Perfil docente. Solo el 10% se dedica en forma exclusiva a la enseñanza universitaria en la gestión pública
Asú surge de datos oficiales de 2022; en medio de la disputa por aprobar una nueva ley de financiamiento para ese área educativa, los expertos advierten que la situación actual atenta contra la calidad del aprendizaje
- 8 minutos de lectura'
Tras haber conseguido la actualización de los gastos de funcionamiento luego de la masiva marcha federal de abril, el conflicto universitario se centró en reclamar por la recuperación salarial. Es que los salarios de docentes, investigadores, directivos y personal administrativo no docente representan cerca del 90% del presupuesto universitario, mientras que los gastos de funcionamiento apenas un 5%.
Con una dinámica similar al anterior reclamo, el pedido por la recomposición salarial no solo lo impulsan los gremios. Cuenta con el apoyo de los demás actores universitarios, como los rectores agrupados en el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN). Y también buscan visibilizar la problemática para que se involucren otros sectores de la sociedad civil. La Universidad de Buenos Aires (UBA) lanzó una serie de videos en los que enfatizaron el multiempleo de los docentes.
Ahora, piden por la ley de financiamiento universitario, que pese al rechazo del oficialismo se aprobó hace dos semanas en Diputados y espera para ser tratada en el Senado. Es probable que la cámara alta avance el martes próximo en un dictamen. La iniciativa, impulsada por la UCR pero que contó también con el voto de Unión por la Patria y otros bloques opositores, encomienda al Poder Ejecutivo a actualizar de manera mensual por inflación los gastos salariales y de funcionamiento de las casas de altos estudios. Contempla también recomponer los salarios perdidos por inflación desde el 1° de diciembre pasado hasta que se sancione la ley.
“Los salarios universitarios se convierten en la principal válvula de ajuste efectiva sobre los fondos que recibe el sistema”, afirman en un informe, los economistas Javier Curcio y Julián Gabriel Leone, del Instituto Interdisciplinario de Economía Política de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA. Allí mostraron que los sueldos universitarios se ubican 55 puntos porcentuales por debajo de la inflación acumulada hasta julio y, a la vez, 14 puntos porcentuales por debajo de las actualizaciones de los salarios públicos, según el Índice de Salarios relevado por el Indec a mayo.
Desde que comenzó la gestión de Javier Milei, los gremios universitarios consideraron insuficientes todas las actualizaciones que otorgó el Gobierno: 4% en junio, 9% para mayo, 8% en abril, 12% en marzo y en febrero, 16%, seis puntos por encima de lo que marcaba la negociación vigente en ese entonces. Luego, otorgaron 7% de julio. A principio de agosto retomaron la mesa paritaria, que no se reunía desde mayo, y ofrecieron un aumento del 3% para agosto y del 2%, para septiembre.
La pérdida de poder adquisitivo impacta en universo complejo que trabaja en las universidades cuya mayoría son los docentes, que, a su vez tienen diferentes dedicaciones –exclusiva, semiexclusiva y simple– y categorías: titular, asociado, adjunto, jefe de trabajos prácticos y auxiliar de primera.
De acuerdo con los últimos datos oficiales publicados del Anuario Estadístico 2022, del total de 213.658 cargos docentes universitarios, apenas el 10% (21.931) son de dedicación exclusiva, mientras que casi el 70% es de dedicación simple. Es decir solo uno de cada 10 docentes tiene dedicación exclusiva, mientras que siete de cada 10 tienen un cargo simple.
El sueldo de agosto para un docente titular de dedicación exclusiva con 10 años de antigüedad fue $1.661.884,67 y el de un auxiliar con la misma dedicación y antigüedad $930.141,74. Mientras que el salario de un titular con la misma antigüedad, pero de dedicación simple alcanzó los $415.472,19 y el de un auxiliar apenas $186.429,38.
El 87% de los docentes con 10 años de antigüedad cobra un salario por debajo de la línea de pobreza, al igual que el 92% de los docentes sin antigüedad, según un informe realizado por la Universidad Nacional de San Martín (Unsam) y la Universidad Nacional de Río Negro. Concluye que más del 85% de los docentes universitarios están por debajo de la línea de pobreza.
Comparación imposible
No es posible trazar una comparación con las instituciones de gestión privada, que no informan sus cargos docentes, ni sus salarios. Tampoco es posible saber cuál es el total de docentes del sistema universitario porque las estadísticas oficiales informan la sumatoria de personas según universidad; tampoco los cargos que ejerce cada uno.
“Si un docente tiene tres cargos en la UBA aparecerán tres cargos y una persona, pero si un docente tiene tres cargos pero en tres universidades, aparecerán tres cargos y tres personas. Esto es así porque cruzan la base de datos de cada universidad, pero no la de todo el sistema universitario. Por ello el total de personas es la suma de los que trabajan en cada universidad, pero pueden ser menos si se consideran los que trabajan en más de una universidad”, explica Juan Doberti, docente e investigador de la UBA.
“En el sistema, la mayoría de los docentes tiene un cargo simple y esa categoría está en aumento, lo que es una anomalía [a nivel local]”, apunta. Desde 2018, los cargos con dedicación exclusiva apenas aumentaron 1,2%, mientras que los de docencia simple, 13,8%.
Curcio, especialista en monitoreo y evaluación de políticas públicas y en inversión social, es director del Departamento de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, donde es profesor e investigador, apunta: “El salario de docentes simple hoy en la Argentina es un salario que solamente cubre los costos de traslados. Nadie trabaja por el salario en una dedicación simple. Es una referencia base, por curriculum, habilitación a otros tipos de trabajos, pero hay un subsidio de la reputación al salario donde las instituciones y todo el sistema se abusa de alguna manera de tener docentes que no corresponden su trabajo con su salario. Muchos de ellos incluso ad honorem. Hay un abuso del sistema para profesionales con mucha formación, muchos de ellos tienen trabajos bien remunerados en otros sectores y hacen un subsidio con la universidad por reputación o por algún tipo de compromiso con la universidad. La forma de poder resolverlo bien es remunerar por el trabajo”.
“Prácticamente no hay cargos de dedicación exclusiva, volcados a la investigación, y ese es un rasgo bien típico de la universidad argentina”, coincide Roy Hora, doctor en historia e investigador principal del Conicet y profesor en la Universidad Nacional de Quilmes.
Explica que los docentes de dedicación exclusiva, full time en la jerga internacional, son importantes no solo porque investigan sino porque contribuyen a elevar la calidad de la docencia: “Un docente que es investigador implica enseñanza con una bibliografía más actualizada, dominio de los temas que están en la frontera del conocimiento, interacción con colegas que lideran la investigación. La UBA, y en general la universidad pública argentina, no se construyó con ese modelo, sino ante todo como una universidad de enseñanza. Y en las últimas décadas tampoco se reformó en esa dirección. Esto la hace más barata, pero también le pone un techo a la calidad de lo que ofrece”.
“La investigación no tiene un presupuesto importante y tampoco existe un incentivo fuerte para atraer más y mejores investigadores. En Estados Unidos, por ejemplo, para ser un profesor de un departamento también tenés que ser un buen investigador. Si sos buen docente tenés que ser también buen investigador. Acá, hemos armado un sistema en el que la investigación tiende a estar por fuera de las universidades, financiada y concentrada en el Conicet. Hay lazos entre Conicet y las universidades, pero no son muy potentes”, plantea Hora.
“En otros países como Francia o Estados Unidos no existe un organismo de esta envergadura que centralice la investigación. La investigación sucede en la universidad, que la financia y la promociona. Los profesores de Harvard, Yale, o cualquiera de calidad son los principales investigadores del sistema, integrando la docencia y la investigación. La Argentina fue por otro camino, sobre todo en las últimas dos décadas, que fue la expansión del Conicet. Divorció mucho la docencia de la investigación. Creció el Conicet que concentró muchos recursos, en parte a costa de las universidades. Y eso significó una pérdida en términos de la relación entre docencia y la investigación”, señala.
Y analiza: “Es difícil de cambiar porque un sistema con profesores de dedicación parcial es de bajos costos relativos y porque sus instituciones de gobierno tampoco empujan en esa dirección: los grupos que están sentados en los consejos directivos de las facultades, y en el consejo superior, representan ante todo a la universidad de la enseñanza, sus intereses están focalizados en la problemática de la docencia. Tampoco más arriba hay grandes estímulos para cambiar. Por ejemplo, uno de los factores que determina cómo se reparten los recursos entre casas de estudio es la cantidad de alumnos, que pesa mucho más que la cantidad y la calidad de los papers producidos por los docentes-investigadores”.
Otras noticias de Universidades
Más leídas de Sociedad
“Un aumento sostenido”. Las tres razones por las que un hospital universitario registra un boom de demanda
Quejas y mucho enojo. Ya comenzó el paro escalonado de subtes: a qué hora interrumpe el servicio cada línea
Crisis educativa. Preocupa que menos de la mitad del país cuenta con datos fehacientes de sus estudiantes
¿Cuáles son? El Gobierno adelantó las fechas de los días no laborales con fines turísticos de 2025