Por qué en la Ciudad ahora ven poco probable que haya una tercera ola de coronavirus a corto plazo
Más allá del optimismo del gobierno porteño, los expertos creen necesario esperar entre cuatro y ocho semanas más para confirmar si habrá finalmente o no un rebrote
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El número que más lastima de la pandemia comienza a dar algo de alivio en la ciudad de Buenos Aires. Esta semana, cuando en todo el país se registraron alrededor de 200 fallecidos por día, algunos pocos correspondían a residentes porteños. Detrás de cada víctima hay una historia dolorosa, pero la frialdad de los números va marcando algunos indicios sobre la situación actual después de atravesar los peores meses.
Con esta y otras variables monitoreadas día a día, como la ocupación de camas de las unidades de terapia intensiva (UTI), la cantidad de contagiados cada 24 horas y, sobre todo, el índice de positividad, en el Gobierno de la Ciudad están cada vez más convencidos que la etapa más dramática quedó atrás y que es poco probable que haya un nuevo rebrote o tercera ola. A pesar de que la variante delta, la de mayor peligrosidad en la actualidad, amenaza con expandirse, el ritmo que tomó la campaña de vacunación les permite sacar esa conclusión.
Pero para algunos de los expertos que siguieron de cerca la evolución de la enfermedad desde el primer día aseverar que no habrá un rebrote originado por delta es demasiado apresurado. Para eso, dicen, habría que esperar entre cuatro y ocho semanas y asegurar un mayor porcentaje de población con los esquemas de vacunación completo, además de que la variante no logre diseminarse. Pensar en comenzar a aplicar una tercera dosis podría ser la solución y el freno definitivo, analizan.
“Estamos atentos y nunca vamos a dejar de atender las necesidades, como hicimos desde el primer día de la pandemia. Dicho esto, entendemos que no habrá un rebrote tan crudo como los anteriores porque los números que vemos día a día están demostrando eso”, explica un funcionario porteño.
“La variante delta nos sigue manteniendo en alerta; seguirá habiendo casos, pero creemos que no será un repunte de casos como ocurrió hace unos meses”, reafirma.
Casos diarios
Los números le dan la razón: todas las curvas están en un marcado descenso desde mayo cuando comenzó a menguar el azote de la segunda ola. En las últimas semanas de ese mes el promedio semanal de casos llegó a los 4700 casos, un poco menos que en abril cuando se alcanzaron los 5100. Con algunos picos intermitentes durante junio y julio, la caída fue constante hasta alcanzar una media de 450 contagiados en los primeros días de septiembre.
Con la cantidad de fallecidos por jornada ocurre algo similar, aunque con mayor irregularidad que en el caso anterior. El promedio semanal se encuentra en las seis víctimas diarias, un 64% menos que lo ocurrido entre mayo y junio cuando la media se encontraba alrededor de los 70 decesos; en octubre de 2020, la situación era peor con un promedio que rozaba las 100 muertes por día.
Cantidad de fallecidos
La caída en el número de víctimas tiene directa relación con lo que ocurre en las salas UTI, donde se encuentran los pacientes más críticos. La ocupación, en los días de mayor saturación, llegó a pisar el 90% con la amenaza de poner el sistema al límite. En la actualidad, la demanda no alcanza el 14% (81 camas ocupadas de 600 disponibles) y es todavía menor en pacientes moderados (6%, con 90 camas ocupadas de 1500) y leves (2,6%, con 133 de 5000).
Quizás el dato que causa mayor alivio es el índice de positividad, es decir, la cantidad de casos confirmados de acuerdo a los testeos diarios. El promedio semanal es de 2% cuando hace cuatro meses llegó en este distrito al 30% y a mitad del año pasado alcanzó el 48%. En todo el país el índice actual es del 8%, en marcado descenso desde mayo cuando llegó al 48%. El máximo recomendado por la Organización Mundial de la Salud es del 10% de positividad; superar ese umbral implicaría que se está testeando de manera insuficiente.
“Soy cauto, pero también optimista”, sintetiza el infectólogo Eduardo López. “Hay que aumentar la vacunación en todo el país, no se trata sólo de la ciudad de Buenos Aires, no se puede dividir del resto del país porque el virus se puede diseminar desde otras provincias”, advierte.
A pesar de que la circulación comunitaria aún no provocó una explosión de casos, hay barrios en Córdoba y Mendoza con pequeños brotes epidemiológicos que fueron controlados.
“Delta no está circulando en forma predominante. Se bloqueó bien y hay una circulación muy lenta. Algunas teorías, que van teniendo más fuerza, sostienen que puede haber una competencia con la cepa de Manaos por el espacio biológico. En mi opinión, esperaría que transcurre septiembre para sacar conclusiones”, sostiene López.
Para el doctor Luis Camera, secretario de la Sociedad Argentina de Medicina, “la segunda ola ya quedó atrás” aunque habrá una base, lo que llama zócalo, de hasta 5000 casos diarios que se irán apagando con el paso del tiempo. “La segunda ola ya terminó, pero no sería tan optimista de pensar que la variante delta no circulará con mayor intensidad. No sería tan iluso porque es altamente contagiosa, ataca a los más jóvenes y a los que no tienen el esquema completo de vacunación. Hay que esperar entre cuatro y ocho semanas; noviembre puede ser un mes de quiebre, pero la gran batalla fue la segunda ola”, argumenta.
La vacunación en el país
Es determinante, según la opinión de ambos, completar la mayor cantidad de esquemas de vacunación. En la Ciudad casi el 72% de la población cuenta con al menos una dosis y el 46% ya tiene las dos; hasta el momento se llevan aplicadas 3.347.935. En todo el país el 62% de los habitantes tiene al menos una dosis (28.183.966 personas) y el 34% las dos (15.512.349 personas).
La ministra de Salud, Carla Vizzotti, anticipó que a partir de noviembre se evaluará si es necesario aplicar una tercera dosis en personas que tienen determinadas condiciones de salud e inmunodeprimidas. “La variante delta se quedará en forma endémica por lo que hay que pensar en una tercera dosis, aunque antes completar todos los esquemas de dos dosis”, coincide Camera.
Y López reafirma: “Se podría empezar por pacientes de riesgo, con patologías cardíacas y respiratorias, pero primero proteger a la mayor cantidad con las dos dosis”.
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