Pedro, Lucía y un trasplante poco común que se convirtió en un acto de amor
La cirugía de ella duró doce horas. La de él, ocho. No los relacionaba nada y ahora son casi uno. Porque él, que podría llamarse Pedro, le donó a ella, que llamaremos Lucía y es apenas una bebé de 21 meses, parte de su hígado. Pedro es casi una rareza: donante de órganos vivo no relacionado familiarmente con la receptora. Tal es así que la Justicia entrerriana tuvo que autorizar la operación. Era la única posibilidad que Lucía tenía para sobrevivir.
El trasplante se realizó el 28 de febrero en el Hospital Gutiérrez. La niña, que había sido abandonada por su madre, fue criada en el sur entrerriano por una vecina que la adoptó. Él vive en el Delta del Paraná.
Pedro -en el expediente figura solo con iniciales para proteger la identidad de la paciente- no es pariente de la beba. Se trata de un hombre del pueblo, un trabajador cuyo hermano y cuñada tienen en guarda a Lucía, a quien quieren adoptar. Tenía claro que se sometería a una intervención compleja y aceptaba las complicaciones que podían surgir. "Ella ya es como mi sobrina. Ella es familia", decía, seguro.
La historia tiene sus bemoles. Lucía nació en junio de 2016 en Ceibas, sur entrerriano. Su madre la abandonó de inmediato. La niña quedó a cargo del matrimonio vecino [digamos, Juan y María], quienes aceptaron a la beba y la cuidaron. A los tres meses, Lucía fue diagnosticada de atresia de vía biliar extrahepática. Su hígado no producía bilis, indispensable para digerir los alimentos. Una afección crónica y progresiva que demandó tratamiento frecuente en el Servicio de Pediatría del Hospital de Niños "Ricardo Gutiérrez", en Buenos Aires. Allí se le practicó una cirugía llamada "Kasai" que no dio resultados. La prescripción médica fue contundente: trasplante de hígado, "único tratamiento" para "garantizar la sobrevida" de Lucía.
Juan y María decidieron adoptar a Lucía. Pero la ley prohíbe la entrega directa de bebés, entre otras razones para evitar el robo y el comercio. Se requiere inscripción en el Registro de Adoptantes y aguardar en listas de espera. Dadas las necesidades especiales de Lucía, el caso llegó al Consejo Provincial del Niño, el Adolescente y la Familia (Copnaf), que resolvió que Juan y María tuvieran a la pequeña en "guarda". En junio de 2017 se aprobó además el estatus de adoptabilidad de la bebé.
En la historia entran en juego una tía de Lucía, quien inicialmente se interesó en "hacerse cargo" pero luego, al conocer las complicaciones de salud, resolvió "no reclamar a la niña". Lo mismo sus abuelos.
En tanto, la condición de Lucía se volvió urgente y los futuros padres adoptivos se hicieron pruebas de compatibilidad para ser donantes, que resultaron negativas. Fue entonces cuando Pedro, hermano de Juan, decidió probar. Y resultó compatible.
El artículo 15 de la Ley de Trasplantes de Órganos y Materiales Anatómicos (24.193) dispone que "solo estará permitida la ablación de órganos o materiales anatómicos en vida con fines de trasplante (…) en caso de que el receptor sea su pariente consanguíneo o por adopción hasta el cuarto grado". Esto, para evitar el comercio de órganos. Sin embargo, en el art. 56, la misma ley prevé que el juez puede autorizar "la donación de órganos entre personas vivas no relacionadas por un determinado parentesco", siempre y cuando el acto "revista carácter extrapatrimonial".
Así que Pedro se presentó ante el Juzgado Civil, Comercial y del Trabajo de Villa Paranacito, a cargo del juez Agustín Weimberg, y pidió la excepción. Dijo que lo hacía "de corazón". En la carátula del expediente 692/17 se lee "Sumarísimo": la cirugía de trasplante estaba programada para el 3 de enero último, aunque la evolución de la paciente obligó a posponer la fecha. El juzgado solicitó pericias psiquiátricas y psicológicas para Pedro e intervinieron una operadora social y el Ministerio Público Fiscal. En el Hospital Gutiérrez, los médicos le explicaron procedimientos y riesgos.
Antecedentes
El martes 26 de diciembre se promovió el trámite en el Juzgado y el juez Weimberg resolvió a favor de Pedro el jueves 28. Destacó que era evidente "la absoluta libertad en la decisión del oferente", y que "son los lazos familiares y la solidaridad" las razones que lo movilizan a ser dador.
El primer trasplante hepático de donante vivo se realizó hace 29 años en Australia. En la Argentina, el primero tuvo lugar en el año 2000. En un 98% de los casos, son parientes de los pacientes. Pedro, el donante de esta historia, pertenece al escaso 2% restante. A los donantes no relacionados por parentesco se los llama "buenos samaritanos".
La Argentina lidera el número de trasplantes en América Latina: 41 por millón de habitantes. En 2017 se realizaron en el país 2500 trasplantes, de los cuales, 253 fueron hepáticos. De estos, 22 fueron de donante vivo y muy pocos de donantes vivos no relacionados con el receptor. Los casos más resonantes son el de Jorge Lanata y su trasplante cruzado de riñón, y el de Sandra Mihanovich, quien donó un riñón a su ahijada.
En cuanto a María, no se mueve de al lado de su beba en el Hospital Gutiérrez. Enfrentan meses de recuperación y han aparecido algunas complicaciones. "Estoy feliz. Porque me costó mucho llegar a la guarda con fines adoptivos. Luego, conseguir el donante. Y nunca pensé que en el Juzgado iban a responder tan rápido", dice. No tiene miedo de lo que viene: "Más bien estoy ansiosa y tengo mucha fe en Dios y en que todo va a salir bien", asegura.
¿Y Pedro? Dolorido. Volviendo a la normalidad. Su donación a Lucía sienta jurisprudencia en la provincia de Entre Ríos. Y su solidaridad sienta esperanza para todos.