Pandemia: El nuevo hallazgo sobre el “Covid largo” que desconcierta a los médicos
WASHINGTON.— Ya pasó un año desde que la neuróloga y neurocientífica Dona Kim Murphey cayó con Covid-19.
En febrero de 2020, empezó a tener súbitos ataques de somnolencia profunda. Se le nublaba la vista, le dolía el pecho y le costaba un poco respirar, tenía sarpullido y dolor de estómago. Un solo día tuvo dolor abdominal severo.
“En ese momento pensé concretamente que me estaba muriendo”, recuerda Murphey, y agrega que reunió a su familia para avisarles que no quería ser resucitada médicamente.
Pero se mejoró, y pasó casi un mes. Entonces contrajo una infección bacteriana secundaria que la mandó al hospital. Tras recibir un fuerte régimen de antibióticos durante cuatro semanas, dice que había recuperado un 85% de su estado de salud inicial.
Pero en agosto su salud se deterioró abruptamente. Ella y su neurólogo creen que sufrió un pequeño ACV no detectable por resonancia magnética y síndrome de la mano extraña, que le impedía controlar una de sus manos. Desde entonces, de hecho, quedó con problemas de habla y de escritura.
“Por momentos pensaba que había escrito algo brillante y lo mandaba por mail o lo posteaba en las redes, y después lo volvía a leer y me daba cuenta de que estaba plagada de errores”, dice.
Murphey tiene 41 años e integra la creciente lista de pacientes con “Covid largo”, como se conoce al conjunto de síntomas recurrentes que experimentan algunos pacientes una vez concluida la etapa infecciosa de la enfermedad. Y como ocurre con todo lo que rodea al coronavirus, lo que se sabe del “Covid largo” es muy poco.
Lo que sí se sabe es que parece ser un cuadro mucho más prevalente entre las mujeres.
Aunque los síntomas son de todo tipo y varían mucho — y eso es parte del problema — muchas de esas mujeres, como Murphey, hablan de agotamiento físico, falta de aire, tos, dolor muscular o articular, dolor de pecho y de cabeza, aceleración del ritmo cardíaco o de la intensidad de los latidos, pérdida o alteraciones del olfato y el gusto, insomnio y problemas de memoria o de concentración.
Algunos pacientes reportan pérdida del cabello, picazón y sarpullidos, trombos en la sangre, y daños en órganos como el corazón, el cerebro y los pulmones.
El corpus de evidencia sobre el “Covid largo” recién empieza a conformarse y todavía es fragmentario. De todos modos, algunos médicos dicen que ya queda clara una evidente disparidad de género en los pacientes tratados por secuelas del Covid, una observación que se condice con algo que la ciencia ya sabía: las mujeres tienen índices más altos de enfermedades crónicas en general.
Ryan Hurt, médico internista a cargo de las investigaciones sobre el síndrome post-covid en la Clínica Mayo, dice que de los 20.000 pacientes que dieron positivo en ese hospital, alrededor del 10% son considerados casos de Covid largo. Y entre un 60% y un 80% de esos pacientes son mujeres, agrega Hurt.
Disparidad de género
Desconcertados y hartos por la persistencia de los síntomas, muchos de esos pacientes se volcaron a las redes sociales para encontrar a otros en su misma situación. Y los grupos más numerosos de Facebook muestran esa misma disparidad de género entre quienes sufre el Covid largo.
Diana Berrent es fundadora de Survivor Corps, un grupo con 150.000 miembros, 82% de los cuales son mujeres, y 18% hombres. Amy Watson fundó el grupo Long Haul Covid Fighters (“Luchadores contra el Covid largo”) y dice que los porcentajes en los dos grupos de Facebook que maneja, y que suman 12.000 miembros, se mantuvieron constantes durante la pandemia: 80% mujeres y 20% hombres.
Los médicos no saben exactamente por qué esa diferencia en los efectos del virus a largo plazo entre hombre y mujeres. Pero Hurt señala que puede deberse a diferencias estructurales en el sistema inmunológico entre ambos géneros.
Dejando de lado los aspectos biológicos, esa disparidad puede responder a profundas razones sociológicas o culturales: el simple hecho, por ejemplo, de que las mujeres son más propensas a consultar al médico y a hablar abiertamente de sus síntomas, especialmente los relacionados con cuestiones anímicas o mentales.
El psicólogo James C. Jackson, del centro de recuperación de terapia intensiva de la Universidad Vanderbilt, dice que aunque la prevalencia de las mujeres que sufren Covid largo es notable, no está seguro de atribuirlo a una disparidad de género.
“En mi experiencia, las mujeres están relativamente más dispuestas que los hombres a mostrar las vulnerabilidades de su salud mental o de su aparato cognitivo”, dice Jackson. “Y puedo decir que esa idea se sostiene, ya que lo he constatado en mi trabajo con sobrevivientes de diversas enfermedades, especialmente quienes estuvieron en estado crítico.”
Meghan Beier, neuropsicóloga de rehabilitación de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, admite que absolutamente todos los pacientes que la consultaron por síntomas activos de Covid-19 han sido mujeres, pero aclara que puede deberse a muchos factores.
“Sabemos que en la población en general, por ejemplo, la ansiedad es más prevalente entre las mujeres, y esa es una de las razones que podría evidenciarse diferencialmente en los pacientes de Covid.”
Joann Elmore, médica internista y epidemióloga de la Universidad de California en Los Ángeles dice necesitar más datos antes de sacar conclusiones sobre la aparente brecha de género entre los pacientes de Covid. Su universidad precisamente acaba de lanzar un estudio a nivel nacional.
“Yo veo síntomas de Covid largo tanto en hombres como en mujeres, y eso es lo que más me asusta”, dice Elmore. “Algunos piensan que el Covid largo solo puede afectar a los que estuvieron muy enfermos, internados y con respirador. Pero lo que nosotros vemos es una enorme variedad de síntomas y en personas jóvenes, sanas, que tuvieron casos leves de Covid.”
Un reclamo repetido de estos pacientes en las redes sociales, sobre todo entre las mujeres, es que los médicos subestiman sus síntomas o no les creen.
“Espero que en el futuro los médicos traten estos síntomas, tanto en hombres como en mujeres, con el respeto que se merecen”, dice Elmore. “El sesgo y la tendenciosidad racial y de género son algo histórico, y es preocupante que los pacientes con enfermedades reales no sean tomados en serio.”
(Traducción de Jaime Arrambide)
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