el tratamiento de la obesidad, e incluso el sobrepeso”, apunta el médico clínico Ramiro Heredia, del Hospital de Clínicas y editor del portal Infomed.
“La pregunta es tendencia en la consulta médica, sobre todo por la exposición que tuvo mediáticamente la droga y sus resultados. Pero tenemos que explicar que no existen fórmulas mágicas. Que es una droga que, una vez que esté aprobada en el país, puede utilizarse si se acompaña de un cambio de estilo de vida: alimentación adecuada, ejercicio físico y dentro de un tratamiento médico, con los controles correspondientes. No es una droga que pueda emplearse de forma autónoma. Si bien tiene contraindicaciones que deberán ser monitoreadas por el médico, el mayor riesgo es desaprovechar la potencialidad que un tratamiento como este puede tener, que ha demostrado una excelente efectividad”, explica la doctora Mónica Katz, especialista en nutrición y ex presidenta de la Sociedad Argentina de Nutrición.
Desde ANMAT reiteran, ante la consulta de LA NACION, que esta droga no está aprobada en el país para su uso en el tratamiento de la obesidad ni del sobrepeso. Y remiten a un documento que la clasifica como para el tratamiento de la diabetes tipo 2. Por eso, solo está disponible la dosis de 1,34 miligramos, y no la de 2,4 miligramos, que comercialmente se conoce con el nombre de Wegovy, del mismo laboratorio, y que se usa específicamente para tratar el sobrepeso.
Hay otra droga que ya está disponible en otros países, y que la produce el laboratorio Ely Lilly, llamada Mounjaro, cuyo principio activo es la tirzepatida, que lograría aún mayores resultados, aunque todavía solo está autorizada para el uso en pacientes diabéticos. Ante la consulta sobre si está en trámite la autorización de este medicamento en el país, desde el organismo dijeron que no podían dar esa información. Lo mismo se informó cuando se consultó al laboratorio Novo Nordisk. Sin embargo, entre los especialistas consultados se creía que no faltaba mucho, tal vez para fin de año, para que el Ozempic para tratar obesidad esté disponible en la Argentina.
Es un tratamiento costoso: de entre 50.000 y 91.000 pesos mensuales. Para los pacientes diabéticos, se logra una cobertura por obra social o prepaga de hasta el 90%. Viene en lapiceras con cápsulas inyectables. Hay dos variantes: la liraglutida, la de menor concentración, que se debe aplicar todos los días porque su efecto dura unas 13 horas. En cambio, la semaglutida, se aplica una vez por semana.
Pacientes con diabetes
Desde 2017, cuando se lanzó al mercado, muchos diabetólogos y endocrinólogos comenzaron a emplearlo con sus pacientes con diabetes tipo 2. Los resultados, explica Analía Yamaguchi médica clínica especialista en Nutrición Hospital Italiano, son asombrosos. “La empleamos en pacientes con diabetes y se observan mejoras en muchas áreas. No solo en el descenso de peso, también baja los riesgos de eventos cardiovasculares, ACV, mejora la hipertensión, disminuye las apneas nocturnas, entre otras cuestiones. Es decir que logra mejorar la calidad de vida del paciente”, apunta.
“El problema es que muchos pacientes, que no tienen diabetes, quieren usarlo para bajar de peso sin cambiar su estilo de vida, en cuanto a alimentación y ejercicio. No existen las fórmulas mágicas. Es cierto que, cuando se probó este medicamento, se observó que los pacientes diabéticos con obesidad lograban bajar más de un 5% de su peso corporal. Con los nuevos medicamentos, con dosis mayores, se logra hasta un 17%. Pero es un tratamiento crónico. Tanto la diabetes como la obesidad son enfermedades crónicas. Una vez que se inicia el tratamiento no hay que abandonarlo. Algunos hablan de efecto rebote. No hay tal cosa, en realidad hay un abandono del tratamiento, que no es solo el uso de la droga, sino la alimentación y el ejercicio”, asegura Yamaguchi.
“Esta droga opera sobre el sistema nervioso central y el periférico y logra generar cambios conductuales porque modifica a nivel del cerebro y del estómago la sensación de saciedad. Y la sensación de hambre emocional, este picoteo constante, hábito que tanto cuesta modificar en las personas con sobrepeso. Es una herramienta muy interesante porque quien lucha con el sobrepeso no es que no sabe lo que tiene que hacer, sino que por alguna razón no lo puede hacer. Este tratamiento logra muy buenos resultados en ese sentido porque al lentificar el vaciamiento del estómago, aumenta la sensación de saciedad”, explica Katz.
Entre los efectos no deseados se enumera que la pérdida de peso no es indefinida: llega un momento que no se pierde más peso con la droga y es allí donde hace efecto el cambio de hábitos que se incorporó, explica Katz. “Según trabajos publicados, hay pacientes que después de un año de tratamiento, pueden dejar la medicación y sostener los resultados”, dice.
“Pero no es algo deba usarse si uno quiere bajar un par de kilos, por sobrepeso estético, como se llama. El impacto del uso en Hollywood y de los influencers es muy nocivo. Hay que tomarlo con responsabilidad”, apunta Yamaguchi.
Índice de masa corporal
En el país, el tratamiento solo se permite para pacientes con diabetes tipo 2. En otros países, está permitido para el tratamiento de la obesidad. ¿Cómo se determina la obesidad? Con el Índice de Masa Corporal (IMC), que es el peso de una persona dividido por el cuadrado de la estatura. Si es más de 30, se considera obesidad, más de 25, es sobrepeso y entre 18 y 24 se considera un rango de peso normal, detalla Heredia. “En algunos países se autorizó también para el tratamiento del sobrepeso mayor a 27 de IMC. Lo que no sería recomendable es el uso con fines estéticos, sobre todo sin control médico”, dice Heredia.
“¿Por qué decimos que drogas de nueva generación como estas son el futuro? Porque logran cambios en la conducta, muy difíciles de alcanzar de otra forma. Yo sé que es polémico lo que planteo, pero no me parece descabellado que en los próximos años se utilice esta u otra droga para bajar esos kilos de más previos al sobrepeso y a la obesidad. Porque tenemos que afrontar el problema que representan antes que sean una amenaza para la salud. Sino, en unos años, la pandemia de obesidad va a ser una amenaza incontrolable. ¿No sería actuar preventivamente?”, plantea Katz.
“Es una droga muy noble y muy segura, es una herramienta muy interesante. Pero genera una expectativa demasiado grande. Tiene que tener una prescripción médica. En Estados Unidos hubo un aumento exponencial de la utilización fuera de la prescripción, lo cual es muy riesgoso. No puede ser indicada por recomendación de un conocido, sin una consulta y un seguimientos médicos y dentro de un plan de tratamiento de la obesidad”, apunta la endocrinóloga Laura Maffei.
“Hay que prestar atención a los posibles efectos secundarios, como la inflamación de páncreas, la inflamación de los intestinos, ya que puede tener impactos en distintos órganos”, explica la especialista.
Justamente muchos de los efectos colaterales, dicen los especialistas son menores y van desapareciendo con el tiempo, pero deben ser monitoreados: son frecuentes náuseas, vómitos, descompostura, meteorismo intestinal y distensión abdominal. Esto es parte del efecto de la droga que, al enlentecer el vaciamiento del estómago, logra un efecto de saciedad. “Por eso es importante que haya un tratamiento con un especialista que vaya acompañando. Hay que hacer cambios no sólo en lo que se come, sino en la forma en que se come. Hay que comer pequeños volúmenes, más fraccionado, elegir ciertos alimentos”, explica Maffei.
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