Por qué Greta debería ganar el Nobel de Química y no el de la Paz
Las casas de apuestas señalaban a Greta Thunberg como favorita para recibir el premio Nobel de la Paz (finalmente lo obtuvo el primer ministro etíope Abiy Ahmed Ali) pero no sabremos hasta el año 2069 si en realidad estuvo nominada. El reglamento de la academia establece una cláusula de confidencialidad para las nominaciones que rige por los siguientes 50 años. En ese momento, Greta tendrá 66 años y el mundo sabrá si sus predicciones, mejor dicho, las de los científicos, se cumplieron. ¿Habremos logrado reducir las emisiones de gases de efecto invernadero o el cambio climático habrá generado sexta extinción masiva sobre la tierra?
La idea es tan apocalíptica que resulta difícil imaginar que el comité de los cinco miembros del parlamento noruego vaya a elegir a Greta. Desde que esta adolescente se sentó frente al parlamento de sus vecinos, los suecos, con sus carteles de huelga escolar por el clima, lo único que no despertó fue paz. "Quiero que sientan pánico, el mismo pánico que yo siento todos los días", dijo Greta. Los líderes mundiales dieron cuenta de sus estados alterados: el presidente de Estados Unidos, Donald Trump se burló de ella: "Parece una niña muy feliz que espera un futuro brillante y maravilloso. ¡Qué lindo es verla!". Y Vladimir Putin, lo mismo. "Es una joven mal informada y manipulada. ¿Nadie le explicó que el mundo actual es complejo?", dijo.
"Ustedes se robaron mis sueños y mi infancia con sus palabras vacías", dijo Greta. ¿De qué hablaba?
Combativa
Está claro que Greta no vino para cantan villancicos. ¿Son esas las palabras del Nobel de la Paz? El de la paz fue el quinto y último premio que Alfred Nobel incluyó en su testamento. Allí estableció que se entregue en Oslo, no en Estocolmo, como los otros premios y que lo elija un comité noruego, ya que en ese entonces (y hasta 1905), Noruega y Suecia estaban unidas bajo un mismo reinado. Si a Greta le dieran el premio Nobel de química, podría ir a recibirlo en bicicleta. En cambio, si recibe el de la Paz, aunque le quede a unos cuantos kilómetros de su casa, no podría asistir a la ceremonia, el 10 de diciembre próximo, porque estará en Chile, para participar de la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático hasta el 13 de diciembre.
El testamento de Nobel menciona entre los requisitos para el premio de Paz "la celebración y promoción de congresos de paz". Desde que se creó, 106 personas fueron premiadas, 17 de ellas mujeres. También en 27 oportunidades se premiaron a instituciones. Mahatma Gandhi nunca recibió el Nobel de la Paz, aunque sí fue nominado cinco veces.
El premio evolucionó. Los primeros fueron para personas que habían participado en negociaciones de paz. En las ediciones más recientes, para aquellos que luchan por los derechos humanos. Malala Yousafzai, la iraní de 17 años, en 2014 fue la premiada en más joven, por su lucha por el derecho a estudiar. El último premio se entregó a Denis Mukwege y Nadia Murad, que sufrieron, denunciaron y lucharon contra la violencia sexual en tiempos de guerra.
Si Greta recibe el premio de paz, este no sería el primer Nobel de su familia. Svante Arrhenius, su tatarabuelo recibió el de Química en 1903. Descubrió que la velocidad de las reacciones químicas aumenta con la temperatura. Se lo considera un adelantado a su época y un precursor del concepto de efecto invernadero, aunque estimó que los cambios llegarían en unos 2000 años. Arrhenius era hijo de Carlonia Thunberg. El papá de Greta, se llama Svante en honor a su bisabuelo.
Lo que hay detrás de Greta no son corporaciones de marketing verde sino un pasado bullying, angustia existencial, trastornos alimentarios y obsesiones
Muchos creen que Greta no encarna la figura de la paz. El mundo adulto se revoluciona cada vez que habla. Esta niñita debería volver a la escuela, dicen muchos. Y otros, incluido Putin, apuntan a lo que hay detrás de esta adolescente de trenzas. Greta no viene a hablar de paz sino de cambio. De cambio climático y de cómo la humanidad puede y todavía está a tiempo para revertir el daño que ha causado. De alquimia.
Bullying
La mayoría no lo sabe. Pero lo que hay detrás de Greta no son corporaciones de marketing verde sino un pasado bullying, angustia existencial, trastornos alimentarios y obsesiones que no son infrecuentes la Suecia del posbienestar. ¿Cómo logró esa alquimia de transformar esa realidad sombría, en un movimiento de millones decididos a actuar? Bueno, eso merece un Nobel de Química.
No fue fácil. Greta nació el 3 de enero de 2003. Su mamá, Malena Ernman era cantante lírica y su papá, actor. Vivían en Estocolmo y la carrera de su mamá iba en ascenso. Cuando Greta cumplió un año, Svante, dejó la actuación para viajar en familia atrás de Malena. Era el que se encargaba de los pañales y las mamaderas. Primero de Greta y tres años después, también de Beata. En 2009, Malena llegó a la final de Eurovisión y aunque no ganó se volvió muy popular. Los contratos los llevaron a vivir en las principales capitales europeas. Paris, Berlín, Amsterdam, Madrid. Malena cantaba y el papá y las hijas armaban expediciones por los parques y jugaban toda la tarde sentados en el suelo, según cuenta la mamá en una autobiografía que publicó un mes antes de que Greta empezara la huelga escolar. "Escenas del corazón". "La opresión de las mujeres, las minorías y las personas con discapacidad se deriva del mismo problema fundamental que el cambio climático: una forma de vida insostenible. La crisis privada de la familia y la crisis climática global son simplemente síntomas del mismo trastorno sistémico", dice el libro. Son 92 escenas de la infancia de Gretay su familia. Un registro de la vida de la adolescente hecho antes de que le llegara la fama. Es un relato simple, en primera persona, que por momentos resulta desgarrador, la madre cuenta cómo de un día para otro, la felicidad familiar simplemente se esfumó.
Una tarde, Malena y sus dos hijas estaban cocinando rolls de canela. El olor invadía toda la casa. La mamá los sacó del horno, los puso sobre la mesada y se encontró con Greta, que tenía 10 años, mirando a la nada. "Yo no puedo comer eso", dijo. Malena insistió. Siempre los comían, eran sus favoritos. Greta dijo que no. "Aunque sea proba uno", propuso Svante. Fue el comienzo del estallido. Greta gritó por cuarenta minutos seguidos, diciendo que no. Los padres no lograban calmarla. Solo se tranquilizó cuando le trajeron a Moses, su golden retriver y lo abrazó. La escena concluye con toda la familia abrazada encima de Greta.
Desde esa tarde, Greta dejó de comer. Lloraba todo el día. En la cama, en el auto, cuando iba a la escuela o cuando la llevaban de caminata por el parque. Los padres, desesperados empiezan una ronda de consultas con especialistas, pero Greta se negaba a hablar. Sólo lo hacía con sus papás y su hermana. Tampoco comía. Un médico le pidió a la mamá que llevara un registro. En un desayuno, la mamá anotó que tardó 40 minutos en comer un tercio de banana. Y a la cena, cinco ñoquis en casi dos horas.
"¡Comé de una vez! Tenés que comer. ¿Entendés? ¡Si no te vas a morir!", le gritó el papá en medio de una crisis. Desde entonces, Greta además empezó a sufrir ataques de pánico.
En dos meses, Greta había bajado diez kilos. No tenía casi pulso y ya no regulaba la temperatura corporal. Estaba cerca de la inanición. Los papás la llevaron a una clínica neuropsiquiátrica. Una médica la evaluó y le dio un ultimátum. Si para el lunes no había comido, la iban a internar. En las escaleras del hospital, Greta se dio vuelta, lo miró al papá y le dijo: "quiero comenzar a comer de nuevo".
Tacos con arroz
Al principio, sólo eran tacos rellenos con arroz. Todos los días lo mismo. La mamá se los preparaba y mandaba a la escuela en un envase plástico, que no podía tener etiquetas ni nombre porque sino la chica no comía. En seguida empezó a recuperar peso y los médicos avanzaron con el diagnóstico. Asperger, autismo altamente funcional, mutismo selectivo, acompañado de trastorno obsesivo-compulsivo.
Volvió a hablar y contó qué el calvario que vivía en el colegio. El papá lo comprobó cuando la acompañó a un festejo navideño: los compañeros la señalaban y se burlaban de ella. En las vacaciones de invierno, Greta contó la historia: sus compañeros le pegaban en el patio de la escuela. Para evitarlo, se escondía en el baño a esperar que terminara el recreo, pero los compañeros la hostigaban aún allí. Los papás informaron de los abusos y el bullying a la dirección de la escuela, la respuesta los sorprendió, según cuenta la mamá en el libro. Según las autoridades escolares, todo era culpa de Greta: sus compañeros decían que era rara, que hablaba demasiado bajo y nunca saludaba.
Poco tiempo después, en una clase una profesora pasó un video de la isla de plástico que flota en el océano Pacífico, que tiene tres veces el tamaño de España. En el almuerzo, ninguno de sus compañeros habló del tema, pero Greta, no podía dejar de pensar en lo que había visto. ¿Cómo podían los demás ser tan indiferentes? Lo mismo le había ocurrido a los ocho años, la primera vez que una maestra le habló del cambio climático como algo producido por el hombre. "Tiene que ser mentira. Si fuera real, todos estaríamos haciendo algo al respecto. En los noticieros no hablan de esto. No puede ser verdad", pensó entonces.
Esta vez era real. Greta sintió que había encontrado su causa. La razón de su vida era la lucha no contra el cambio climático sino contra la falta de coherencia del mundo adulto que hace que una sociedad crea lo que dicen los científicos, pero no hace lo que ellos recomiendan. Les pidió a los papás que la llevaran a hablar con científicos y especialistas en medio ambiento. Se volvió ella misma, gracias a su capacidad de hiperenfocarse a causa del Asperger, en una especialista.
En poco tiempo reconvirtió su vida. Se hizo vegana y convenció a su familia de seguirla. "Sé que mi mamá baja a la cocina por la noche y come queso, pero no la veo y no le puedo decir nada", dijo hace poco. Pero Malena hizo enormes cambios en su vida. Por empezar abandonó su carrera de cantante lírica. No había forma de que lo hiciera si seguía el consejo de Greta de no tomar más aviones, por la huella ecológica que genera volar. En cambio, compraron un auto eléctrico y si les toma cinco días ir a Londres, no tienen problema. También armaron una huerta en el patio.
Cuando Greta superó su crisis original, empezaron los conflictos con Beata. Desde chica había mostrado algunas obsesiones. Por ejemplo, había convencido a su mamá de que había que caminar siempre con el pie izquierdo adelante. Y toda la familia adoptó ese modo. Pero entonces empezaron los estallidos. Beata gritaba, insultaba y le revoleaba CDs cuando Malena le hablaba. Después vino una etapa en que la mamá se tenía que quedar en la puerta de la escuela durante todo el horario de clase, sin poder moverse ni para ir al baño. Con el tiempo se descubrió que también ella tiene Asperger y TDAH. Y que sufría bullying. Gracias a la ayuda que recibió de su familia y de los especialistas, la chica, que hoy tiene 14 años, lo convirtió en su lucha. En Suecia, Beata es al bullying lo que Greta al cambio climático. Como es cantante, produjo un disco hace poco donde aborda la temática. Además, se convirtió en la cara de una campaña de marketing internacional de una serie de novelas para adolescentes, traducidas a 17 idiomas, que hablan sobre el bullying.
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