Perros heridos y jardines destrozados: carpinchos, los visitantes que tienen en vilo a vecinos de Nordelta
El ecosistema creado en el complejo de Tigre favorece el regreso de una especie que provoca trastornos en los barrios
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Sin jaguares, anacondas o caimanes, las lagunas de los barrios de Nordelta son ideales para aparearse. Sobre todo cerca de la orilla, donde el agua es poco profunda, a pocos metros de las piletas y los jardines de los vecinos. Y cuando llega el momento, que suele ser en octubre, ellos lo hacen hasta el cansancio, sostienen los especialistas. En esa zona del municipio de Tigre, la población de carpinchos no para de crecer, lo que trae todo tipo de problemas; por ejemplo, parques destrozados y mascotas heridas.
Ese fue el caso de Oreo, una schnauzer mini que una mañana salió al jardín a hacer sus necesidades y terminó entre los dientes de un carpincho. Así lo relata Myriam Couriel, que es la dueña y vive en el barrio Las Glorietas, en Nordelta: “Escuché gritos desgarradores. Me asomé por la ventana y vi a un carpincho con Oreo en la boca. Había dos; creemos que eran un macho y una hembra y ella estaba embarazada, por lo que el macho la defendió, aunque no sé de qué porque Oreo no hizo nada. Luego yo salí y los carpinchos se escaparon al lago”.
La perra terminó con heridas en el estómago y las patas traseras. Llamaron inmediatamente a una veterinaria que llegó a los pocos minutos y la pudo asistir, pero ahora Oreo está aterrada y no quiere salir al jardín. Aunque el temor más grande de los vecinos es que los carpinchos puedan atacar a algún niño, algo que aún no sucedió.
El carpincho es el roedor de mayor tamaño en el mundo. Puede medir hasta 1,30 metros de largo y los adultos llegan a pesar 60 kilos. Son gregarios y viven en grupos de 10 a 20 animales, en los que siempre hay un macho dominante que controla un territorio, que suele ser de entre cinco y 20 hectáreas. Son anfibios y se alimentan de la vegetación.
“Terminamos cercando la casa, pero los carpinchos de algún modo u otro atraviesan el cerco. La semana pasada había dos en mi jardín lo más tranquilos. Ni a mí ni a ninguno de los vecinos nos molestan, nos parecen divinos los carpinchos, pero desde que pasó lo de Oreo tengo miedo de que le pase algo a mi nieto. Hay que buscar la manera de controlarlos porque está repleto”, describe Couriel.
Otro de los problemas que se generan es la interrupción del tránsito cuando las manadas cruzan la calle. Incluso han generado accidentes. Por ejemplo, hace pocos días, un carpincho corrió hacia la avenida troncal que conecta los barrios de Nordelta y un motociclista lo golpeó y cayó al suelo. Como venía a poca velocidad, ninguno de los dos sufrió heridas graves.
Pero, ¿de dónde vienen tantos carpinchos? Adelmar Funk es el fundador del Complejo Ecológico de América, en el partido de Rivadavia, noroeste de la provincia de Buenos Aires. Señala que la gran pregunta no es por qué aparecieron los carpinchos, sino por qué volvieron. “La situación merece un análisis profundo. La experiencia que tenemos en nuestra región, que está al límite con La Pampa, es muy similar, pero en nuestro caso con los pumas. Hemos tenido un gran problema con los pumas y también han aparecido carpinchos. Los seres vivos van creando sus espacios y estoy seguro que lo que sucede en Nordelta tiene que ver con que crearon un ecosistema que favorece el regreso de estas especies. Los carpinchos suelen tener muchas crías; cuando te diste cuenta de que aumentó la población es porque ya tenés el problema encima. Este proceso arrancó hace años. Con los pumas hace tiempo tenemos este problema y el Estado no dio respuesta porque es muy difícil encontrar una solución. De todos modos, en Corrientes hay una experiencia muy interesante de comunidades que conviven con los carpinchos sin que existan problemas con los niños o los adultos”.
Gustavo Iglesias vive en el barrio Los Castores. Junto con otros 200 vecinos, armaron una comisión para poder tratar el tema con organizaciones no gubernamentales y con la Dirección de Flora y Fauna de la provincia de Buenos Aires. “Nos encantan los carpinchos, la primera vez que vimos uno nos dio mucha felicidad. En 2015 aparecieron dos en mi jardín y los quería acariciar. El tema es que después empezaron a reproducirse de manera exponencial porque, lógicamente, en Nordelta no tienen depredadores. Ahora caminan por las calles, devoran los jardines y tenemos problemas con las mascotas. Tampoco sabemos qué enfermedades pueden transmitir y si podrían, o no, atacar a un nene, porque andan en manada por todos los barrios”, señala Iglesias.
Él asegura que ahora debe haber una población de 400 carpinchos y estima que, si no se controlan, para 2023 habrá cerca de 3500. “Suelen tener hasta seis crías por camada. Comen kilos de vegetación por día; esto no solo hace que muchas veces destrocen los jardines, sino que el excremento también pasó a ser un problema. La Dirección de Flora y Fauna no nos deja ni tocarlos, igual tampoco queremos que le pase nada a ningún carpincho, pero la situación es insostenible y por ahora las autoridades no nos dieron una solución. Queremos que les den un tranquilizante y los trasladen hacia otro lugar”, dice Iglesias.
Desde la Dirección de Flora y Fauna bonaerense aseguran que están trabajando junto al municipio y las autoridades de Nordelta para ver cuál es la mejor opción. “Junto con los vecinos de Nordelta tenemos que definir cómo actuar. Por supuesto que los carpinchos ya estaban ahí cuando hicieron los barrios. Habría que terminar de evaluar si es posible restringir las zonas donde puedan estar los carpinchos o controlar su reproducción. En última instancia se puede evaluar su traslado hacia otro lugar. Pero la recomendación es el control de los animales”, indicaron fuentes de ese organismo a LA NACION.
Por su parte, Funk, del Complejo Ecológico América, afirma que no hay una región a la que esos carpinchos puedan ser trasladados: “No podés llevar cientos de carpinchos donde ya hay una población establecida de estos animales. Esto que sucede en Nordelta es parte del drama que estamos generando con los ecosistemas. Las autoridades tendrán que buscar una solución, pero suele suceder que la dirigencia política es analfabeta desde el punto de vista de la ecología, no me refiero a los técnicos de Flora y Fauna, sino a la gente que tiene que tomar decisiones vinculadas a ver qué hacemos para no alterar los ecosistemas”.
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