“El costo es la calidad de los aprendizajes”: el fuerte cuestionamiento de los expertos a la reforma del secundario bonaerense
Para los especialistas consultados por LA NACIÓN, los cambios en la calificación de los aprendizajes y en la aprobación final de las materias no están a la altura de las modificaciones de fondo que requiere el sistema
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El Consejo General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires aprobó hoy un proyecto presentado por la Dirección General de Cultura y Educación (DGCyE), encabezada por Alberto Sileoni, que formaliza cambios ya aplicados en la escuela secundaria durante la pandemia de Covid-19.
Las reformas, que se implementarán de manera formal desde el presente ciclo lectivo, son tres. Mientras que la división del año escolar en dos cuatrimestres -en lugar de tres trimestres- cuenta con mayor consenso; la institucionalización del Registro Institucional de Trayectorias Educativas (RITE), un sistema que califica conceptualmente la trayectoria de los estudiantes como “avanzada” (TEA), “en proceso” (TEP) o “discontinua” (TED), y, la implementación de instancias de intensificación para acreditar materias en lugar de las tradicionales mesas de examen son los puntos que generan un mayor debate. Los especialistas en Educación consultados por LA NACIÓN coincidieron en que estos cambios no son las reformas de fondo del sistema educativo que se necesitan.
“Las reorganizaciones que plantean son aquellas que no se corresponden con el modelo pedagógico y, entonces, el efecto de esas medidas es probable que sea la flexibilización de las exigencias del nivel y una disolución de los mecanismos de evaluación. Seguramente va a disminuir el número de repitentes. Creo que ese es el propósito que subyace detrás de estas propuestas que aparecen como contradictorias o difíciles de implementar”, alertó Guillermina Tiramonti, investigadora del Área de Educación de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).
Los cambios se dan luego de que la provincia dio marcha atrás, en febrero pasado, con el proyecto que permitía que los alumnos secundarios bonaerenses pudieran avanzar a pesar de tener materias adeudadas, incluso, de los primeros tres años del nivel medio, pero no llegó a ser tratado y fue retirado del orden del día por la polémica que desató.
En ese sentido, la especialista remarcó que las medidas deberían ir acompañadas de una revisión pedagógica del sistema y lamentó que se apliquen “parches”.
“Es una pena que estemos gastando esfuerzo y haciendo que las escuelas cambien cosas que no son importantes. Son parches que no modifican lo básico de la escuela que es hacer otro modelo pedagógico, hay que enseñar distinto para que los chicos aprendan. Y también hay que enseñar distintas cosas. Son cambios que en realidad no modifican nada”, apuntó Tiramonti en diálogo con este medio
Claudia Romero, doctora en educación, profesora e investigadora de la Universidad Torcuato Di Tella, coincidió: “Estamos una vez más en cambios a destiempo y ‘administrativos’ y no auténticas reformas de la organización del nivel secundario. Es lo que yo llamo ‘política educativa de los eufemismos’, se usan formas que suenan más suaves o políticamente correctas para nombrar aquello que de fondo no va a cambiar, por ejemplo al boletín se lo llamará RITE, las notas numéricas se reemplazan por siglas TED, TEA TEP, el período de exámenes y evaluación final se llama ‘período de intensificación’. Esto genera confusión y encubre la falta de cambios de fondo. La secundaria necesita cambiar en serio”.
“Estos cambios, por otra parte, no se acompañan de evidencia científica, todo suena a ensayo y error y a tratar de ‘hacer algo’ para recomponer los anuncios frustrados de hace algunos meses. Lamentablemente, se siguen perdiendo oportunidades de cambiar lo que todos sabemos que hay que cambiar: la cantidad y calidad de los contenidos, el enfoque de enseñanza, la concepción de evaluación, la organización diferenciada de los diversos ciclos”, señaló a LA NACION.
Gustavo Zorzoli, exrector del Colegio Nacional de Buenos Aires, miembro de la Coalición de la Educación y referente de Argentinos por la Educación, opinó en el mismo sentido: “No son cambios estructurales que es lo que se necesita. Son formalizaciones de algunos cambios que ya se habían hecho durante la pandemia que no son novedosos. No hay una reforma sustancial. Me parece que el sistema está muy relajado. Todas las miradas apuntan a un solo objetivo que es la permanencia de los estudiantes a cualquier costo y ese costo es la calidad de los aprendizajes”.
La red Padres Organizados de la provincia de Buenos Aires, organización creada durante la cuarentena para exigirle al Gobierno la vuelta a clases, también cuestionó la medida y consideraron que hay una disociación entre la agenda de los funcionarios y la de los alumnos. “Nos preguntamos cuáles son los verdaderos objetivos de las modificaciones. Nos preguntamos con preocupación si esta modificación no es solamente un intento de maquillar los datos que brinda la realidad educativa de la provincia. Seguimos pidiendo datos públicos y certeros en tiempo real. ¿Se modifican las reglas durante un ciclo lectivo ya empezado? ¿Cuáles son las evidencias que avalan dichos cambios? ¿Cómo va a ser el seguimiento de los resultados?”, plantearon.
“Observamos con preocupación una disociación entre la agenda de los funcionarios y la de los alumnos. En la provincia de Buenos Aires hay alumnos que no empezaron las clases en tiempo y forma porque no tienen profesores asignados, porque no cuentan con micros escolares en pueblos del interior donde las distancias lo demandan, por problemas de infraestructura, por altas temperaturas, por falta de servicios básicos y por ausentismo docente. Durante dos años venimos viendo normativas grises y falta de claridad en las resoluciones de la Dirección General de Cultura y Educación”, dijeron a LA NACIÓN. Y cerraron: “Le demandamos a los funcionarios que aseguren que todos los alumnos bonaerenses todos los días tengan clases”.
Intensificación
El documento que prevé la reforma señala que las instancias de intensificación son períodos específicos del ciclo lectivo (diciembre, febrero y marzo) en los que se pauta un tiempo de enseñanza y aprendizaje con vistas a la acreditación de una materia.
“Las instancias de intensificación son individuales. Cada estudiante trabaja sobre los contenidos no aprendidos con el docente que tuvo a cargo la materia. Dura dos semanas posteriores a la finalización de las clases o durante la segunda mitad del mes de febrero. Es un trabajo de acompañamiento, pero por supuesto de evaluación. El docente define qué tipo de recurso evaluador va a llevar adelante. Pueden ser pruebas escritas, exámenes orales, trabajos integradores, trabajos prácticos, también puede pedir trabajos en diciembre para que traigan resueltos para febrero y sobre eso después trabajar. Hay una variedad de recursos evaluadores que el docente puede poner en juego”, dijeron fuentes de la Dirección de Educación y Cultura bonaerense.
Sobre este punto, Tiramonti advirtió: “Si esa evaluación existe y no es que se reemplaza el examen por un simulacro, estoy casi de acuerdo con los períodos intensivos. Tendríamos que ver qué pasa con los chicos que pasan de un nivel a otro con este tipo de evaluación; si el aprendizaje es real, estamos todos de acuerdo con que es mejor que el momento del examen, pero hay que probar que lo que se está haciendo funciona: por ejemplo, evaluando a estos chicos al iniciar el año”.
“Los períodos de profundización o recuperación de aprendizajes pueden ser interesantes si es que se ponen en marcha estrategias diferentes de enseñanza, pero no es lo que usualmente sucede. En la práctica es pedirle al alumno que presente un trabajo práctico o se toma una evaluación extra y se pretende con eso que en dos semanas se aprenda lo que no se hizo en el año”, consideró Romero.
Registro Institucional de Trayectorias Educativas (RITE)
La reforma establece que los estudiantes serán calificados cualitativamente al promediar cada cuatrimestre, en mayo y octubre, y al finalizar los mismos mediante tres categorías. Si alcanzaron los aprendizajes correspondientes y sostuvieron una buena vinculación pedagógica obtendrán TEA; TEP será para aquellos que no lograron de forma suficiente los aprendizajes correspondientes, pero que mantuvieron una buena vinculación pedagógica y TED para quienes no alcanzaron los aprendizajes y tuvieron una escasa vinculación pedagógica.
La calificación numérica llegará recién a fin de año. Durante las evaluaciones en el año como en las de fin de cuatrimestre, los alumnos serán puntuados a través del sistema RITE. Luego, según especifica el documento una materia se considerara aprobada cuando el estudiante obtenga TEA en ambos cuatrimestres y se traducirán como notas dentro del rango del 7 al 10, al cierre del segundo cuatrimestre. Mientras que cualquier otro tipo de combinación se considerará desaprobado. En caso de alcanzar la valoración TEA en un cuatrimestre, “se intensificarán” solo los contenidos del período desaprobado.
Seguirán vigentes el mismo régimen académico, la calificación numérica para aprobar materias y el sistema de promoción con dos materias pendientes como máximo.
Desde un punto de vista teórico, Tiramonti no se mostró en contra de este sistema. “Un sistema como el RITE puede dar una idea más acabada del progreso o no de los alumnos, mientras que poner una nota es muy terminante”, indicó, aunque remarcó que aun no está claro cómo se va a implementar y alertó que podría generar una flexibilización de las exigencias.
Con respecto de la organización en cuatrimestres, los especialistas coincidieron en que per se no es una medida ni positiva ni negativa, sino que dependerá de si ese tipo de organización mejora la prestación pedagógica. “Todo depende del tipo de trabajo que realicen los docentes. Por ejemplo, si se trabajara por proyectos un cuatrimestre es demasiado extenso y hay investigaciones que muestran que para alumnos que vienen de reiterados fracasos escolares, unidades temporales de trabajo más cortas son más eficaces”, detalló Romero.
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