Paul Johnson: "El problema de los países latinoamericanos es el de las oportunidades perdidas"
El historiador británico revisa el convulsionado siglo XX e imagina un siglo XXI muy distinto del que ya empezó
07.01.1990
Texto: Germán Sopeña - Foto: Laura Hodgson/Archivo
LONDRES.-Todo hecho humano hace historia. Pero hay ciertos momentos particulares en los que la sensación de un vértigo histórico, de una aceleración de hechos que marcarán los tiempos futuros, resulta particularmente notoria.
Seguramente, el número 1989 quedará registrado como uno de esos momentos. Un solo acontecimiento basta para darle esa categoría: el vendaval que sacudió al Este europeo y provocó la caída en dominó de regímenes y líderes que parecían inamovibles.
Todo será distinto en Europa, y en el mundo, a partir de esos acontecimientos.
¿Cómo los vive un historiador? ¿Y más aún, un historiador de los tiempos contemporáneos?
Paul Johnson, mundialmente celebrado por su magnífica síntesis del siglo XX -Tiempos modernos- es acaso uno de esos observadores de los grandes ciclos que puede arriesgar una estimación de los años por venir.
No es un pesimista. A diferencia de otros historiadores que han observado el fenómeno del totalitarismo y los abusos del Estado contra el individuo, Paul Johnson tiende a creer que tras un siglo XX de enormes tragedias, se abre nuevamente un período de esperanzas.
Este inglés católico liberal y europeísta, estudioso de las historias del cristianismo y el judaísmo, analista del mundo contemporáneo y enemigo declarado del Estado, transmite el encanto del intelectual capaz de ser sencillo y directo. Así razona y así escribe, "sin sentir vergüenza por escribir para todos".
En su pequeña casa del barrio londinense de Bayswater recibió a LA NACION para reflexionar sobre los diez años que faltan para concluir el siglo.
Lo que vendrá lo atrae tanto como lo que sucedió. Y lo ve con una buena cuota de esperanza en un mejoramiento de las condiciones de vida del individuo, indisolublemente, ligado al resurgimiento de las economías de mercado. Lo que sigue es la transcripción del diálogo mantenido.
-Si el siglo XX ha sido, ciertamente, el siglo de los totalitarismos, ¿qué explica, a su criterio, esa difusión del totalitarismo cuando los dos siglos precedentes habían alentado tantas esperanzas de progreso hacia mayores libertades individuales y colectivas?
-Sin duda, una de las primeras causas fue la Primera Guerra Mundial, que ha sido una de las peores tragedias de guerra de la historia universal. Es verdad, los valores de libertad de la civilización occidental habían permitido grandes esperanzas a fines del siglo XIX. Es verdad que aún subsistían viejos imperios que no eran perfectos, pero que habían logrado mejorar las condiciones de vida de mucha gente en todo el planeta. La Primera Guerra Mundial fue entonces, lo que podríamos llamar el suicidio de Europa. La Segunda Guerra Mundial fue una consecuencia de la primera, y debemos considerar al período 1914-1945 como una unidad, con la interrupción de un período de paz precaria en el ínterin. La causa principal de ese gran período bélico fue la incapacidad de toda Europa para contener las ambiciones de Alemania. En 1914, Alemania provocó a su modo la guerra por temor a que el crecimiento económico de la Rusia zarista -que a pesar de sus problemas internos tenía ya un crecimiento económico anual superior inclusive al de los Estados Unidos- se tradujera en período militar. Esa forma de suicidio europeo es la que abrió paso al totalitarismo, uya sea el comunismo o el fascismo, que son casi lo mismo si recordamos que el fascismo de Mussolini era, en realidad, una herejía marxista y nada más que eso. Ambos son totalitarismo de izquiera, más nacionalista el fascimo, más internacionalista el comunista. Pero ambos dominaron gran parte del siglo, lo cual no es ilógico si constatamos que Europa occidental estaba en ruinas e impotente en 1945, y que si los soviéticos no impsuieron el totalistarismo en toda Europa fue simplemente porque se encontraban en esta parte las tropas norteamericanas. Pero lo que sucedió, a partir de 1945, en Europa occidental es alentador y esplica, por fin, cuarenta y cinco años después, lo que sucede hoy en los países del Este. Lo que pasó en estos cuarenta años es la sorprendente recuperación económica de la región occidental que alcanzó una riqueza jamás conocida anteriormente, y -más importante aún- profundamente distribuida entre todos los sectores sociales. Esto es lo que ha permitido que países como España, Portugal o Grecia se incorporaran a la categoría de democracias plenas. Esto es lo que permite hoy imaginar, con cierta esperanza, que a fines de 1990 también los países del este europeo se transformen en Estados de derecho democrático. Es un fin de siglo alentador luego de haber sufrido los efectos del totalitarismo durante la mayor parte del siglo XX.
-¿Marca la evolución del Este un punto de inflexión histórico a su juicio?
-Sí, creo que es un punto de inflexión. Pero toda la década del 80 ha sido particularmente feliz para el desarrollo de las libertades porque en estos diez años se produjo la notable recuperación del capitalismo como sistema de producción. Creo que lo que hoy propone Gorbachov, por ejemplo, está inevitablemente influido por lo que Ronald Reagan o Margaret Thatcher defendieron desde comienzos de los años ?80. La coincidencia feliz de estos años es que, además del "revival" del capitalismo, al mismo tiempo se pudo observar que el sistema de producción marxista era un fracaso absoluto. Probablemente, el último rincón del mundo que aún no ha advertido esta evolcuión de los ?80 debe ser algún campos universitarios de los Estados Unidos o de Inglaterra. Pero eso suele suceder.
-¿Cree usted que parte del auge del totalitarismo del siglo XX se debe a que muchos líderes del mundo democrático occidental dudaron en promover o defender los valores propios de la democracia liberal?
-Esto es verdad. Mucha gente dudó en atacar al totalitarismo en el terreno de los valores que es donde, precisamente, puede pregonarse la superioridad del sistema occidental. recuerde usted cómo se ridiculizó a Reagan cuando, al comenzar su primera presidencia, atacó al sistema marxista soviético como "el imperio del mal". Al cabo de diez años, esa noción de "sistema maligno" ha sido admitida hasta por los propios dirigentes del Este que hoy tratan de desmantelarlo por completo, aunque no lo digan abiertamente.
-Pero, ¿pueden desmantelar totalmente el sistema soviético?
-Hasta ahora, la Unión Soviética ha hecho una cosa efectiva: renunciar a la doctrina Brezhnev que era prácticamente, la continuidad de la doctrina stalinista, vale decir la doctrina de intervenir militarmente cada vez que hubiera alguna turbulencia grande en cualquiera de sus Estados satélites. Esto se quebró tras la experiencia de Afganistán. Lo que queda por saber es si también podrán renunciar al leninismo. Hasta ahora, todas las contramarchas o las denuncias de desviacionismo o crímenes de cualquier tipo se atribuyeron al stalinismo. Lenin, en cambuio, sigue siendo considerado, en cierta forma, como el padre de la patria soviética. Ahora bien, también es perfectamente evidente que ningún sistema socioeconómico basado en el leninismo puede alcanzar la prosperidad. Gorbachov debe ser conciente de que no es posible lograr el cambio de sociedad y de economía que él pregona sin abandonar los principios del leninismo porque si no su idea de reforma fracasará. Pero las preguntas son, entonces: ¿podrá Gorbachov llevar al partido detrás suyo alejándose del leninismo? Y la otra: ¿puede existir el Partido Comunista sin el leninismo? Esto es lo que no sabemos por ahora.
-¿Cree que un comunismo sin leninismo perdería toda su legitimidad?
-Creo que sí. Pero como han sucedido tantas cosas que en algún momento parecían impensables, no sabemos bien qué puede suceder en el futuro próximo en este aspecto.
-En su opinión, ¿qué deterioró más la fuerza del comunismo en los últimos 10 años? ¿Los avances técnico-económicos del sistema liberal occidental o la evidencia de límites a la libertad individual y política bajo el comunismo?
-En el fondo, todos sabíamos que el sistema no podía durar para siempre y que, más tarde o más temprano, llegaría a un colapso como resultado de lo antinatural de su funcionamiento. Pienso que los factores que lo afectaron de muerte fueron: 1) El resurgimiento del capitalismo en los años 80 después de la mala década de los 70. 2) La determinación de los países de la OTAN de colocar misiles intermedios en Europa para restablecer el equilibrio euroestratégico, lo cual colocó a la Unión Soviética ante la imposibilidad económica de hacer frente al esfuerzo occidental. En términos cuantitativos, este factor es probablemente el más importante de todos. 3) El costo de la guerra de Afganistán, que fue muy alto en vidas humanas y en términos financieros para una economía débil y enferma. Pero el mayor problema actual, para la Unión Soviética, es que no logra resolver su crónico problema económico. por el contrario, las reformas de la perestroika parecen agravar la situación.
-¿Por qué cree que la perestroika no obtiene los resultados esperados en la econonía?
-Creo que el principal problema es que el trabajador soviético no tiene suficientes incentivos para trabajar. Una vez que ha dismminuido la presión del temor -porque la KGB ya no es lo que era en una época- no parece que la simple exhortación a la productividad tenga mucho efecto sobre el trabajador promedio.
Años atrás, antes de que comenzara la ola privatizadora en el mundo, el pensador francés Raymond Aron sostenía que el problema de nacionalizar empresas era que después resultaba casi imposible volver a transformarlas en actividades privadas. Esto quedó parcialmente desmentido en países occidentales, pero no en el mundo soviético, ¿puede ser acaso imrpobable que la economía comunista totalmente estatizada se tranforme en una economía de propiedad privada?
-Ciertamente. En países de economía mixta, con presencia de capitales privados, es muy factible privatizar empresas enteras. Pero en una economía totalmente socialista, con precios irreales, cualquier tentativa de retorno aun sistema de mercado tiene la gran desventaja inicial d eun aumento de precios en búsqueda de su nivel real. Cuando el hombre común tiene que pagar más cara la nafta, el pan o la leche, su reacción inmediata es suponer que "esto no anda, era mejor el viejo sistema". Ese es el dilema que enfrenta hoy Gorbachov. Y no se puede olvidar que Rusia no conoce prácticamente el capitalismo desde 1910 en adelante y que, en el interin, el capitalismo se ha transformado totalmente en los países en los que opera.
-¿Cuál es, entonces, su previsión para los próximos 10 años?
-Bueno... una cosa que va a suceder es que Europa occidental tendrá que financiar la reintroducción de una economía de mercado en Europa oriental. Esto resultará caro, pero es una de esas tareas que estimulan la actividad y la economía misma, o sea que puede producir un nuevo "boom" global de los años ?90. Pero será un proceso difícil, y especialmente complejo por las dificultades que presentará la transformación de la propia Rusia. El otro factor de importancia es la gran oportunidad que se presenta con una muerte definitiva de la guerra fría. Si hay efectivamente un gran desarme, los fondos disponibles que resultarían de reducir en escala los aparatos militares en el Este y el Oeste podrían destinarse a la reconstrucción capitalista de Europa oriental. Esto es lo que los países occidentales deben alentar y estimular en los años que faltan para terminar el siglo.
-¿Qué evolución percibe para los países latinoamericanos en este contexto mundial que usted describe?
-El problema de los países latinoamericano bien puede ser considerado como el de "las oportunidades perdidas", más grave, en cierta forma, que el de los países del Este europeo porque no hubo condicionantes externos tan obligatorios. Quizás el caso límite de la propia Argentina, que había llegado a conocer los beneficios de un sistema de mercado y de integración en la economía mundial y que lo rechazó rotundamente después de la Segunda Guerra Mundial con el gobierno de Perón. Eso produjo un retroceso que a muchos parece increíble dadas las condiciones del país, pero que es un verdadero símbolo de un proceso generalizado en todos los países latinoamericanos. Tiendo a ser optimismo, sin embargo. Creo que las evidencias mundiales también llegarán a América latina. Y esto significa que perderán influencia los Estados y se retornará, inevitablemente, a economías de mercado.
-Y en otro extremo del globlo, ¿qué significa el resurgimiento del fundamentalismo islámico? ¿Se encuentra allí la nueva amenaza al sistema de valores occidentales, acaso más fuerte que lo que significó el comunismo durante la mayor parte del siglo XX? ¿Será un desafío del siglo XXI?
-No creo que sea un desafío mayor. Lo que sucede en el mundo islámico es un espasmo de corta duración. Digamos 15 años, por citar una cifra. Luego, su declinación será rápida.
Bio
Profesión: historiador, escritor y periodista
Edad: 86 años
Autor de Tiempos modernos, su gran retrato del siglo XX, escribió más de 30 obras. Colaboró con The Spectator y Forbes. En 2006, recibió la Medalla de la Libertad, el máximo galardón civil de los Estados Unidos. Nació en Manchester, Gran Bretaña en 1928. Se formó en la Universidad de Oxford.
Del archivo
Entrevista publicada en la sección Temasde Historia Contemporánea, que publicabael diario LA NACION
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