Parador Minotauro: Los secretos del gigante de la ruta 2 que resiste la pandemia
"Ya llegamos al pico de trabajo en el verano y, a partir de ahora, todo será más complicado", afirma Claudio Moro, propietario del histórico parador Minotauro, en el kilómetro 183 de la ruta 2, en el acceso a la localidad de Castelli. Hace 40 temporadas que es una de las principales paradas en el viaje a la costa. Como pocos lugares, allí se concentran autos, colectivos y combis. Pero los dos últimos casi desaparecieron este verano: "Ha caído el 90% la presencia de ómnibus en la ruta", afirma.
"Hay días que tenemos una caída del 60% del volumen de gente", afirma. El parador, una inmensa estructura de 5000 metros cuadrados cubiertos, que incluye paseos, una reserva de aves, patios de comida, fábrica de alimentos y espacios para descansar, es además una estación de servicio. Las comparaciones con el verano pasado demuestran el alcance de la crisis económica. "Ya pasó el pico de la temporada", reafirma.
"Entraban 10.000 personas por día, hoy el 50% menos", confirma Nicolás Moro, hijo de Claudio. "Esto tiene que ver con la caída de circulación de micros y combis", afirma. Entre diciembre de 2019 y la primera quincena de 2020 entraron más de 2000 colectivos; en la misma franja, pero este año, apenas 200. Solo cuatro o cinco por día.
Minotauro es una estación de ómnibus receptiva de servicios que llegan desde el norte del país, la zona cuyana y la Mesopotamia. "La mayoría han optado por no trasladarse a la costa atlántica", asegura Nicolás. ¿Las razones?: el miedo al contagio por las grandes aglomeraciones que se ven en los principales balnearios, pero también por la caída en el poder adquisitivo. "Es muy fuerte", confirma Claudio, que hace 40 años conoce mejor que nadie el consumo del turista. "Por todas estas razones estamos vendiendo el 50% menos de unidades de productos", destaca Nicolás.
Desde 1982 hasta el 14 de marzo del año pasado, Minotauro nunca había cerrado. Ningún día: 24 x 365 es la manera de trabajar allí. Pero la prolongada cuarentena fue un golpe duro. De recibir miles de personas, a cero. Así fue la ecuación. "No despedimos a nadie, en este barco estamos todos juntos", afirma Claudio.
Recién a fines de octubre de 2020 pudo volver a abrir. La gastronomía es un fuerte en el parador. Con los protocolos y el distanciamiento entre mesas, la capacidad de llegar al volumen del 2020 es imposible. El staff de empleados es de 60, y en temporada, suman otros 30 temporarios. Durante cinco meses las ATP fueron cruciales para afrontar la cuarentena, pero hace varios meses que deben hacerse cargo en soledad de los salarios, aunque las consecuencias del confinamiento se sienten aún.
"Ahora los turistas llegan en autos con su comida, usan los baños y comen en nuestro parque", afirma Claudio. "Antes, esas familias se sentaban en el comedor", agrega para graficar una de las señales que resume esta temporada. "Muchos tienen miedo, hacen take away y se quedan en sus autos", afirma. Otros, prefieren aceptar los protocolos y disfrutar de los espaciosos salones comedores, y del paseo de compras.
"Minotauro es como un shopping de la ruta", afirma Claudio. La empresa familiar está al frente de esta estación de servicio desde 1982. "Abandoné mi carrera de arquitecto, para seguir a mi padre hasta acá", confiesa Claudio. El lugar desde 1952 tiene el mismo rubro, aunque los Moro la transformaron completamente. Minotauro es sinónimo de Castelli. La importancia de la inmensa estación es socialmente determinante en la localidad.
Tiempo libre
La primera gran ampliación la hicieron en 1985, con la incorporación de tres baterías de baños. "Nuestros competidores, no vieron eso", asegura Claudio. "La gente comenzó a parar porque no había cola para entrar a los baños", agrega. ¿Qué ganaron? El tiempo libre de los turistas. "Fuimos los primeros en pensar en las personas antes que en los autos", sostiene. "Era una aventura viajar hasta la costa", confiesa. La ruta 2, entonces, era mano y contramano.
La inmensa infraestructura tiene ocho sectores gastronómicos y food trucks dedicados a la elaboración de platos hechos con productos de Castelli. En el afán de ofrecer un servicio genuino, fabrican sus propios panes, medialunas y una gama de productos dulces.
"Nuestro dulce de leche fue elegido el mejor del año en Mercoláctea 2012", afirma Nicolás. Entre los productos dulces se destacan los alfajores. El blanco fue medalla de oro en Expo Suipacha 2013 y el negro medalla de plata en el mismo certamen.
"Tenemos más de 100 flamencos rosados", describe el tesoro oculto que se esconde detrás del parador. Una reserva donde conviven toda clase de aves, alrededor de una arbolada y una aguada.
En la dilatada historia del parador, algunos hitos marcaron su misión y también la de millones de turistas. A principios de los 90, se inauguró la autovía 2 y con ella, la doble mano. "Fue una buena noticia, pero amenazante", confiesa Claudio. Estaba en riesgo perder un tramo, el de los turistas que regresaban de la costa. Llegaron a un acuerdo con la empresa constructora y consiguieron un acceso directo.
Otro hito fue la epidemia de cólera de 1992. "Tuvimos que hacer una obra grande cloacal", recuerda Claudio. Gracias a ella, toda una amplia zona barrial de Castelli, tuvo este servicio.
Este año Claudio escribió un libro donde narra la historia del parador. "Quisimos hacer una burbuja de luz que se viera a 30 kilómetros, lo hicimos", afirma Claudio.
El 2021 es un desafío para el histórico parador. Sueñan con algo básico: "Poder abrir todo el año", confiesa Claudio. "La política del miedo no fue buena. Se podrían haber hecho mejor las cosas", reafirma. Nuevamente deberán reconvertirse. Lanzaron una línea de franquicias de cafeterías, la primera ya está frente a la laguna de Chascomús. "En marzo desembarcamos en Buenos Aires con nuestros productos dulces", concluye Nicolás.
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