El nadador Matías Ola sufrió hipotermia extrema en el Canal de la Mancha y perdió el sentido: "No me acuerdo cómo llegué a la cama del hotel"
Por hipotermia, el nadador argentino Matías Ola debió abandonar su sueño de atravesar a nado el Canal de la Mancha sin traje de neoprene.
A las 14 hora argentina (18 en Inglaterra), el joven tucumano saltó de la embarcación Louise Jane para zambullirse en las frías aguas. Partió desde Dover en Inglaterra y buscaba llegar a Calais, en Francia. Hay 42 kilómetros de distancia entre uno y otro punto.
Ola buscaba ser el primer argentino en obtener la Triple Corona de Aguas Abiertas, que además del Canal de la Mancha incluye otras dos hazañas que ya completó: el Canal de Catalinas, en California, y la vuelta a la isla de Manhattan, en Estados Unidos.
"El problema principal fue que entré en hipotermia. Fueron siete horas de travesía. En un punto no empecé a sentir mis piernas y después empecé a sentir que el cuerpo me temblaba, que es un signo bastante importante cuando uno se expone en aguas tan frías. Y desde afuera notaron que había bajado el número de brazadas. Hice el mayor intento y hasta ahí me acuerdo. El barco se acercó y me dijeron que tenía que salir y yo no quería pero me sacaron", cuenta Ola en diálogo con LA NACION desde la ciudad portuaria de Dover.
"Yo sentía que podía, pero con cierta dificultad, con frío, trataba de asimilarlo en mi cabeza como algo normal. Trataba de no bajar los brazos por mí mismo. Mi entrenador nunca hace eso (tomar la decisión de sacarlo), él siempre me empuja a seguir", explica el nadador.
A su lado, el entrenador Pablo Testa, que lo acompañó en la aventura, explica: "Cuando uno entra en hipotermia, en el primer grado, las personas pedimos ayuda y queremos salir. La hipotermia tiene fases que se manifiestan de diferentes formas. Yo nunca había visto llegar a la última etapa, previa al desmayo. El no respondía a mis órdenes, por eso dice que no se acuerda".
"Largamos bien, la temperatura en el puerto era de 16,4º. El tema fue que a medida que nos introdujimos en mar abierto empezó a bajar la sensación térmica. Yo sentía frío adentro del barco, pero él seguía nadando, ha nadado a 0 grados. Pero a medida que anochecía el agua bajaba de temperatura y llegó a 13º. Muy pocas personas en el mundo soportan estar a esas temperaturas", señala Testa.
"A las 4 horas me dijo que no sentía las piernas. Cuando iban 5 horas y medio su ritmo de brazadas bajó y llegadas las 7 había bajado a 42 brazadas y nadaba en forma oblicua, yo me di cuenta que cerraba los ojos y hablaba balbuceando, no tenía sentido lo que hablaba, estaba en una fase extrema de hipotermia. Cuando le dije de salir me dijo 'yo no quiero salir' pero lo obligué. Estábamos en la mitad y le faltaban 7 horas", relata el entrenador.
Ola explica algo difícil de entender para quien nunca nadó en aguas heladas: "Desconocí lo que le pasaba en mi cuerpo, nunca había llegado a ese punto de hipotermia. No me acuerdo ni siquiera cómo llegué a la cama del hotel. Cuando me subieron al barco y me arroparon les pedía que me abrazaran y eso no lo recuerdo. Es parte de la experiencia. Es mi pasión, me encanta y espero cumplir mis metas".
La tremenda experiencia no amilanó al nadador tucumano, que promete volver el año que viene para intentar la hazaña: "Vamos a entrenarnos, tengo que fortalecer la parte del frío en larga distancia. El esfuerzo es físico y mental. Vamos a programar entrenamientos en aguas más frías, en la Patagonia y a tratar de aumentar la masa muscular. Hace un par de horas me levanté y el sabor es amargo, pero es parte de esto. El canal va a estar ahí siempre. Hemos nadado bien y hecho un buen papel", comenta, con la firmeza de quien va a dejar todo para lograrlo.