Petsitters. Cómo compatibilizar vacaciones y mascotas sin alejarlas del hogar
Animales con problemas conductuales, falta de tiempo para realizar los trámites o el bienestar de dejarlos en un ambiente conocido, los cuidadores a domicilio son una opción a considerar
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Muchas veces se requiere de un medio de transporte propio. Otras, dependiendo del paradero, un Certificado Veterinario Internacional (CVI). Certificado de vacunas aprobadas por Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria), extracción de sangre, desparasitación e historial médico. Las exigencias para llevarse a una mascota de viaje, sobre todo si el destino es internacional, son muchas y arduas. Sin contar, además, la búsqueda de departamentos u hoteles que permitan albergar animales.
Mientras que algunas personas deciden obviar estos pasos y dejar a sus animales de compañía en guarderías, otras entrenan su propia confianza a través de los servicios de cuidadores particulares o petsitters, que se ocupan de los perros o los gatos en el domicilio propio.
“Muchas guarderías son depósitos tristes de animales, jaulas, ruidos, confusión —opina Fabiana Martínez, cuidadora de mascotas en la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores—. Es común que los animales se estresen o tengan miedo. Además, nada es mejor para un animal que quedarse en su propio espacio, en su casa, con sus olores y sus objetos”.
El trabajo de cuidar animales de compañía a domicilio tiene sus particularidades. Además de que requiere la paciencia del cuidado, lo más complicado es la cuestión de la confianza, la cual tiene múltiples aristas: esta debe darse tanto entre las personas que requieren los servicios como en quienes los ofrecen e, incluso,en los animales mismos.
“La confianza es primordial, necesitamos que funcione de ambos lados: que las personas estén tranquilas de que sus animales están en buenas manos. Yo les mando fotos, videos, charlamos”, cuenta Lila Fabián, que también ofrece sus servicios por distintas zonas de Capital Federal y el área metropolitana de Buenos Aires (AMBA).
Es que contratar un petsitter implica abrir las puertas del hogar a alguien muchas veces desconocido. Laura González, cuidadora de mascotas en Córdoba, explica que “además de los animales, dejan a disposición una casa entera con sus pertenencias. Estamos hablando de cierta intimidad y familiaridad que no es fácil de lograr, ni siquiera con conocidos”.
Las tres cuidadoras concuerdan en que trabajar de esto es un logro que se consigue gracias al boca en boca. De hecho, la mayoría de ellas comenzó cuidando las mascotas de sus amigos y, a partir de allí, descubrieron una veta que aúna la necesidad laboral con la felicidad de hacer lo que les gusta: “Empecé cuidando al gato de una amiga. Le cuidaba la casa, las plantas. Después conseguí una clienta fija que viaja mucho durante el año y me contactó para que cuidara a su gata. De ahí fue un boca en boca entre amigos, conocidos y clientes”, rememora Fabiana.
El buen cuidado
“La cuestión de las guarderías y el cuidado de las mascotas, entre muchos otros, no está legislado. Cuando llevás a tu perro o a tu gato a uno de estos lugares te dejás guiar un poco por las recomendaciones de la gente en quien confías”, sostiene Alejandra Feld, docente de Bienestar Animal y Etología en la Facultad de Ciencias Veterinarias (UBA) y etóloga clínica en el equipo de Etolog.
Para dejar a las mascotas en una guardería especializada, Alejandra recomienda investigar el lugar antes, pero no solo basándose en las opiniones de internet, en donde a veces “todo parece hermoso”, sino pidiendo una adaptación previa del animal y visitando el lugar antes de dejarlo ahí.
Guarderías hay muchas y de gran variedad: de tamaño, de animales, de infraestructura en general. Algunas tienen pequeñas piletas para el verano, en otras los perros duermen en caniles. Esto, como muchas otras cosas, funcionará mejor para algunos animales que para otros. “Dependerá de la individualidad del perro o del gato”, afirma Feld.
¿Pero cómo saber si el cuidado que recibió una mascota en la guardería o con petsitters es el correcto? “Mucha gente me suele escribir cosas lindas cuando termino mi trabajo. Me dicen, por ejemplo, que se sintieron cómodos conmigo, que el gato está bien”, comenta González al respecto.
Es que la primera garantía de un trabajo bien hecho, explica Fabiana, es el propio animal. Si una persona no lo trata bien, eso se verá reflejado en sus actitudes posteriores. “En líneas generales, un animal que está bien es un animal que come, que tiene predisposición a jugar, que se acercan cuando uno los llama -ejemplifica Feld-. Si el animal se aparta, responde de forma agresiva, eso puede significar que está estresado”.
Los gatos pueden inflarse como un pez globo. Se le erizan los pelos, aplastan las orejas. Algunos dejan de usar la bandeja sanitaria (los baños) o incluso no orinan por un día entero o más. Los perros gruñen, ladran, se relamen, bajan la cabeza, meten la cola entre las patas. Estas son algunas de las actitudes que demuestran, ante ciertas circunstancias, que el animal está estresado.
“Los animales son emotivos y sensibles. Si una persona no trabaja bien, no pasa tiempo con ellos, no limpia sus rincones, se les nota enseguida, porque se estresan o se deprimen. Yo trato a cada uno como si fuera mi propio gato o perro y ellos están felices”, sostiene Martínez.
Por esta razón, Feld recomienda realizar el proceso de adaptación, tanto para una guardería como para un cuidador a domicilio. Esto es así porque la cuestión del cuidado de un animal depende mucho del carácter de cada uno: algunos podrán tener “problemáticas comportamentales”, como por ejemplo, miedo a las personas desconocidas, otros serán más sociables y no tendrán problema en vivir con gente que no conocen o hasta con otros gatos y perros.
Esto importa porque no todos los gatos son iguales. Tampoco todos los perros. “Si tenés un perro que no disfruta estar con otro perro, les gruñe, les ladra o se esconde, probablemente una guardería no sea la mejor opción. Si en cambio el problema está en que no le gusta quedarse solo, tampoco va a ser conveniente pedirle a una amiga que lo cuide si eso implica que esté 8 o 9 horas solo”, advierte Feld.
Según Fabián, muchos animales sufren menos el estrés y el “abandono” si se quedan en su propia casa: “Por lo general, que estén en su casa funciona mejor, porque el cuidado es exclusivo y el animal recibe toda la atención de forma personalizada. También sirve para animales que no son muy sociables. En estos casos es difícil conseguir una guardería”, sostiene.
Trabajo a domicilio
Muchas veces, cuidar animales de compañía a domicilio requiere complementar los ingresos con otros trabajos. Martínez, por ejemplo, se mueve entre la venta de café de especialidad y los animales. Fabián, además de cuidadora, es operadora radial, artista visual y escritora.
Si bien el momento de mayor demanda suelen ser las vacaciones, todas coinciden en que durante el año es posible sostenerlo en menor escala, los feriados y, sobre todo, los fines de semana largos.
Los horarios son un tema aparte: en general, dependen de las necesidades de las personas y pueden ir desde un cuidado por horas, hasta semanas enteras. “A veces me contratan solo por algunas horas al día. Si es por un viaje, me quedo en la casa de los clientes, puede ser un día, dos, una semana. A veces, hasta una quincena o meses si es necesario. O solo voy para darles de comer, cambiar las piedritas de los gatos, estar un rato e irme”, comenta Fabián.
El tiempo de cuidado varía. El valor también. Estos factores están intrínsecamente relacionados: muchas veces cobrarán por días o por horas, dependiendo lo que les pidan. Pero también por distancia y cantidad de animales a cuidar. Entre las tres abarcan un espectro que va desde los $800 a los $4500 diarios. “Al estar en la Argentina voy ajustando mi tarifa con base en el índice inflacionario, pero también en la distancia y las horas, entre otros factores”, aclara González.
Lo esencial, como señala Martínez, es tener siempre en cuenta el bienestar del animal. Para esto es imprescindible evitarles traumas que pueden surgir, por ejemplo, por sensibilidad a los ruidos o por moverlos de sus hogares. “La frase ‘hogar dulce hogar’ es la mejor opción para que la mascota siga con su vida de forma tranquila”, asegura.
Cuidar animales de compañía ajenos es más que una salida laboral. Es rentable, sí, pero en el medio se encuentran sentimientos tan diversos como la compasión, la felicidad, el cariño, además de una comprensión profunda de lo que Feld llama la individualidad del perro o el gato. “Esto lo hago con todo el amor del mundo que tengo para ofrecer —confiesa Fabián—. Amo a los animales y tengo un hermoso lazo con ellos. Podemos entendernos sin palabras. Es lo más valioso de mi trabajo”.
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