“Hoy día nada ata a un adulto con sus padres más allá del deseo del hijo de tener una relación con ellos”, sostuvo el psicólogo Joshua Coleman
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Fue una conversación acalorada sobre temas raciales lo que hizo que Scott cortara cualquier contacto con sus padres en 2019.
Su madre le hizo saber su desconcierto por que apoyara en redes sociales a los grupos que luchaban por los derechos civiles.
Según Scott, ella profirió “insultos racistas muy desagradables” que su hijo de 8 años pudo escuchar.
“Hubo un sentimiento de control paternal de ‘no puedes decir una cosa así delante de mi hijo’, esa no es la manera como yo quiero criarlos”, explica Scott, quien es padre de dos niños y vive en el norte de Europa.
Pero él señala que la gota que rebasó la copa fue cuando su padre intentó defender el punto de vista de su madre con un correo electrónico, que incluía un enlace que llevaba a un video de un supremacista blanco.
Scott estaba desconcertado por el hecho de que sus padres no pudieran comprender la realidad de las personas que son victimizadas por sus orígenes, especialmente dada la historia de su propia familia.
“Les dije ‘esto es una locura, ustedes son judíos. Muchos familiares suyos murieron en Auschwitz’”.
No era la primera vez que Scott tenía una discusión de este calibre con sus padres. Pero decidió que sí sería la última vez.
Si bien no hay datos específicos, hay una percepción creciente y generalizada entre los psicólogos y sociólogos de que esta ruptura de relaciones entre padres e hijos está al alza en los países de Occidente.
Conocido técnicamente como “alejamiento” o “distanciamiento”, la definición sobre este término difiere un poco entre los expertos, pero la mayoría está de acuerdo en usarlo en situaciones en las que una persona corta cualquier comunicación con uno o más miembros de la familia. Ese distanciamiento se prolonga en el largo plazo, incluso si aquellos de los que han tratado de separarse intentan reestablecer una conexión.
“Decir ‘se terminó’ con un familiar es un fenómeno muy potente y distinto”, le dice a la BBC Karl A. Pillemer, profesor de Desarrollo Humano en la Universidad de Cornell, en EE.UU.
“Es diferente de peleas familiares, de situaciones conflictivas o emocionalmente distantes, porque estas incluyen o se mantiene algún tipo de contacto”, agrega.
Después de darse cuenta de que había pocos estudios importantes sobre alejamiento familiar, Pillemer logró realizar una gran encuesta en 2020 para su libro “La línea divisoria: familias fracturadas y cómo repararlas”.
La encuesta mostró que una de cada cuatro personas en EE.UU. afirmó estar alejada de al menos un familiar.
Resultados similares emergieron de otra encuesta hecha en Reino Unido, que sugiere que este fenómeno afecta a una de cada cinco familias en el país.
Mientras tanto, académicos de Australia y Canadá señalaron que han visto una “epidemia silenciosa” de rupturas familiares de este tipo en los últimos años.
Ahora, en redes sociales, hay una explosión de grupos de apoyos online para aquellos hijos -ya adultos- que han escogido alejarse de sus familiares. En uno del que hace parte Scott hay más de mil miembros.
“Creo que cada vez tenemos más miembros. Es algo que se está volviendo cada día más común”, señala Scott.
El hecho de que el alejamiento entre padres y sus hijos adultos parezca estar aumentando -o al menos, se habla mucho más de ello- se puede deber a una compleja red de factores culturales y psicológicos.
"“Decidir qué personas mantener cerca o lejos se ha convertido en una importante estrategia de vida”"
Joshua Coleman - Psicólogo
Y la tendencia a que cada día haya más casos plantea múltiples preguntas sobre el efecto que esto tiene en las personas y en la sociedad.
Experiencias del pasado y valores actuales
Aunque las investigaciones sobre este tema son limitadas, la mayoría de los alejamientos o rupturas entre padres y un hijo adulto son iniciadas por los hijos, de acuerdo con la investigación hecha por el psicólogo Joshua Coleman, quien escribió el libro “Las reglas del alejamiento: por qué los hijos rompen los lazos con sus padres (y cómo sanar esa ruptura)”.
De acuerdo con Coleman, una de las razones más comunes para estos alejamientos son hechos de violencia ocurridos en el pasado o que se pueden dar en el presente, ya sean verbales, emocionales, físicos o sexuales.
El divorcio es otro factor que influye en esta decisión, que puede darse por distintos motivos, desde ponerse del lado de uno de los padres hasta la presencia de nuevos miembros de la familia como padrastros, madrastras y hermanastros, quienes pueden ser vistos como una fuente de divisiones sobre temas financieros o emocionales.
Las disputas sobre valores, como le ocurrió a Scott, también se están convirtiendo en factor importante.
Un estudio publicado el pasado mes de octubre por Coleman y la Universidad de Wisconsin mostró que desacuerdos en valores fueron mencionados por una entre cada tres madres que están alejadas de sus hijos.
A esto se suma una investigación hecha por el profesor Pillemer donde se resalta que los desacuerdos en valores son un “factor mayor” de los alejamientos entre familiares, con conflictos en temas como “militancia sobre diversidad sexual, diferencias religiosas y estilos de vida alternativos”.
Ambos expertos señalan que esto se debe en parte al incremento de la polarización política y cultural que se ha visto en los últimos años.
En EE.UU. una encuesta de la empresa Ipsos marcó un aumento de las peleas familiares después de las elecciones de 2016, mientras que académicos de la Universidad de Stanford ya habían señalado en 2012 basados en un estudio, que una gran parte de los padres en el país podría sentirse infeliz si sus hijos se casaban con alguien que apoyara un partido político rival.
A eso se le suma un estudio en Reino Unido que señala que una de cada diez personas ha discutido con un familiar sobre el Brexit.
“Estos estudios ponen de relieve que la identidad se ha convertido en un gran determinante para decidir sobre quién tener cerca o con quién romper relaciones”, dice Coleman.
Scott señala que él nunca ha discutido sus preferencias de voto con sus padres, pero su decisión de alejarse de ellos fue influenciada en parte por que tanto él como su esposa han llamado la atención sobre temas sociales tales como los movimientos Black Lives Matter y #MeToo.
Y agrega que otras personas en su grupo de apoyo online se han alejado de sus padres también por desacuerdos en temas de valores relacionados con la pandemia, como por ejemplo padres que rechazan vacunarse y discusiones por teorías conspirativas sobre el origen del virus.
El factor de salud mental
Los expertos creen que el aumento de consciencia sobre la salud mental y lo tóxica que puede llegar a ser la relación con un familiar violento, también han impactado en el número de esos alejamientos.
“Si bien los conflictos familiares o aislarse del entorno familiar no es algo nuevo, conceptualizar el acto de ruptura hacia un miembro de la familia es una expresión de crecimiento personal, y así como es algo común hacerlo en estos días, también es un fenómeno nuevo”, anota Coleman.
“Decidir qué personas mantener cerca o lejos se ha convertido en una importante estrategia de vida”, agrega.
Sam, quién está en sus 20 y vive en Reino Unido, afirma que creció en un hogar poco confortable donde ambos padres bebían en exceso.
Ella decidió hace poco dejar de hablar con ellos después de abandonar su casa para irse a estudiar en la universidad. Y afirma que tomó esa decisión después de ver a su padre violentar de manera verbal a su primo de 6 años durante un funeral.
"“Hoy día nada ata a un adulto con sus padres más allá del deseo del hijo de tener una relación con ellos”"
Joshua Coleman - Psicólogo
La terapia le ha ayudado a reconocer sus propias experiencias como “mucho más que una paternidad no adecuada” y procesar el impacto psicológico que ha tenido en ella.
“Entendí que ‘abuso’ y ‘negligencia’ eran palabras que describían mi niñez. Solo porque nunca me golpearon no significa que no me hayan lastimado”.
Ella está de acuerdo con Coleman en que ahora “está más aceptado socialmente alejarse de tus familiares”.
“Los temas de salud mental se hablan mucho más y por eso es más fácil decir ‘estas personas no me hacen bien’. Creo que las personas ahora tienen más confianza en poner sus propios límites y decirle ‘no’ a la gente”.
El aumento del individualismo
Coleman argumenta que el enfocarnos más en nuestro bienestar mental ha ocurrido en paralelo con otras tendencias, como una inclinación hacia la “cultura del individualismo”.
Para él, muchos de nosotros somos mucho menos dependientes de los familiares que otras generaciones.
“No necesitar a un miembro de la familia como apoyo significa que con quién elegimos pasar el tiempo se basa más en nuestras identidades y aspiraciones de crecimiento que en la supervivencia o la necesidad”, explica Coleman.
“Hoy día nada ata a un adulto con sus padres más allá del deseo del hijo de tener una relación con ellos”, concluye.
Además, el aumento de oportunidades de vivir y trabajar en distintas ciudades o incluso países lejos de las familias puede ayudar en este rompimiento, por el simple hecho de la distancia física.
“Ha sido mucho más fácil para mi mudarme de lo que hubiera sido hace 20 años”, señala Faizah, británica con raíces asiáticas que ha evitado vivir en la misma zona que sus padres desde 2014.
Ella confiesa que cortó la relación con sus padres debido a su comportamiento controlador que incluía prohibirle que fuera a entrevista de trabajo, influenciar con quién se veía y con quién no y en presionarla para que se casara una vez terminó sus estudios.
“No respetaban mis límites. Y yo solo quería tener control sobre mi vida y tomar las decisiones en total libertad”.
El impacto del alejamiento
Hay varios impactos positivos en aquellos adultos que se han alejado de lo que creen era una relación dañina con sus padres.
“La investigación señala que la mayoría de los que han tomado la decisión han dicho que ha sido por el bien de todos”, dice Coleman.
Pero, si bien se mejora la salud mental y se percibe una mayor libertad, también hay otros factores que aparecen cuando una persona decide alejarse de un familiar.
Pillerman afirma que esta decisión también puede causar sensación de inestabilidad, humillación y estrés.
“Para muchos el cortar una relación familiar también puede ser visto como una pérdida”, explica.
“Además de que se pierden los beneficios de pertenecer a una familia: apoyo material, por ejemplo, y la sensación de no pertenecer más a un grupo estable de personas que se conocen bien”, añade.
Durante la pandemia, sentimientos de soledad y estigma también se vieron exacerbados para las personas que decidieron alejarse de sus padres.
Mientras que el auge de las videollamadas les permitió a muchas familias sentirse más cerca y estar en contacto, un estudio en Reino Unido sugiere que los adultos que cortaron sus relaciones con sus familias se sintieron mucho más conscientes de estar fuera de ella durante los estrictos confinamientos.
"“Si la relación anterior era relativamente cercana (o al menos no conflictiva), creo que hay evidencia de que muchos miembros de la familia pueden restaurar la relación”"
Karl A. Pillemer - Profesor, Universidad Cornell
Otros estudios apuntan que la Navidad y otras festividades son un desafío para las personas que deciden romper el vínculo con sus familias.
“Yo tengo mi familia y a mi pareja y mis amigos más cercanos, pero nada reemplaza esas tradiciones que tenías con tus padres”, señala Faizah.
Ahora en sus 30, a ella la fiesta musulmana de Eid al-Fitr le resulta particularmente difícil, a pesar de que se distanció de la religión de su familia.
“Es muy difícil. Me siento sola. Extraño la comida que hacía mamá”, admite.
La elección de no permanecer en contacto con los padres también puede tener un efecto sobre los lazos y tradiciones familiares futuros.
“Para mí, el mayor arrepentimiento es que mis hijos crecieron sin abuelos”, dice Scott. “Fue una elección que hice, pero a la vez siento que mis hijos se están perdiendo a sus abuelos”.
Por supuesto, todo esto también tiene un impacto en los padres que, a menudo de forma involuntaria, han sido excluidos de la vida de sus hijos, y potencialmente de sus nietos.
“La mayoría de los padres se sienten miserables por ello”, indica Coleman.
Además de perder su propio equilibrio en la unidad familiar tradicional, por lo general “afirman sentir profundos sentimientos de pérdida, vergüenza y arrepentimiento”, señala el investigador.
Scott dice que su madre intentó llamarlo recientemente. Pero él le envió un mensaje de texto diciéndole que solo consideraría restablecer el contacto con sus hijos si ella reconocía que sus comentarios habían sido “horriblemente racistas” y se disculpaba.
Hasta ahora, ella no ha hecho eso.
“Incluso si todas esas cosas sucedieran, siempre limitaría lo que les digo sobre mi vida y ciertamente supervisaría cualquier visita con los niños. Desafortunadamente, no veo que suceda nada de eso”.
¿Salvar las diferencias?
Con las divisiones políticas en el centro del escenario en muchos países, así como con el creciente individualismo en las culturas de todo el mundo, muchos expertos creen que la tendencia de “ruptura” entre padres e hijos se mantendrá.
“Mi predicción es que empeorará o seguirá igual”, anota Coleman.
“Las relaciones familiares se basarán mucho más en buscar la felicidad y el crecimiento personal, y menos en enfatizar el deber, la obligación o la responsabilidad”, señala.
Sin embargo, Pillemer sostiene que no deberíamos descartar intentar salvar las diferencias, en particular las que se derivan de temas políticos o valores opuestos (en total contraposición a comportamientos violentos o dañinos).
“Si la relación anterior era relativamente cercana (o al menos no conflictiva), creo que hay evidencia de que muchos miembros de la familia pueden restaurar la relación. Sin embargo, implica acordar una ‘zona desmilitarizada’ en la que no se puede discutir la política “, afirma.
Para su libro, Pillerman entrevistó a más de 100 personas alejadas que se habían reconciliado con éxito, y descubrió que el proceso fue en realidad descrito por muchos como “un motor para el crecimiento personal”.
“Por supuesto que no es para todos, pero para varias personas, cerrar una brecha, incluso si la relación fue imperfecta, fue una fuente de autoestima y orgullo personal”.
Sostiene que se necesitan estudios más detallados sobre el tema del alejamiento para sacarlo aún más “de las sombras y ponerlo a la luz clara de la discusión abierta”.
“Necesitamos investigadores para encontrar mejores soluciones, tanto para las personas que desean reconciliarse como para ayudar a lidiar con personas en alejamientos permanentes”.
Scott da la bienvenida al creciente interés en las rupturas de adultos con sus padres.
“Creo que ayudará a mucha gente. Todavía existe un gran estigma en torno al alejamiento. Vemos estas preguntas en el grupo con frecuencia: ‘¿Qué le digo a la gente sobre esto?”.
Pero afirma que es poco probable que se reconcilie con sus propios padres, a menos que reconozcan que han sido racistas.
“La idea es que ‘la sangre es más espesa que el agua’, quiero decir, eso es genial si tienes una familia genial, pero si estás cargado de gente tóxica, simplemente no es factible”, concluye.
Scott, Sam y Faizah usan un solo nombre para proteger su privacidad y la de sus familias.
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