Lejos de cualquier fantasía, el dinero no les sobra, pero destacan la estabilidad económica lograda a costa de mucho sacrificio; con perfil profesional, la mayoría apostó a emprendimientos gastronómicos que resultaron exitosos; los números de la nación admirada por el Presidente
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DUBLÍN.- Caminar por las calles de algún barrio de Dublín puede sorprender con aromas y sabores de comidas argentinas. Locales pequeños y coloridos en los que se escuchan un “che” o un “dale” al rato de entrar aparecen entre edificios grises. Si bien Irlanda no está entre los países que reciben más inmigrantes argentinos, sus historias de vida cobraron un mayor interés desde que el presidente Javier Milei ponderó el modelo irlandés y lo describió como su norte.
La vida acá garantiza tranquilidad financiera, sin sobresaltos ni noticias permanentes sobre los índices económicos. Pero nada es idílico: para los que recién arriban, hay un camino para recorrer que se puede hacer cuesta arriba, mientras que los que están asentados tienen que hacer grandes sacrificios para sostener a sus familias. A modo de ejemplo, con buen dominio de inglés y calificación profesional, la hora se paga a partir de €12,70 y el sueldo básico es de €2100 que, sin los impuestos del 20%, resultan €1700 en mano. ¿Cómo ponerlo en contexto? Un alquiler mínimo ronda los €700 y un departamento de dos ambientes se ubica alrededor de los €1500, lo que hace que muchos de los que llegan compartan la vivienda con desconocidos.
Florencia Matán y Benjamín Pugliese tienen su propio negocio y, aunque resulte irónico, agradecen algunas condiciones que se dieron durante la pandemia porque marcaron su suerte. “En marzo de 2020, yo trabajaba en forma remota para una plataforma y Benja, en un café al que yo le vendía tortas”, recuerda la publicista de 40 años y mamá de tres hijos. Había llegado a Irlanda en 2012, con la idea de hacer un curso de inglés y regresar, pero conoció a Benjamín, un deportólogo argentino que había arribado un año antes, se enamoraron y en 2014 se casaron.
“Benja se quedó sin trabajo por la pandemia y se nos ocurrió hacer medialunas para venderlas a través de las redes. La demanda explotó y los pedidos nos sobrepasaban”, señala Florencia. Sumaron empanadas, alfajores y cajas de regalos. A mediados de 2021, se animaron a abrir su propio local, Bakeology, que fueron ampliando y que hoy está siempre repleto. “Trabajamos muchas horas fuera de casa y tuvimos que armar mucha logística con los chicos, pero estamos contentos con los resultados”, comenta. Aunque hacen un gran esfuerzo para mantener el emprendimiento, aseguran que pueden sentir la tan ansiada seguridad económica que muchos buscan al mudarse al exterior.
Más consultas por Irlanda como destino
En una entrevista con el Financial Times, en agosto pasado, Milei sorprendió con sus referencias a Irlanda, y los elogios a su modelo se repitieron en posteriores intervenciones. “Ellos hicieron reformas y su PBI por habitante se ha más que sextuplicado en los últimos 30 años; me gustaría que la Argentina se parezca a Irlanda”, afirmó en tiempos de campaña electoral al diario británico. “Sin dudas, la mención de Irlanda como modelo ha despertado el interés en distintos ámbitos, así como un incremento en las consultas del público en el último tiempo”, señala Deirdre O’Flaherty, cónsul de la embajada de Irlanda en la Argentina.
Los elogios del Presidente al “modelo irlandés” como un ejemplo de lo que debería hacer la Argentina despertó la atención del gobierno de Dublín, interesado en capitalizar de algún modo esa consideración. De hecho, la diplomacia irlandesa sigue de cerca el proceso y analiza oportunidades para tratar de llevar a un plano concreto ese discurso.
Si bien no hay datos oficiales, se calcula que hay cerca de 500.000 descendientes de irlandeses en el país, que llegaron a mediados del siglo XIX y formaron la diáspora más grande en países que no hablan inglés. “La Argentina tiene la comunidad irlandesa más grande de Latinoamérica”, destaca O’Flaherty.
Respecto a los argentinos que en las últimas décadas se instalaron en Irlanda en busca de mejores horizontes, la embajadora argentina en este país, Ana Laura Cachaza, comenta: “Los que llegan para quedarse tienen entre 25 y 45 años y un perfil profesional”. La falta de cifras exactas sobre la cantidad de compatriotas que viven acá se debe a que la mayoría ingresa con pasaportes españoles o italianos. Sí tienen la lista de empadronados, los que están habilitados para votar, y son apenas 1039, aunque el censo irlandés de 2022 declara que son 2904 residentes. “Nosotros calculamos que debe ser el doble de ese número, ya que hay muchos que no tienen domicilios fijos y rotan mucho”, indica la diplomática.
Sebastián Cooke, dueño del South American Shop, un local de productos argentinos en pleno centro de Dublín, coincide con Cachaza. “Nosotros somos un termómetro en esta ciudad y creo que cada año aumenta un 20% la cantidad de argentinos que llegan”, dice detrás de un mostrador desde el que se pueden identificar marcas conocidas de yerba, polenta, tapas para empanadas, galletitas y dulce de membrillo.
“Los argentinos que vienen al negocio no solo lo hacen para comprar, sino para charlar un poco en nuestro acento”, añade este licenciado en Comercio Exterior que viajó en 2009 con la idea de hacer una experiencia y cortar un poco su rutina laboral. “Yo tenía un excelente trabajo, pero quise un cambio y, al final, me gustó y me quedé”, explica. Las ventas de yerba y dulce de leche baten récords entre sus productos. Luego del Mundial de 2022, sumó equipos de mates por la popularidad que ganaron gracias a las figuras del deporte que los difunden. A la hora de comparar las oportunidades entre ambos países, resume: “Pasé de ser empleado, ganando bien, a ser dueño de un negocio”.
Los números que exhibe Irlanda, resaltados por Milei, resultan más que atractivos, con una economía que ha crecido de manera exponencial. Sin embargo, deben ser leídos en su particular contexto. Los estudios académicos explican que no se puede soslayar la decisión del gobierno de bajar los impuestos corporativos del 40% al 12,5% en 2003, lo que llevó a que se establecieran en este país más de 1500 multinacionales, entre ellas la mayoría de las principales empresas tecnológicas -como Facebook, Google, Amazon o TikTok-, farmacéuticas y empresas de arrendamiento de aviones.
Mientras que en 1990 el PBI per cápita era de €10.331, en 2023 alcanzó los €95.290, y el superávit fiscal fue de casi 11.000 millones de dólares. Pero, por el singular escenario generado, la Oficina de Estadísticas de Irlanda se vio obligada a empezar a utilizar un índice alternativo para medir la realidad económica, el Ingreso Nacional Bruto Modificado, que resta al PBI las variaciones por propiedad intelectual, arrendamiento de aeronaves y la renta neta de compañías públicas extranjeras redomiciliadas en Irlanda. Dio casi la mitad.
¿Por qué Irlanda?
Más del 35% de los inmigrantes argentinos desarrollan proyectos gastronómicos, de acuerdo a la información que brinda una incipiente cámara de emprendedores. Le sigue un 17% que se dedica al negocio online mientras cerca del 8% trabaja en tecnología.
Gonzalo Faura dirige hace 15 años una empresa de software y señala que, en sus búsquedas de personal, entrevista a muchos argentinos “que están muy bien formados y con un nivel de inglés bastante avanzado”. Agrega que hay muchos desarrolladores trabajando en las big tech instaladas en este país y que nota un aumento significativo en el último año. “Cuando llegué, los contaba con los dedos de la mano”, describe.
Más allá de la estabilidad económica, las facilidades que presenta Irlanda tientan a más de un joven argentino: desde hace algunos años, ofrece visas de trabajo y de estudio. Working Holiday, dirigida a 200 ciudadanos por año que sean menores de 35 años, contempla la posibilidad de trabajar hasta 40 horas semanales durante 12 meses. La segunda, Work & Study, tiene 8 meses de duración y es renovable hasta dos veces más, con la posibilidad de trabajar hasta 20 horas semanales, sin establecer límites de edad.
Ambas exigen tener financiamiento propio para ingresar y permanecer en el país, por lo menos hasta conseguir un trabajo. En 2016, Carina Rivero Artus tramitó esta última visa porque, igual que Sebastián, tenía un buen trabajo pero quiso hacer una pausa en su carrera de abogada penalista. Terminó quedándose a vivir acá.
Carina logró fundar su propia empresa: Vagamundo. Se trata de una agencia de intercambios para un público latinoamericano, que ofrece cursos de inglés y además gestiona los trámites antes y durante la estadía para agilizar los tiempos que lleva abrir una cuenta bancaria, buscar alojamiento, solicitar una identificación tributaria y encontrar trabajo. “Me di cuenta de que podía profesionalizar algo que hacía todo el tiempo con gente que me consultaba por las redes o mensajes”, dice esta abogada de 38 años, que ya trajo a 2500 personas a hacer la experiencia en este país.
“No fue fácil”
María Peart, a quien todos llaman Mery, es una de las que llegó a Dublín de la mano de Vagamundo. Arribó el 6 de marzo de 2020, apenas unos días antes de que se decretara el aislamiento obligatorio por la pandemia. Había perdido su trabajo y, con 30 años, pensó que era un buen momento para viajar y mejorar su inglés.
Renovó dos veces más su visa de 8 meses y fue durante ese tiempo que conoció a Craig, su actual marido, un irlandés que habla español y está familiarizado con la cultura argentina por sus viajes a Latinoamérica. Con dos hijos, se mudaron de Dublín a Meath, un pueblo a una hora de distancia. Es que el valor de la vivienda es uno de los grandes problemas en la capital irlandesa. El costo de vida también es alto. Con gastos moderados, una persona necesita no menos de €1500. Si se trata de una familia, este número es mucho mayor.
Apenas se mudó al interior, todo fue cuesta arriba para Mery. “No fue fácil. Primero, vendí tortas desde mi casa, pero esta es una zona muy rural y tenía que ir adaptando lo que yo quería ofrecer a lo que ellos acostumbran comer”, recuerda la licenciada en Recursos Humanos, de 34 años, y que siempre disfrutó de cocinar. En 2023, ante la buena respuesta del público, abrió con Craig un café pequeño, Bacus, en el que conviven los muffins con los alfajores y los scones con las medialunas.
“Fue un desafío grande porque acá no hay argentinos y logré que amaran el dulce de leche”, comenta Mery. Ella y su marido se encargan de atender el negocio de lunes a viernes y, durante el fin de semana, lo hacen dos empleados “para poder tener una vida en familia”. A las 5 de la mañana arranca su jornada laboral horneando las masas que deja preparadas desde la noche anterior para abrir el local a las 7 en punto.
“Al principio fueron años muy duros, pero mi balance es positivo si comparo cómo sería mi vida en la Argentina. Acá, tenemos capacidad de ahorro”, resume Mery.
Del otro lado del país, sobre la costa atlántica, en la turística ciudad de Killarney, Pamela Neumann y Facundo Rodulfo se hicieron famosos por sus pizzas. “Cuando llegamos desde Mallorca no conseguíamos nada y nos costó mucho acostumbrarnos a Irlanda”, reconoce Pamela, que había emigrado con su marido y sus tres hijos a España en 2015.
“Nuestro cuarto hijo nació en Mallorca, pero queríamos un cambio, allá estaba todo inventado”, agrega la licenciada en Relaciones Internacionales, de 40 años, que trabajaba para una mayorista de hoteles. El giro llegó en 2021 cuando, junto a Facundo, crearon Tango Street Food, un carrito de comidas en el que preparaban pizzas al estilo argentino.
El éxito fue inmediato y, en 2022, se mudaron a un pequeño local en el que ampliaron su menú. Sorprendieron con postres con dulce de leche y otros sabores. En 2023, lograron la gran expansión: pasaron a tener 100 mesas y sumaron asado, provoleta, chorizo y morcilla a la carta. Así nació la primera parrilla argentina en Irlanda.
“Lo que más me gustó de este país es que la forma de criar a los chicos es igual a la que tuvimos nosotros en nuestra infancia allá”, explica Pamela, aunque también señala que el ritmo de trabajo que llevan les deja muy poco tiempo para estar en familia, algo que se replica en todos los testimonios. “Facundo está todo el día en el local y yo tengo que ocuparme de los chicos. No tenemos ayuda de nadie y se extraña a la familia”, añade.
Los entrevistados coinciden en que ganaron estabilidad económica, aunque haciendo grandes sacrificios, y con el precio de estar lejos de los afectos. Facundo y Pamela recién pudieron regresar el verano pasado a nuestro país. “No veíamos a la familia desde 2015, cuando nos fuimos”, repasa ella. Sin embargo, sigue eligiendo Irlanda para vivir y apostar. “En la Argentina, nunca podríamos haber alcanzado lo que hoy tenemos”, asegura.
Lejos de cualquier fantasía, el dinero no les sobra y los viajes para visitar a la familia les resultan muy costosos. “Cuando nace un hijo, estamos solos”, dice Florencia, que extraña las mesas largas, con primos, tíos, abuelos y amigos.
“Yo escucho la radio argentina todo el día”, cuenta Mery, con un dejo de nostalgia. Pero enseguida aclara que logró dejar atrás las típicas preocupaciones que podría tener en nuestro país: “Una parte de mi cerebro se apagó y no pienso más en la inflación”.
Varios de los entrevistados para esta nota crearon hace dos años el Club argentino-irlandés y desde allí organizan eventos, viajes y reuniones semanales, además de peñas que son visitadas por los músicos argentinos que están de paso por Irlanda. El origen está siempre presente.
Con un pie acá y otro allá, todos piensan en la Argentina y transforman sus sabores y costumbres en una forma de ganarse la vida, además de una manera de sentir más cerca su país.
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