Por el tipo de cambio: en Salta, los ciudadanos bolivianos también buscan la atención en centros médicos privados
Los profesionales salteños registran un nuevo pico de atención de extranjeros; hay instituciones que cuentan con tarifas diferenciadas en dólares
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SALTA (Enviada especial).- Así como en las ciudades de frontera los bolivianos aprovechan para cruzar a la Argentina y comprar mercadería por la ventaja que les da el tipo de cambio, lo mismo sucede con los servicios de salud. Es creciente el volumen de pacientes que se atienden de manera particular en esta ciudad. Incluso hay instituciones que cuentan con honorarios en dólares para los extranjeros. Ese segmento se suma a quienes recurren a los hospitales públicos. Por otro lado, los centros médicos estatales de autogestión (que son aquellos que están autorizados a administrar su presupuesto y cobrar la atención al paciente) empezaron a instrumentar sistemas de recupero para poder cobrar la atención.
Salta, al igual que Jujuy, son provincias acostumbradas a la presencia permanente de ciudadanos bolivianos, muchos de ellos que –al igual que los argentinos que viven cerca de la frontera– tienen doble nacionalidad. Ambos distritos saben de la dinámica cíclica que impone el tipo de cambio a los cruces de los pasos internacionales para la compra de bienes.
En el caso de la salud, las fuentes consultadas por LA NACION coinciden en que la llegada de ciudadanos bolivianos para atenderse es “estable y alta” en los servicios públicos –representa entre 8% y 20% en los hospitales de ciudades argentinas limítrofes–, mientras que las consultas privadas dependen más de las variaciones del tipo de cambio. En la actualidad, el costo local de la atención médica es la mitad o menos que en Bolivia.
En las últimas semanas, la muerte del salteño Alejandro Benítez en Bolivia, cuyos acompañantes afirmaron que no recibió atención al no tener pesos bolivianos fue el caso más extremo de los problemas de falta de reciprocidad entre los sistemas de salud de ambos países. Se sumó hace unos días la situación de la joven argentina que tuvo un ACV y pagó $200.000 diarios en una clínica de Tarija hasta ser trasladada a Salta, donde sigue internada en estado reservado.
“La pregunta que debiéramos hacernos –señala Marcelo Nallar, director del hospital público de autogestión Arturo Oñativia, en Salta capital– es qué pasa si es un paciente boliviano y no tiene plata. ¿El de Benítez fue un acto de discriminación por ser argentino o la desgracia de tener un accidente en un país donde la salud, en muchas ocasiones, no es gratuita, el sistema es deficiente y no está en red?”.
Subraya que el sistema de salud boliviano es “muy precario” y el que puede cruzar la frontera aprovechando la facilidad que da la geografía en la zona, lo hace: “Este no es un tema de ciudadanos, de médicos. Se debe resolver en el ámbito político, [en el] de Cancillería. De Estado a Estado deben ver cómo se pagan esos servicios”. Apunta que “nunca” se debe dejar de atender en la urgencia y que, en los casos programados, hay que trabajar para “recuperar” los costos. A su entender, la administración por autogestión es la modalidad más indicada para hospitales públicos.
En todas las especialidades
De las consultas realizadas por este diario entre diferentes médicos e instituciones privadas de Salta, se desprende que la mayor cantidad de pacientes bolivianos que llegan a la Argentina en la búsqueda de atención privada provienen de ciudades que están a, como máximo, 900 kilómetros y son de sectores sociales medios. Los de mejores ingresos, en general de Santa Cruz de la Sierra, viajan a Estados Unidos o a Brasil.
El director de la Escuela de Ciencias de la Salud de la Universidad Católica de Salta y presidente de la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología, Maximiliano Gómez, describe que la demanda creció en los últimos tiempos y se vincula con la progresión del tipo de cambio. Hay extranjeros que se quejan por la existencia, en algunas instituciones, de tarifas diferenciadas. “Históricamente hubo una referencia en dólares, pero es nuestra devaluación la que está generando el desfasaje”, sintetiza.
En general, los precios de honorarios en dólares “respetan” los parámetros “históricos” a los que se refiere el especialista. Para prácticas complejas, son de alrededor US$100 y para las simples, entre US$30 y US$50.
Claro que, en comparación con los hospitales públicos, la afluencia a privados es más limitada. En varios consultorios, atienden entre dos y tres bolivianos por día sobre un total de 10 a 15 personas. En Tartagal, el norte salteño, el clínico Mario Cerrutti ratifica que en los últimos tiempos el cambio de moneda favorece el cruce. “Otro factor es que en nuestra zona encuentran una complejidad media que no tienen de su lado, donde no cuentan con todos los servicios”, explica. La compra de medicamentos también la hacen en farmacias locales.
Jorge Dib, especialista en garganta, nariz y oído de Salta capital, cuenta que “siempre” llegaron ciudadanos bolivianos de sectores medios y medio-altos. Quienes tienen que recorrer distancias largas para llegar a Santa Cruz de la Sierra, por ejemplo, optan por la Argentina donde “hay calidad de servicios y relativamente menores costos”.
“Todos los días tengo pacientes bolivianos –describe el oftalmólogo Rubén Pulido García–. Les resultamos más convenientes desde lo económico y confían en la calidad de los médicos argentinos. Hay mucha recomendación de boca en boca. La afluencia depende mucho del tipo de cambio, pero esta no es la primera vez que hay una alta frecuencia”.
En el caso de la odontología, la afluencia es, todavía, más baja que antes de la pandemia. Los profesionales entienden que puede haber afectado que, hasta hace unas semanas, el cruce de la frontera debía hacerse de manera irregular. Francisco Rodríguez señala que en materias de costos, una ortodoncia o un tratamiento complejo, con el actual tipo de cambio, a los extranjeros le sale menos de la mitad. “En Bolivia, la economía está dolarizada y sus tarifas son parecidas a las estadounidenses”, resume.
Recuperar lo gastado
En la Cámara de Diputados salteña ingresó un proyecto del legislador Santiago Vargas (UCR) que propone que se cobre a los extranjeros la atención que reciban en hospitales públicos. El autor entiende que, de esa manera, se pondrá al país “en paridad” con otros en los que quienes no son nacionales, deberán pagar. En realidad, los establecimientos de autogestión están autorizados a cobrar a aquellos que tengan capacidad de pago o cobertura social.
Hay profesionales y autoridades sanitarias que reconocen que existe “molestia” por parte de los argentinos, sino tienen prioridad frente a un extranjero, pero recalcan que “nunca” hubo “discriminación” en la política de salud, aun cuando los recursos en el área “siempre, por definición, son menos de los que se necesitarían”.
Pablo Salomón, gerente general del Hospital San Bernardo en la ciudad de Salta –donde está internada la joven de Río Negro que sufrió el ACV en Tarija– repasa que la atención a ciudadanos bolivianos es “desde siempre; por enfermedades crónicas, por tratamientos programados” y hasta por traslados derivados desde ese país. Esa práctica –irregular, porque son sistemas de salud diferentes que no trabajan en red– también la registran en el Materno Infantil.
“Como somos un hospital de autogestión podemos hacer el recupero de las prestaciones –agrega–. Nos hemos puesto firmes en ese aspecto y empezamos a judicializar los casos. Eso corre para argentinos con capacidad de pago y para extranjeros”.
El jefe del Servicio de Cirugía del San Bernardo, Simón Bligaard, completa la descripción: “Aunque llegan principalmente por urgencias, también están los que se ‘autoderivan’. No se sienten bien y se vienen como están, a veces viajando horas y horas en colectivo. Saben que tendrán una respuesta”.
El director de Gestión de Pacientes del Hospital Materno Infantil, Javier Farfán, coincide en que la demanda desde el país vecino es permanente y de todo tipo. Reitera que reciben casos “derivados” desde clínicas bolivianas. “Saltean los sistemas y las secuencias”, grafica. Además, suelen atender y después recomendarles médicos de su país para que sigan allí los tratamientos.
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