Parir sola: "Me llevaba a la beba hasta al baño para no dejarla sola en el hospital"
Aldana Ocampo tiene 29 años y acaba de convertirse en mamá de Emma. Claro que las cosas no ocurrieron como lo había soñado. Estaba muy informada sobre qué es un parto respetado. Hasta había impreso un plan de parto y lo llevó en el bolso de maternidad para dárselo a la obstetra. Pero nada ocurrió de ese modo.
A causa de la epidemia del nuevo coronavirus, Gerardo Pacheco, su marido no pudo estar con ella. Apenas pudo entrar media hora después del nacimiento a conocer a su hija. Fue el viernes de la semana pasada, a las 21. Después, le dijeron que se tenía que ir. Y no las volvió a ver hasta el lunes al mediodía cuando les dieron el alta.
Aldana estuvo acompañada por su mamá apenas por 12 horas. Después, le dijeron que la mujer también se tenía que ir. Aldana y Emma se quedaron solas, sin recibir visitas ni ayuda de sus familiares pese a haber atravesado una cesárea. "Sentí mucha angustia. Nunca me imaginé algo así. Me llevaba a la beba conmigo hasta al baño para no dejarla sola", cuenta Aldana.
En medio de su desesperación, mientras estaba internada escribió en Twitter. "Cesárea hace 40 horas. Sigo con dolores y poco movimiento. Hospital, con excusa COVID-19 no deja ni que el papá vea a bebe ni que ninguna mujer se quede a ayudarme. ¿DNU pandemia mata ley parto respetado 25929?".
Parir sola es una de las consecuencias menos pensadas de la pandemia de coronavirus. La historia que cuenta Aldana ocurrió en el hospital Evita de Lanús, en el conurbano bonaerense, pero también es la realidad de muchas mujeres en otros hospitales públicos de la ciudad y del resto del país. Actualmente la mayoría de las actividades de los hospitales generales están suspendidas, en pos de la pandemia. Sólo se atienden urgencias por guardia y gran parte del sistema de salud del hospital está abocado a contener una eventual llegada masiva de casos de coronavirus. Se reacondicionaron salas y sectores enteros. En muchos casos, los sectores de maternidad y obstetricia se adaptaron para recibir a enfermos de COVID-19.
En cambio, un área más reducida y aislada se destinó para partos e internaciones de recién nacidos, que por supuesto deben estar lejos de los enfermos. A fin de evitar que ocurriera un fenómeno similar al algunos países de Europa, donde la gente se contagió de coronavirus en los hospitales, se suspendieron las visitas a internados y se intentó reducir al máximo la circulación de personas. Las nuevas madres quedaron con acompañamiento restringido y sin visitas. Sin embargo, la contracara de la decisión epidemiológica es la de que los nacimientos acaben excluyendo por completo al padre de ese momento tan crucial.
"Esto no es lo que está indicado. Es un tema que nos preocupa y estamos trabajando muy fuerte con los equipos de maternidad de todos los hospitales para que no se ejerza violencia obstétrica en pos de un cuidado epidemiológico. Aún en la pandemia, el parto respetado es un derecho y los protagonistas del nacimiento son la mamá, el bebé y su familia, no los médicos que los asisten", asegura Sabrina Balaña, directora provincial de Equidad de Género en Salud, la persona designada por el Ministerio de Salud bonaerense para responder la consulta de La Nación por el caso de Aldana.
"La recomendación del Ministerio es acompañar a la mujer en el parto. No tomar las decisiones por ella. Hay equipos que están ejerciendo su decisión por encima de la decisión de la mujer en virtud de un supuesto resguardo de la seguridad sanitaria por la pandemia", apunta Balaña. "Hace unos días, emitimos un protocolo provincial, pidiéndoles a los directores de las maternidades que se reduzca la cantidad de personas circulando en la sala de partos y que se promueva que la madre y su acompañante participen del parto y de la internación, con el equipo de protección que se necesite. Por la pandemia no podemos limitar los derechos de las personas. Si el padre no tiene síntomas, no es grupo de riesgo, ni mayor de 60 años, no hay por qué impedirle el contacto", dice la funcionaria.
Parto respetado
Emma iba a nacer en la Clínica Espora, de Adrogué. Aldana estaba de 41 semanas y tenía fecha para la cesárea. Pero cuando llegó, el viernes por la mañana y entregó su carnet, en la clínica le informaron que su obra social la había dado de baja. No entendía qué pasaba. Aldana se había quedado sin trabajo el 31 de octubre último. Trabajaba en un call center, pero la desvincularon. Cuando se enteró que estaba embarazada y sin trabajo, averiguó qué cobertura tendría. Le dijeron que, por tres meses, tendría la misma obra social y después tenía que tramitar el seguro de desempleo y para mantenerla por cuatro meses más. Eso significaba que la cobertura llegaba hasta el último día de mayo. Sin embargo, dice Aldana, por alguna razón que desconoce, ANSES le dio de baja el día 12 de mayo. Tres días después, cuando Aldana llegó a la clínica se enteró que su hija no tenía cobertura para nacer allí.
Sin esperar mucho, se fueron al hospital de Adrogué. "Había un paro del área de maternidad. Además no tenían camas. Me dieron un turno para el lunes", cuenta. Pero como no se quedaba tranquila fue a una salita de Burzaco, donde una obstetra la atendió, le hicieron una ecografía y le dijeron que su embarazo era de 41.5 semanas. No podía esperar más. Corrían riesgo ella y su bebe. Aldana se fue otra vez hasta la clínica Espora, a esperar que llegara su obstetra, que iba al mediodía para hacerle la cesárea. La interceptó y le explicó en la puerta lo que pasaba y le pidió que le consiguiera su historia clínica. La mujer le recomendó ir al hospital de Lanús.
"Cuando llegamos, nos atendieron muy bien. No nos hicieron esperar. Al poco rato ya me estaban haciendo la cesárea. Mientras me operaban, me acordé que tenía en el bolso el plan de parto. Nada más lejos, mi marido no estaba ahí. Apenas nació Emma, me la pusieron en el pecho y después se la llevaron. Le hicieron todos los estudios y recién dos horas después volvió. Yo le había dicho a mi marido que no se separara por nada de la beba en esos momentos. Pero, nada fue así. Media hora después, dejaron pasar a mi marido para que conozca a la beba. Fue un rato cortito, la alzó y enseguida le dijeron que se tenía que ir", cuenta. Sólo se podía quedar 12 horas hasta que ella se estabilizara.
Alejandra, la mamá de Aldana logró llegar hasta el hospital y se quedó. Pero como es diabética, pidió retirarse para inyectarse la insulina. Le dijeron que si salía no iba a poder volver a entrar. "Entonces aguantó. Pero tampoco había comido. Cuando me dijeron que se tenía que ir, me descompuse y me desmayé. Entonces la dejaron un rato más. Su marido la inyectó en el baño. Pero después le dije yo misma que se fuera. Ahí no teníamos ni agua en la canilla del baño. Había que abrir la ducha para cargar la botellita", cuenta.
Así fue como Aldana se quedó sola con Ema. "Ni sabía cómo cambiarle el pañal. A la hora de visitas, esperé porque pensamos que el papá iba a poder entrar. Pero tampoco lo dejaron. Gerardo quería romper todo. Tenía mucha bronca. Yo le pedí que no hiciera lío por miedo a que después nos trataran mal a mí y a la bebe. Mucha impotencia sentimos. Los únicos que nos hablaban eran los de seguridad, que nos decían que era por nuestro bien", dice.
Escrito en la pared
Aldana se quedó con Emma desde el sábado a la tarde, todo el domingo y hasta el lunes al mediodía. "Me daba miedo estar sola. Me llevé a la beba hasta al baño porque no la podía dejar sola", cuenta. "Acá nació Jonás Valentín, 19/1/19, 11 horas". Aldana habrá leído unas 500 veces el graffiti que había encima de la cunita transparente de su hija, escrito con marcador rojo. No había mucho qué hacer. Contemplar a su hija, mirar las paredes, o dormir. Su marido montaba guardia afuera y le mandaba mensajes. Un hombre de seguridad le acercaba la botella de agua y las cositas que Gerardo, que es herrero y tiene 33 años le alcanzaba.
Les hicieron muchos estudios. Tanto a la beba como a la madre. Las dos tienen un soplo en el corazón, pero estaban bien. "Desde el punto de vista médico, todo fue impecable. La atención excelente. Pero desde lo humano, esperaba otra cosa", dice Aldana con un resto de tristeza. No pudo amamantar. Por alguna razón, la leche no bajó y tuvo que darle mamadera. Finalmente, el lunes al mediodía, les dieron el alta. Gerardo las fue a buscar en la camioneta. Salieron los tres juntos con una rara sensación de fragilidad. El confinamiento, al menos el hospitalario, había terminado.
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