Poca profundidad: expertos cuestionan los escasos datos del Censo 2022 dados a conocer a casi nueve meses del operativo
La presentación es apenas un archivo de 82 páginas, en la mitad de las cuales se explican aspectos metodológicos, mientras otras ocho reproducen los formularios originales de la encuesta
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Llamó la atención la escasez de datos. A casi nueve meses de realizarse el Censo 2022, la presentación de datos provisorios que realizó el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) es apenas un archivo de 82 páginas, en la mitad de las cuales se explican aspectos metodológicos, mientras otras ocho reproducen los formularios originales de la encuesta. Los datos concretos van de la página 11 a la 52 y permiten determinar cuántos habitantes hay, cuántas viviendas, cuántas personas se autoperciben como no binarios, aunque no es concluyente ni siquiera sobre exactamente cuántas mujeres y cuántos hombres viven en el territorio nacional, ya que por alguna razón no se contabilizó en ese número a quienes viven en viviendas colectivas, como hogares, institutos o cárceles, entre otras.
El escaso nivel de profundidad y de desagregación de los datos que se presentaron en el Censo Nacional de Población resultó llamativo para quienes trabajan con estadísticas y estaban esperando con mucho interés los resultados del gran relevamiento nacional. Razones no faltan: tener una buena base de datos es la clave para poder adoptar en los próximos tiempos políticas públicas acordes con la realidad de la población. Tomar decisiones sobre la base de números viejos o sobre proyecciones sería desaprovechar la oportunidad histórica que brinda un censo y dejar pasar los años en los que los números y la realidad de los hogares se parecen.
“Es muy llamativo. No me sorprende, porque lo habían anticipado. Claramente lo que se presentó no va al fondo de los temas en políticas públicas. Algo pasó. Ya deberían estar la totalidad de los datos procesados. Se viene demorando todo y no sabemos qué pasó y qué tenemos que esperar”, apunta Rafael Rofman, economista, especialista en demografía social de la Universidad de Berkeley y consultor independiente.
“El censo nacional es una herramienta fundamental de políticas públicas y, en este caso, era muy importante porque veníamos de censos problemáticos: el anterior, que se hizo justo el día de la muerte de Néstor Kirchner, y el de 2001, en plena crisis, donde tuvimos censistas negándose a censar. Esta era la oportunidad de resetear el sistema con información de calidad. Ayer, los datos fueron muy magros. No aportan mucha información. Cuanto más rápido los tengamos, más importante va a ser en términos de toma de decisiones. Cuanto más tiempo pasa, más se diluye”, explica Rofman.
“Los datos fueron escasos y poco profundos. La información no es amplia ni precisa. Este nivel de desagregación en censos anteriores estaba disponible a los 30 o 40 días, no a casi nueve meses. No tenemos más información que la que se difundió. Pero es evidente que algún problema están teniendo, porque este era el censo tecnológico, los datos se suponía iban a estar antes”, afirma José Donati, director general de Estadística y Censos de la ciudad de Buenos Aires. “Era esperable que se diera un nivel de información con mayor profundidad sobre franjas etarias y grupos poblacionales. Nada de esa información está disponible. En términos de políticas públicas, es una información que no aporta demasiado. No sirve para tomar decisiones”, agrega.
Juan Camisassa es coordinador de Protección Social del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec), una organización que realiza recomendaciones en materia de políticas públicas al Gobierno sobre la base de estadísticas y proyecciones. El censo es un insumo clave, que estaban esperando para avanzar con las líneas de trabajo. “Es una información clave para cualquier gobierno que quiera tomar decisiones sobre la base de evidencia. Permite un nivel de desagregación tal que es la mejor forma de alcanzar al total de la población. Por ejemplo, en infancia, nos permitiría saber cuántos chicos no están siendo alcanzados por los programas de protección y tomar decisiones. Esos datos no se presentaron. El tema con los censos es que aportan información vital, pero que en un determinado momento se desactualiza. Los primeros años poscenso son los más importantes; si no, estamos trabajando con números sobre la base de proyecciones, porque los datos del censo anterior están desactualizados”, explica Camisassa.
Caída de nacimientos
“Todavía no tenemos datos desagregados por edad. Solo hay datos provisorios. Por ejemplo, un dato que estamos esperando es la caída en los nacimientos, que se viene profundizando en los últimos cincos años. De eso no sabemos nada. Podríamos saber en qué hogares bajo la natalidad. Todo esto trae un cambio demográfico, no hay que demorar en definirlo. Significa que, a este ritmo de envejecimiento de la población, el bono demográfico se va a profundizar, pero va a ser más breve. No hay que perder tiempo”, apunta Rofman.
El bono demográfico es una ventana de oportunidad –detallan los especialistas– que se produce cuando la población económicamente activa es mayor que la población dependiente: niños y adultos mayores. “Si nacieron 34% menos niños en los últimos cinco años, significa que en los próximos años va a haber 34% menos chicos en las escuelas, que necesitarán menos pediatras, etcétera. Mejoran las oportunidades económicas de una sociedad, pero dura poco tiempo, apenas hasta que esos niños llegan a la vida adulta”, describe Rofman. “Hay que aprovechar ese tiempo para invertir en esa generación; por ejemplo, con educación de mayor calidad, para que cuando sean adultos y se acabe el bono y tengan que sostener económicamente a mayor cantidad de población dependiente, sean más productivos”, explica.
En el mismo sentido, Camisassa agrega: ”A través de la Dirección de Estadísticas de la Nación, vimos una caída muy grande en la tasa de natalidad entre 2014 y 2020: la tasa cayó un 34%, que es la caída más grande. Además, la fecundidad adolescente bajó 55%. Esto obviamente afecta las proyecciones poblacionales. Puede haber una diferencia entre lo que se calculaba y la realidad. Esto afectará y profundizará el bono demográfico”. Las causas son varias y todavía son hipótesis: los cambios sociales y culturales motorizados por el avance del feminismo, la decisión de retrasar la maternidad y el mayor acceso a métodos anticonceptivos hicieron que bajaran los embarazos no intencionales, se explica.
“Si la población infantil no creciera por el tema migratorio, estaríamos teniendo menos niños que los que creíamos en las proyecciones. Es una buena noticia. El embarazo en la adolescencia es una de las principales razones de abandono escolar. Este dato permitirá fortalecer trayectorias escolares. Sin embargo, en términos de mediano y largo plazo esto estará acompañado de un envejecimiento. Ahí el bono demográfico se acaba y va a haber una mayor tasa de dependencia, al aumentar la relación entre personas en edades de trabajar y personas dependientes. Será estratégico invertir en esos chicos para que sean más productivos. Esta es una ventana de oportunidad. Es ahora porque el envejecimiento poblacional se está acelerando”, coincide Camisassa.
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