Patti Smith y la obstinación de una mujer valiente
Cuando Patti Smith recibió la noticia de la muerte de su gran amigo, Robert Mapplethorpe (el fotógrafo que le tomó el retrato para la portada de su álbum debut, Horses), se quedó inmóvil, paralizada. En ese instante, en el que Edward -el hermano del carismático artista- le contaba que le había dado un último beso de su parte, sonaba Vissi D’Arte, el aria de la ópera Tosca que dice: "He vivido para el amor, he vivido para el arte". Una imagen que pintaba de cuerpo entero a estos dos seres unidos por la admiración mutua e incondicional y por la necesidad de crear. Dos artistas que habían nacido, ambos, un lunes de 1946.
El miércoles 28 de febrero, yo estaba sentada en una butaca del CCK, a la espera del recital, y recordaba ese comienzo del libro Just Kids, un homenaje que Smith le escribió a su amigo Mapplethorpe. Ansiosa y feliz por poder cumplir uno de los sueños que más perseguí: ver en un escenario y en persona a la "madrina del punk". Había tratado de coincidir en algún viaje a Nueva York, comprar una entrada y asistir a uno de sus shows, pero nunca se dio. Esta vez ella estaba aquí, presente, arriba del escenario con su pelo largo y gris, sus brazos longilíneos, vestida de negro, con botas bajas. Como si no se hubiera detenido a pensar en lo que generalmente la gente piensa antes de hacer un show. Ahí estaba, sencilla, sincera; aunque con una fuerza irreductible. Pura, intacta, genuina. Tanto, que la armonía se sintió desde el principio.
Junto a Alberto Manguel, el director de la Biblioteca Nacional, y Guillermo Kuitca, uno de los artistas argentinos contemporáneos más extraordinarios, quien fue el propiciador de la movida, acompañada por el guitarrista y pianista Tony Shanahan, la mítica poeta, una de las mujeres más influyentes de la historia del rock, apareció detrás del telón para inocularnos su paz. En el mes de la mujer, la presencia de una precursora nos interpela sobre la lucha que aún continúa, la insistencia que ejercemos las mujeres, cada una en su ámbito, desde su propio lugar. Trabajando, capacitándonos, respetándonos y exigiendo respeto. Su impronta creó un clima sereno que nos fue llevando por algunos rasgos de su historia y su personalidad.
Para empezar, contó que la lectura era su juego desde siempre. Llevaba la esencia de su madre, quien le enseñó a leer a los 4 años, antes de ir al colegio. También leí en Just Kids cómo inició su amor por las palabras: "Me quedaba sentada a sus pies, viéndola tomar café, fumar con un libro en su regazo. Aunque aún no iba a la guardería me gustaba mirar sus libros, acariciar las páginas, saber qué contenían. Cuando mi madre se dio cuenta de que había escondido uno de sus libros debajo de la almohada, con la esperanza de absorber su significado, se sentó conmigo y comenzó el laborioso proceso de enseñarme a leer". Su madre le entregó la fuerza de las palabras que la condujeron hacia un poeta como Arthur Rimbaud, a quien señaló como influyente en su incursión en la poesía. Sin contar a William Blake, que la transportó y se convirtió en el autor de su primera canción poética, The Tiger, vital para su camino como cantante.
Sus sueños fueron constructores de palabras, canciones, libros. "Sueño todo el tiempo, camino soñando, cuando escribo, para mí siempre fueron muy importantes. Incluso hoy, como escritora, cuando paso momentos difíciles lo único con lo que puedo contar es con mis sueños". Una oportunidad de moverse en dos mundos al mismo tiempo, borrando la línea que separa la realidad de la creación. Esa persistencia que no cesa, que la mantiene viva, que la cautiva. La insistencia en la invención, la prepotencia que la hizo ser parte del centro neurálgico del arte en la Nueva York de los 70. Protagonista de un mundo donde reinaban Allen Ginsberg, Andy Worhol y sus chicos. Horses, su primer álbum, nace de manera orgánica e impacta al mundo. Patti era una feminista natural y saca un disco que trata sobre la libertad en todos sus niveles, que se convirtió en un verdadero alegato feminista. Horses es sólo una muestra de la obstinación de una mujer valiente.
Nada la sorprende, ha vivido todo. Un pañuelo color verde (símbolo de la lucha por el aborto legal) llegó hasta ella, lo tomó con ternura en el escenario, lo guardó en su atril y aprovecho para decir: "Es hora de que las personas de todos los géneros se unan para provocar un verdadero cambio (…) Tenemos que cuidar a las mujeres, sobre todo a las más jóvenes (…) Tenemos que escuchar a nuestras mujeres y estar atentos a sus necesidades, porque en realidad no hay una respuesta correcta". En realidad, hay una respuesta para cada una, personal y única. Como lo es la vida de Patti Smith, una mujer poderosa que desde niña tenía la necesidad de ser ella misma. A pesar de la melancolía.
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