Pinamar: el circuito de 9 casas que esconden esculturas premiadas, mosaicos famosos y jardines
La primera que abrió fue El Ojo y el Diamante; este año se sumó Experiencias Allona, que funciona en la que fue la casa de la reconocida artista plástica Beatriz Orosco
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PINAMAR, enviado especial- Bienvenidos. Pueden pasar. Las puertas de la casa están abiertas. Hoy pueden participar del taller de alfarería. Mañana, podrán aprender cómo hacer mosaicos. Pintar. Bailar. Comer. Escuchar música. Esto es una breve reseña de lo que pasa en Pinamar con el circuito de las casas de artistas que se consolidó este año pero que se viene formando desde hace casi una década, cuando abrió la primera, El Ojo y el Diamante, donde vecinos y turistas pueden aprender artes pero también tomar el té, comer ricas tortas que prepara la anfitriona, Norma Pedrotti, mientras escuchan cómo ella misma toca el piano.
Es un circuito con casas de puertas abiertas para aprender distintas artes y compartir lindos momentos. La mayoría de las casas y espacios culturales pueden ser visitadas todo el año. Y casi todas empezaron en pandemia, cuando los eventos masivos ya no podían hacerse por la cuarentena y la distancia social. Es decir que el circuito se consolidó entre los vecinos primero, como una forma de encontrar alternativas de socialización. Hoy son nueve los puntos en el mapa.
El Ojo y el Diamante está en Valeria del Mar, a pocos minutos del centro de Pinamar. Cerca del acceso, sobre la calle Intermédanos, funciona Experiencias Allona (una idea de la decoradora de interiores Jorgelina Allona), una casa taller que perteneció a la reconocida artista plástica Beatriz Orosco, uruguaya de nacimiento y pinamarense por adopción. Orosco falleció hace un año en General Pico, a los 86 años. Hasta allí la había llevado su hijo para cuidarla, porque había enfermado. Su casa de Pinamar estuvo cinco años abandonada. Y así la encontró Jorgelina cuando la compró. “Muchas de sus obras estaban tiradas, o desparramadas, algunas tratamos de reconstruirlas. Encontramos escritos a máquina que estamos viendo si los podemos reconstruir también”, dice a LA NACION.
Al abrir la puerta de la casa de Orosco varias cosas impactan. Y esas cosas que impactan son sus obras. Uno de sus más famosos trabajos, “La última cena”, está de frente a la entrada. Son varios platos, uno de ellos con monedas, hechos como una escultura. Porque Beatriz era escultora y trabajaba con hornos a 1400 grados. Algunas de sus esculturas eran muy pesadas, entonces su pareja, Antonio, lo ayudaba.
Otra de sus obras que están para quien quiere ver son las calaveras. “Había 85, algunas las doné”, cuenta Jorgelina. Son impresionantes. Es que la temática de Orosco siempre giró en torno a la muerte, el sexo, y el horror. También están, como en una biblioteca, una de sus últimas esculturas. Son unos niños. Nadie sabe su significado. “Los encontré tirados en el jardín”, añade Allona.
Hoy, en esa casa, hay un espacio para la venta de artículos de decoración de interiores, que es a lo que se dedica Jorgelina. Y otro, para taller de alfarería. “Sí, como en la película Ghost, la sombra del amor”, dice, y ríe. Y allí asisten durante el año vecinos pero en temporada también turistas. Torno, barro, y la vasija va tomando forma. Hay también profesores de grabado, pintura y acuarela. Se pueden probar cosas ricas también. Y detrás, está la casa en la que Orosco vivía. Porque en la que se exponen sus trabajos y en la que se llevan a cabo los talleres es donde ella trabajaba. Orosco ganó un Konex y varios premios nacionales por sus trabajos. Vale la pena darse una vuelta.
En El Ojo y el Diamante sobresalen los colores, los mosaicos, los muebles y el piano de cola. La hija de Norma, Carolina, en diálogo con LA NACION, cuenta que la casa abrió al público hace nueve años y que en la casa son todos artistas. Uno de ellos, Lucas Risé, es reconocido a nivel internacional y vive en México. Norma, su madre, es “el alma de la casa, la anfitriona”, dice. “Es pianista, profesora de mosaico, estudió bellas artes”, agrega. “Mi papá Mario hace todo lo que es estructura, lo que te imagines: sillas, mesas. Para que te des una idea, necesitábamos un baño más y lo hizo dentro de un ropero”, relata.
“Los talleres van martes, miércoles y jueves de 10 a 12 y tenemos tres espacios de talleres, todo el año”, afirma Carolina. “¡Pará! Falto yo”, interrumpe, entre risas. Y cuenta que ella es directora de cine, psicóloga, becaria de investigación y especialista en estudios de género.
Para tomar el té y comer cosas ricas hay que reservar. Para visitar la casa, no. Pero hay día y horario. Es los lunes de 10 a 12 y de 18 a 20. De martes a domingo hay dos franjas para tomar el té, comer tortas y escuchar a Norma tocar el piano: a las 17:30 y a las 18:30. Durante el año, además, reservan el lugar para fiestas y cumpleaños. Este domingo, 29 de enero, habrá un evento especial de tango, con vino y empanadas, y ya hay muchas reservas pero pueden anotarse más. Arrancará a las 20 y terminará a las 23.
En el circuito también están Danzarte, Pionera, La Colorada, Punto de Encuentro, Montfleuri, Casa Museo Víctor Magariños y La Brújula. Para más información, pueden visitar la web de cultura y turismo de Pinamar, haciendo click aquí.
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