Paro General | Los motivos de los que hoy sí trabajaron, en primera persona: “El perjudicado es el empleado”
Muchos dueños de comercios decidieron abrir y organizar el traslado del personal; también trabajadores independientes emprendieron el día laboral como habitualmente.
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La adhesión no fue total. Si bien el centro porteño fue notorio el cierre de los locales comerciales, en distintos barrios de la ciudad hubo actividad comercial, desde carnicerías hasta farmacias. Un ejemplo claro se corroboró sobre la calle Juramento, entre Libertador y Montañeses, en Belgrano, solo dos negocios con persianas bajas delataban que hoy es el segundo paro general de la CGT en la gestión de Javier Milei. Allí, como en otros rincones porteños, muchos dueños decidieron abrir y organizar el traslado de sus empleados. También trabajadores independientes, como remiseros y taxistas, emprendieron el día laboral como habitualmente.
Marcela Castro, 45 años, empleada de un comercio
“Siempre vengo los paros y siempre pasa esto. Después del mediodía, hay más movimiento de gente”, afirmó Marcela Castro, de 45 años. Hace 17 que trabaja en la mercería y lencería Graciela, que queda frente a su casa.
“Recién hablé con el dueño. No sé si voy a hacer todo el día. No hay nadie. Solo vino una clienta que me dijo que pensó que íbamos a estar cerrados”, contó.
Y concluyó: “No estoy de acuerdo con los paros porque el perjudicado es el empleado. Te puede pasar que te descuenten el día”.
Tomás Morell, 20 años, barbero
Al lado hay una barbería. “El local tiene que estar abierto sí o sí”, dijo Tomás Morell, de 20 años. Hace dos meses que trabaja en una de las siete sucursales que tiene esta cadena.
Hoy, es el único empleado. Vive en Vicente López y le pagaron el viaje para entrar a las 10; también lo harán para la vuelta, cuando cierre a las 20. “Es un día normal para nosotros. No me conviene quedarme en mi casa. El otro paro también vine a trabajar yo solo. A mí me lo pagan, a los que viven lejos les dijeron que no vengan. Mi compañero vive en Claypole, quiere trabajar, pero por los paros que hacen no puede y si no viene, no le pagan”, relató.
“La verdad que estoy podrido, póngase a laburar. No soy de ningún partido político, eh”, sumó.
Miguel, 35 años, carnicero
Miguel, de 35 años, trabaja hace dos meses en una sucursal de la cadena de carnicerías RES que está en esa misma cuadra. Generalmente toma un tren y un colectivo para llegar, y demora una hora desde Caseros. Hoy, vino en Cabify. “A nosotros nos pagan el viaje, hay que venir. Como un compañero vive en José León Suárez le dijeron que no venga”, comentó.
Coincidió con sus compañeros en que el impacto del paro se nota en la baja de ventas. Apenas ingresaron algunos clientes y durante la mañana no tuvieron ni un pedido, que suelen trasladar las aplicaciones.
Todavía no saben cómo van a volver a sus casas. “Supongo que la vuelta nos la van a pagar también. Si se levanta el paro vamos en colectivo”, agregó.
Norberto Ribera, 39 años, remisero
Hace 18 años que Norberto Ribera, de 39, es remisero. “Siempre tuve la suerte de laburar para empresas”, expresó.
Hace 18 años que sale de su casa, en Lanús, a las 3 de la mañana y termina su turno a las 15. Lo hace con el auto de la empresa; generalmente el primer y el último viaje son cerca de su casa. “Se diagrama con viajes preagendados, pero en un día como hoy el volumen de demanda de las empresas con las que laburamos, que tienen una determinada cantidad por día, aumenta mucho”, señaló.
“En otros paros ha pasado que te afectan las marchas y los cortes. Hoy nada, igual se nota porque no hay casi colectivos”, dijo.
Laura y Dei, 25 y 20 años, empleadas gastronómicas
Laura suele venir en colectivo, pero por el paro de transportes hoy tuvo que pedir un auto a través de Didi para llegar a trabajar. “A mí no me lo pagaron”, sostuvo la joven, que vive en Barracas.
El local de McDonald’s sobre la calle Florida, entre Sarmiento y Perón, estaba completamente vacío. Suelen abrir a las 5, pero hoy lo hicieron a las 8. Ella se ocupa de servir café. Al lado está su compañera Dei. “A mí me pagaron el Cabify porque vivo en Wilde, ella está más cerca. Pero cuando llegué mi gerenta me dijo que mi colectivo estaba funcionando. Así que quizás a la vuelta me voy en colectivo”, afirmó.
Su otra opción es esperar a un compañero que termina su turno dos horas después que ella. “Hace dos días que vienen avisando que iba a haber paro general y vienen organizando. Voy a tener que esperar para irme con un compañero que se va en Uber, espero que lo paguen”, concluyó.
Otros testimonios
“Venís o te descuentan el día”, indicó un colectivero que prefirió resguardar su nombre. El colectivo está completamente vacío. “Traje solo ocho pasajeros”, precisó el hombre, que estaba por terminar su jornada.
“Mandaron un comunicado de que, si no te presentabas a trabajar, te descontaban el día. Y tenés que ir con ellos, si no te hacen problema. Nadie salió a decir ‘Paramos igual’. Los empleados más viejos, que tienen como 25 años de antigüedad, no dijeron nada. Imagínate yo que soy nuevo, menos”, detalló. Hace dos meses que trabaja como colectivero.
Se refería a la empresa DOTA, que decidió no adherirse al paro general y tiene en servicio a los colectivos de sus 69 líneas. Él tuvo hoy que ir en auto desde Ciudadela, donde vive, hasta Haedo. “Por suerte, tengo auto; pero tengo compañeros de Laferrere que se les complica. Acá es ‘Arreglate como puedas’”, explicó.
Por su parte, Carlos, gerente de un estacionamiento en el microcentro porteño, dijo: “Nosotros tenemos que abrir porque es un servicio al público y hay muchas cocheras fijas. Yo pensé que iba a haber más movimiento”.
A los empleados que no tenían autos, les pagaron un Uber. “La gente vino temprano a hacer algún trámite o a buscar a la oficina, porque hay muchas en esta zona y ya se están yendo”, afirmó, cerca del mediodía.
“Siempre abro, independientemente del Gobierno”, respondió Antonio, dueño de un puesto de diarios que prefirió no dar su apellido, también en el microcentro. “Ya me ha pasado que después no te entregan. O nunca llega lo que más se está vendiendo”, refirió.
El sindicato de canillitas sí adhirió al paro y es por eso que hoy no hubo diarios. “Yo trabajo por mi cuenta. El que tiene un recibo de sueldo se puede arreglar, pero yo si no vengo, no gano nada. Si yo me enfermo, nadie me va a venir a cubrir. Si yo falto, nadie me va a dar plata. Para los sindicalistas es muy fácil”.
“Vine porque ya estoy acostumbrado a levantarme temprano, pero no hay nada. No se vendió nada. Recién vendí una figurita”, precisó.
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