[Video] Los nacidos entre 1980 y 2000 priorizan la realización personal y conocer nuevas realidades por sobre la estabilidad laboral y monetaria
En Signos de los tiempos se presentaron las características de los millennials, sus expectativas y necesidades de conocer otras realidades y la búsqueda de la gratificación personal.
Alejandro Melamed, especialista en Recursos Humanos, contó que también se los llama la generación kiwi, porque "terminan una universidad y se van un año a juntar kiwis en Nueva Zelanda". Según el especialista, es una lógica que tiene que ver con "conocer otras realidades".
El sociólogo Alejandro Artopoulos definió a los millennials como la generación que nació entre 1980 y 2000, en la época de la democracia y que descreen de las instituciones.
“Su problemática tienen que ver con que no han experimentado un estado inclusivo. Los millennials han sido tan golpeados que, independientemente del trabajo del docente hay una parte que se engancha y otra que no logra la conexión. Hay mucho ruido en el ambiente del Recursos Humanos donde dicen que se necesitan empleados más disciplinados. Las empresas deberían estar felices de tener gente inquieta”, señaló Artopoulos.
El profesor y emprendedor digital Ramiro Fernández sostuvo que se trata de una generación que tiene mucho “más internalizado lo digital” y son mucho "más honestos con ellos mismos" que otras generaciones.
"Siempre una generación juzga de una manera grave a la generación posterior. Los millennials son mucho más honestos, la realización personal es más gratificante que la plata en sí", recalcó Fernández.
Un millennial que se replanteó su misión como médico y hoy salva vidas desde otro lugar
Dejó de lado la carrera para seguir su verdadero sueño; hace tres años, junto a Julián Weich, lleva agua segura a familias y comunidades rurales aisladas
Con el título de médico en mano y una floreciente carrera por delante, un día se dio cuenta de que no era feliz. A sus 25 años, Nicolás Wertheimer sintió una voz interior que le insistía en cambiar de rumbo y patear el tablero. “Me encontraba en el lugar que había elegido y me iba muy bien. Pero no estaba recorriendo el camino que tenía ganas de hacer. Pensaba: hay personas que están haciendo cosas para salvar millones de vidas, y yo me sentía limitado", explica este joven.
Una noche, después de varias horas de guardia en el hospital, llegó a su casa y buscó en Internet: las diez cosas que están cambiando el mundo. Entonces aparecieron unas imágenes que le llamaron la atención. Una de las fotos mostraba a gente en África, tomando agua de un charco negro con un filtro en forma de tubito. Esto lo remontó a las enfermedades transmitidas por el agua sin tratar, que es la segunda causa de muerte infantil a nivel global. “Pensé en las parasitosis y las deshidrataciones que acaban con tantas vidas en Argentina y que con esto podrían prevenirse", recuerda Nicolás tres años más tarde.
Ese tubito, era un filtro LifeStraw, de origen suizo, que permite obtener agua segura a partir de cualquier fuente contaminada, sin hacer fuerza o requerir que se le agregue químicos o lavandina. Esta tecnología- que no necesita pilas ni energía eléctrica-cumple con los más altos estándares que establece la organización Mundial de la Salud (OMS) para el tratamiento del agua, eliminando las bacterias, virus y parásitos.
Entusiasmado, Nicolás se puso a investigar y contactó a la empresa suiza para traer los filtros a nuestro país y hacerlos llegar a las personas que más los necesitan como familias, escuelas rurales y centros comunitarios en lugares aislados. Pronto se contactó con Julián Weich, quien hacía tiempo venía trabajando en temas vinculados y aportó sus conocimientos como embajador de Unicef. Juntos crearon Proyecto Agua Segura , una empresa social que distribuye los productos de Lifestraw en Argentina.
Algunas de las comunidades donde Proyecto Agua Segura ya dejó su huella están ubicadas en provincias como Santiago del Estero, Salta, Misiones, Chaco, entre otras. Además de entregar los filtros -que tienen distintos formatos y tamaños- la idea es dejar capacidad instalada. De esta forma, concientizan a niños y adultos sobre el concepto de agua segura y la importancia de tener hábitos de higiene y salud. “En Argentina una de cada cinco personas tiene problema con el agua, ya sea por su calidad o por las dificultades en el acceso. Queremos llegar a ellos a través de esta tecnología para darles la posibilidad de tomar agua cristalina, limpia y libre de enfermedad”, comenta Nicolás.
"Nunca me imaginé que iba a terminar ejerciendo la medicina de esta forma. Hoy me da mucha felicidad haber hecho otra cosa, lo que soñaba”, concluye con una sonrisa.
LA NACION
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