Pizzas, fútbol y asambleas: así pasan la noche los alumnos en los colegios tomados en la ciudad
Doce escuelas porteñas se encuentran controladas por estudiantes y en otras tantas se realizan pernoctes; cuáles son las actividades organizadas y cuáles los principales reclamos
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Esta mañana en la puerta del Colegio Nacional de Buenos Aires (CNBA), en el barrio de Monserrat, varios alumnos salieron con bolsas de dormir bajo sus brazos, al terminar el pernocte que realizaron anoche en señal de apoyo y solidaridad hacia las doce escuelas que, según datos del Ministerio de Educación de la ciudad, hoy siguen tomadas por sus centros de estudiantes.
El conflicto se inició el viernes pasado, cuando el alumnado de la Escuela Normal Superior en Lenguas Vivas N°2 Mariano Acosta, en Balvanera, decidieron tomar el colegio por, según argumentaron, cuatro reclamos desatendidos por parte de la ministra del área, Soledad Acuña: “La falta y mala calidad de las viandas, las decisiones inconsultas, la falta de participación de la comunidad educativa en el modelo escolar y la persecución política a los centros de estudiantes”. A partir del lunes, más instituciones se fueron sumando a las tomas y otras –como el CNBA, que depende de la Universidad de Buenos Aires y no de la Ciudad– se plegaron a la medida de fuerza con pernoctes, una instancia que contempla que los alumnos toman el control de la escuela solo durante la noche, permitiendo que al día siguiente se dicten clases.
LA NACION habló con estudiantes de distintos colegios para conocer cómo pasan la noche en las escuelas, ya sea bajo la modalidad de toma o la de pernocte.
“La noche del pernocte fue muy organizada. No hubo ningún tipo de conflicto. Nos organizamos en brigadas, hicimos guardias de seguridad por los pisos a los que no se podía pasar, revisamos mochilas antes de entrar y esta mañana levantamos la medida sin conflictos. A la noche hicimos una vaquita y fuimos a comprar pizzas. Después, la mayoría de nosotros dormimos en la sala de profesores, que por suerte nos la dejaron abierta porque es el lugar más calentito de la escuela y hay un par de sillones. También se durmió en aulas, en bolsas de dormir, aislantes o con frazadas”, detalló Fiona Leotta, estudiante de quinto año y vicepresidenta del centro de estudiantes del CNBA.
Neia González, alumna de tercer año del CNBA, afirmó que fueron cerca de 50 chicos los que se quedaron a pernoctar en el colegio y que no todos durmieron: “Lo primero que hicimos fue hacer una recorrida para revisar que no quedara nadie en los pisos superiores y solo nos concentráramos en la planta baja y después se asignaron tareas. A mí me tocó cuidar una de las escaleras. El campamento lo armamos en la sala de profesores. Algunos no durmieron y otros sí, dependía un poco del turno en que tuvieras clases al otro día. Los que no durmieron estaban haciendo cartas y notas para diarios. También había gente que circulaba organizando todo y gente haciéndole el aguante a los que tenían que estar despiertos”, dijo González. Además, sostuvo que cada cual cenaba lo que quería, por lo que había mucha pizza, empanadas y hamburguesas. “Estaba muy tranquilo el clima. No hubo alcohol porque se revisaban las mochilas al entrar y al salir”, agregó.
En el Colegio N°3 Mariano Moreno, del barrio de Almagro, tomado desde el lunes por la tarde, durante la toma la prioridad es que los chicos estén cómodos, que la pasen bien, que no pasen hambre y que no pasen frío, según explicó Martín Imaraes, vicepresidente del centro de estudiantes.
“Cocinamos nosotros mismos para todos. El menú de anoche, por ejemplo, fue arroz con queso; la noche anterior comimos fideos con estofado y al mediodía recibimos las viandas, que como ahora hay menos chicos alcanzan. Durante el día charlamos, jugamos al truco y al fútbol tenis. Intentamos divertirnos con lo que tenemos dentro del colegio para que no sea un embole. Algunos toman mate y ahora hay varios haciendo carteles para la protesta de los profesores. Por la noche, en la asamblea se charla sobre lo que pasó en el día, si hubo algún inconveniente o hay que comunicar alguna novedad. Dormimos en bolsas de dormir en la planta baja e incluso varios dormimos en la puerta por si se escuchan ruidos o alguien quiere entrar”, describió.
En este establecimiento, además de los reclamos comunes, hicieron hincapié en el mal estado edilicio del colegio. “No solo se han caído ventiladores, sino que el salón de actos está roto hace cinco años y hasta se cayó un pedazo del techo. Las distintas conducciones del centro de estudiantes venimos exigiendo que se arregle y no se ha hecho nada”, denunció Imaraes. En cuanto a la duración de la medida, agregó que en principio se extenderá hasta donde les “dé la nafta” porque está todo hecho “a pulmón” y sobre la base a su propio bolsillo.
Durante las jornadas de tomas o pernoctes, los estudiantes de cada escuela arman sus propios calendarios de actividades.
Por ejemplo, los alumnos de la Escuela Normal Superior en Lenguas Vivas Sofía E. Broquen de Spangenberg, conocida coloquialmente como “Lengüitas”, en Palermo, el martes iniciaron la jornada con una clase de yoga que fue sucedida por una asamblea estudiantil en la que resolvieron, según consignaron a LA NACION, seguir “sin tiempo límite” dentro del colegio. Ese día estaba previsto cenar a las 21 y ver el partido que la selección argentina de fútbol disputó contra Jamaica en la previa al mundial de Qatar. El cronograma lo completaron otras actividades lúdicas. “Esta noche, en la toma, habrá noche de juegos! Lxs estudiantes pueden traer sus juegos de mesa favoritos para compartir y jugar entre todxs”, sostenía un comunicado que publicó el centro de estudiantes en sus redes sociales.
Valentina Bonelli, presidenta del centro de estudiantes del Lengüitas, amplió: “Hay varias actividades que se van haciendo, obviamente cada colegio se maneja de manera diferente. En nuestro caso hay asambleas, talleres, debates, clases. Para dormir hay gente que se va a sus casas, hay gente que se trae su bolsa de dormir o su manta. Nosotros no cocinamos acá adentro, nos vamos a cocinar a casas que no quedan tan lejos y traemos para comer acá”.
Por su parte, Micaela Güero de Souza, presidenta del centro de estudiantes de la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini, también dependiente de la UBA y que se solidarizó con el reclamo de las instituciones porteñas, dijo que ayer, por ejemplo, tuvieron una “reunión de pibas y disidencias” para pensar el trato entre compañeros durante la toma y hoy un “círculo de debate sobre la situación de los colegios de la ciudad”, en el que se informaron y analizaron los hechos. “Sabemos que una toma tiene que tener contenidos y debe estar llena de debates, discusión y objetivos claros”, sostuvo, y aclaró que también existen actividades recreativas como torneos de fútbol. En el Pellegrini, según señaló, cuentan con una comisión de comida que es un grupo de estudiantes que todos los días evalúan qué comer. El primer día de toma hicieron hamburguesas en una parrilla del colegio.
Consultado por el estado del diálogo entre el Ministerio de Educación de la ciudad y los alumnos al frente de los colegios tomados, desde la cartera que conduce Acuña, respondieron: “Desde la semana pasada, cuando nos enteramos que iban a tomar, estamos dialogando. Lo que no hacemos es dialogar con los chicos que están tomando las escuelas. Sí dialogamos con otros chicos del centro de estudiantes que no apoyan las tomas y con las conducciones de las escuelas. Todos los días hay reuniones en el ministerio o por Zoom. Los que no quisieron dialogar la semana pasada fueron los que votaron a favor de las tomas. Nosotros nos acercamos a la escuela, nos dijeron que ya tenían una decisión tomada y no quisieron hablar más. Ahora, a través de algunos diputados kirchneristas quieren vender que están dispuestos al diálogo, pero nosotros no necesitamos eso porque hay reuniones todos los días en el ministerio”.
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