“No se trata solo de reemplazar la virginidad con un nuevo término como debut sexual, sino de decir que la virginidad es un concepto que no existe, porque tu viaje sexual nunca termina”, dice la escritora Nicolle Hodges, una autodenominada “filósofa de la libertad sexual”
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El concepto de “virginidad” tiene varios problemas. Las feministas dicen que tradicionalmente enmarca la sexualidad femenina como un tesoro, regalo o recuerdo que las mujeres “entregan”, “les quitan” o simplemente “pierden”. Los educadores sexuales creen que las narrativas tradicionales a menudo no reflejan las experiencias sobre la intimidad de muchas personas. Las personas queer señalan que toda la noción de virginidad es heteronormativa e inaplicable a muchas experiencias no heterosexuales.
Sin embargo, aunque muchos estén de acuerdo en que la idea es un problema, pocos han ofrecido alternativas viables. Pero el año pasado, Nicolle Hodges, una autodenominada “filósofa de la libertad sexual” de Toronto, Canadá, comenzó a ofrecer una refutación a la idea de la virginidad que, según ella, tiene potencial.
Viaje
Su idea comenzó con el Dr. Seuss (un escritor y caricaturista estadounidense). En 2020, Hodges publicó “Oh, los lugares a los que irás ¡Oh, oh!”, un libro al estilo de los de Seuss sobre el poder de los orgasmos femeninos, escrito en verso y celebrando una vida de exploración sexual en expansión.
Al enmarcar la sexualidad como un viaje, Hodges se dio cuenta de que necesitaba un punto de partida. Pero el punto de partida tradicional de la virginidad le pareció obsoleto a Hodges, especialmente en medio de su proyecto sobre la expresión y la liberación sexual, el empoderamiento femenino frente a las expectativas patriarcales y la creciente variedad de normas de género.
“Todavía tenemos esta vieja y desvencijada palabra que encapsula lo que se supone que es un tiempo expansivo”, dice Hodges. “Es una idea tan limitante y una frase limitante”, agrega. En su lugar, lo sustituyó por una expresión: “debut sexual”. No es la primera vez que se utilizaba este término, pero Hodges encontró que encajaba con el tono de su trabajo.
Esperando que no sea más que una frase evocadora, dice que se sorprendió cuando los lectores comenzaron a pedirle que ampliara la idea. Con eso, Hodges usó a sus seguidores como influencer de la positividad sexual para lanzar una campaña que propone el debut sexual como una alternativa a la virginidad.
Tras una serie popular de publicaciones de Instagram y Twitter sobre el tema, hizo un llamado en Kickstarter muy exitoso para imprimir camisetas con mensajes que apoyaban el cambio. La siguiente fase de la campaña incluye lanzar un jingle con colaboración colectiva para publicitar la idea, así como una serie de entrevistas en video en las que las personas reaccionan a la noción del debut sexual.
Experiencia inclusiva y empoderadora
La respuesta de las redes sociales a su campaña hasta la fecha le demostró a Hodges que puede llevar adelante una conversación diferente sobre experiencias sexuales tempranas. Aunque la idea fue recibida con algunas críticas, las respuestas en general fueron de gratitud.
Para muchos que comparten o respaldan el trabajo de Hodges, la virginidad como concepto era menos relevante para ellos y sus experiencias. La lente del debut sexual, por el contrario, ofrecía una nueva perspectiva desde la cual podían verse a sí mismos y a los demás como individuos sexualmente autónomos, cada uno de los cuales forjaba su propio camino a través de la intimidad.
En el marco de Hodges, el debut sexual ofrecía una descripción más simple y directa de la experiencia sexual temprana, una que Hodges espera sea más inclusiva y empoderadora.
Cómo evolucionó el “debut sexual”
La frase debut sexual existe desde hace décadas. En sus inicios, debut sexual era un término clínico destinado a reemplazar la “pérdida de la virginidad”, dice Laura Carpenter, profesora de sociología de la Universidad de Vanderbilt en Tennessee, Estados Unidos.
Carpenter es la autora de “Virginity Lost: An Intimate Portrait of First Sexual Experiences” (Virginidad perdida: un retrato íntimo de las primeras experiencias sexuales”), así como de numerosos artículos sobre la virginidad. “‘Debut sexual’ ciertamente aparece en múltiples publicaciones académicas en los años 70 y 80 sobre lo que entonces se consideraba la ‘epidemia’ del embarazo adolescente y las infecciones de transmisión sexual”, dice.
“Aparece como un eufemismo para la primera relación sexual vaginal. En ese momento, una publicación podría haber dicho ‘pérdida de la virginidad’, pero creo que ‘debut sexual’ quería parecer algo más neutro. En los años 80 y 90, el término se convierte en ‘primer coito ‘o’ primera relación sexual vaginal’. Lo dicen explícitamente porque es más exacto”, agrega.
Definiciones
Definir términos es importante para Carpenter, quien trazó los significados cambiantes de términos, incluido “sexo”. Carpenter dice que usó los términos virginidad y pérdida de la virginidad en su trabajo precisamente porque buscaba abordar el lenguaje que la mayoría de la gente usaba para la experiencia. Sin embargo, es consciente de que el lenguaje moralmente cargado que se usa para eufemizar el sexo rara vez se define con precisión.
Cuando comenzó su proyecto doctoral a mediados de la década de 1990, la investigación sugirió que diferentes grupos de pares en la misma escuela secundaria podrían tener definiciones totalmente diferentes de lo que constituía una relación sexual. Esto significaba que un término como la pérdida de la virginidad podía definirse de muchas formas y, en muchos casos, la definición era moralmente volátil y estaba estrechamente relacionada con la vergüenza.
La campaña de Hodges, expresamente destinada a socavar tal moralización y vergüenza, define el término debut sexual de manera expansiva, de una manera que “no refuerza que la virginidad es el final de un viaje o una transición en sí misma”. En cambio, dice, refuerza la idea de que tu debut sexual es algo que sucede muchas veces y de muchas maneras a lo largo de tu vida.
“No se trata solo de reemplazar la virginidad con un nuevo término, sino de decir que la virginidad es un concepto que no existe, porque tu viaje sexual nunca termina”, explica. Como tal, los debuts sexuales de Hodges son profundos cambios personales que son principalmente emocionales y reflexivos. “Puede ser el momento en el que tú, como niña o mujer, besaste a otra mujer y sentiste que todo tu cuerpo se iluminaba y algo hacía clic dentro de ti”, dice.
“Ese es un debut sexual: es uno de los momentos en tu vida que son cambios profundos en tu comprensión de ti mismo y en tu transformación personal. Cuando el debut sexual se ve como algo que puede suceder varias veces, de múltiples formas, a cualquier edad, eso quita esta presión de que una ‘primera vez’ tiene que significar, o definir, o sugerir en absoluto cómo será el resto de tu viaje sexual, o con quién lo tendrás”, reflexiona Hodges.
¿Demasiado simple?
Cuando la campaña de Hodges despegó en las redes sociales, Julia Feldman-DeCoudreaux se mostró escéptica. A la educadora sexual de Oakland, California, le preocupaba la simplicidad del mensaje: la camiseta que simplemente presentaba la palabra virginidad tachada y reemplazada por debut sexual recordaba el origen eufemístico del debut sexual en el lenguaje académico.
Esto no iba lo suficientemente lejos para reconocer la virginidad como una idea obsoleta. “Cuando buscamos un término alternativo, todavía estamos entablando un diálogo sobre un concepto que es muy defectuoso”, dice Feldman-DeCoudreaux.
Incluso teniendo en cuenta la definición de Hodges de debut sexual como uno de muchos comienzos individuales, ella dice que sigue habiendo un defecto estructural que forma parte del lenguaje que usamos para discutir las experiencias sexuales. “Cuando usas un término como virginidad, o debut sexual, necesariamente estás definiendo la sexualidad de una persona en el contexto de tener intimidad con otra persona. Se requiere sexo en pareja para definir la experiencia e identidad sexual de una persona”, explica Feldman-DeCoudreaux.
“Si lo estamos definiendo de esa manera, estamos preparando a muchas personas para la confusión, el fracaso y la decepción. La extensión lógica de eso es que la capacidad de uno para sentir placer sexual, o sentirse sexualmente satisfecho, también debe requerir la participación de otra persona”, explica.
A Feldman-DeCoudreaux la contactan con frecuencia adultos que le dicen: “mi pareja no me hace tener un orgasmo”. Ella enfatiza que esto es el producto de suponer que el placer o la experiencia sexual de uno depende de que su pareja cree esas cosas. “Nos vuelve muy pasivos y nos aliena de nuestras identidades y sexualidades”, dice.
Sin embargo, está de acuerdo con Hodges en que la noción de virginidad en general es problemática por muchas razones. “Tenemos la obligación de repensar estas cosas, porque crearía una experiencia mucho mejor para todos nosotros si pudiéramos abandonar estas nociones dañinas”, dice Feldman-DeCoudreaux.
“Tenemos que dejar atrás la virginidad como un concepto problemático. El problema es la noción de que nuestra sexualidad comienza, que hay un momento en el que de repente se vuelve real. Eso es invalidante: ¿qué pasa con el resto de nuestras vidas? ¿Y el resto del placer que experimentamos? ¿Qué hay de las otras experiencias reveladoras que hemos tenido? ¿Esas no cuentan?”, opina.
No es solo “un momento”
Para aquellos que esperan atomizar por completo el concepto de virginidad, Carpenter dice que las sociedades tienden a conmemorar muchos primeros eventos, que representan una transición de estatus, como el nacimiento de un primer hijo, el primer día de escuela de un niño, etc. Es posible que las primeras experiencias sexuales sigan siendo eventos socialmente importantes; sin embargo, Carpenter dice que nuestra comprensión cada vez mayor de la sexualidad puede contribuir a la erosión de la idea de la virginidad.
Si bien podríamos usar un solo evento -la problemática pérdida de la virginidad- para denotar la transición de sexualmente inactivo a sexualmente activo, Carpenter dice que “la mayoría de las personas agrega gradualmente todo tipo de cosas sexuales a sus repertorios y lo que sea que llamen o entiendan que es la ‘pérdida de la virginidad’ probablemente se encuentra entre un montón de otros comportamientos sexuales”.
Por esa razón, Carpenter ve potencial en ideas como las de Hodges y Feldman-DeCoudreaux, porque las sociedades cambian y la gente puede aprender a poner un énfasis menguante en ideas que solían parecer universales y verdaderas. “Ciertamente creo que podríamos disociar la idea de que la virginidad es de alguna manera un momento en el que se activa un interruptor y todo cambia”, dice. “Por lo general, eso ni siquiera es exacto para la mayoría de las personas, y las personas para quienes eso es exacto, puede deberse a que socialmente lo hemos construido para que sea así. Si no hiciéramos un gran alboroto, ¿sería un gran alboroto?”, agrega.
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