Paige, la estadounidense que se enamoró de Buenos Aires y sueña con ser colectivera en otra vida
La joven nació en Washington, tiene 30 años y en el 2007 llegó a la Argentina por un programa de intercambio
Paige Nichols nació en Washington, tiene 30 años y en el 2007 llegó a la Argentina por un programa de intercambio. En Boston había estudiado Filosofía e Historia, pero tenía la intención de dominar el español y, entre España, Ecuador y Argentina, se decidió por nuestro país.
Apenas llegada a Buenos Aires se enamoró de un argentino: “Lo conocí al segundo día”, cuenta. Recorrió la ciudad desde febrero hasta agosto de ese año: “Quería venir a una ciudad donde pudiera manejarme, mi objetivo era volver bilingüe. Me encantó Buenos Aires, y vine en el momento justo y me encontré con la gente justa”, recuerda.
La joven regresó a Estados Unidos porque aún le quedaba un año más de su carrera, pero decidió volver a Buenos Aires porque sentía que le había quedado pendiente conocer un poco más.
“El 24 de septiembre de 2008 volví, el día de mi cumpleaños”, recuerda. En ese segundo viaje conoció a José, con quien está casada desde hace seis años. “Lo conozco a través de una amiga de la infancia. La noche que nos conocimos nos enamoramos y nunca más nos separamos”, rememoró.
Pese a que ya transcurrieron casi diez años desde su retorno al país, Paige aclara que no quemó su pasaporte, siente que plantó raíces acá, pero también sueña en un futuro con la posibilidad de volver cerca de su familia.
La joven, que trabaja en una agencia de comunicación y marketing y vive en Retiro, reconoce que cada vez que vuelve a Estados Unidos no se halla. “Si nos fuéramos de Argentina me iría a Londres o Roma, donde vive mi hermana”, asegura.
“Me cuesta cuando los amigos locales me dicen: ‘¿Qué hacés acá? Esto es una bosta’. No entiendo ese desprecio por su propio lugar”, señala y admite que ve a los argentinos tan orgullosos por Messi, el papa Francisco o el by pass; y sin embargo señala que hay “mucho autoodio” y una tendencia a mirar los ejemplos del exterior y no rescatar lo bueno del país.
Paige comenta que sus amigos y su esposo le dicen que es más latina que ellos. Cada mañana cuando pasea a su perro conversa con casi todos los encargados de los edificios de la cuadra; reconoce un deseo innato de socializar, de saber de los demás y de hacerse amigos. “Me gusta que en la cafetería donde voy ya sepan lo que voy a pedir”, afirma la joven, que disfruta de esos pequeños códigos que, según ella, emparentan a la gran ciudad con un pueblo.
Para la joven, Buenos Aires se convirtió en su ciudad: “Me encanta, y atravesé la década de los veinte acá; me guste o no, éste es mi hogar”. Cuenta que tiene casa y trabajo pero se lamenta de no poder tener proyección y seguridad financiera.
Paige, que usa el nombre de Pilar para los desconocidos o cuando se le dificulta hacer entender su nombre original, asegura que se memorizó la guía T con todas las calles porteñas. “En otra vida puedo ser taxista o colectivera; me pasé años arriba del bondi. Además, me gustan mucho los mapas y tengo buen sentido de la orientación”, argumenta para explicar el motivo de aquel aprendizaje.
“Tengo alma de vieja, soy muy nostálgica sin ser de acá; me encanta la zona de Retiro, la arquitectura y los petit hotel, las terrazas. Buenos Aires es muy emotiva, te emociona. Me gusta caminar los barrios; si bien es una ciudad grande hay un espíritu de pueblo. Me encanta entrar a un café de San Telmo y poder remontarme a otra época”, señala entusiasmada.
Paige es autora del blog gastronómico La panza porteña, donde recomienda platos y lugares para ir a comer. A raíz de esa experiencia, alienta a que los chefs jóvenes usen productos locales.
Esta porteña por elección reniega de una costumbre muy naturalizada: pagar las compras en efectivo: “El cash me mata, odio que sea todo en efectivo”, acusa y se enoja por la mala de atención al cliente.
Paige cuenta con una particular explicación para el concepto de chanta: “El argentino no te quiere decepcionar y por eso te miente, o te chantea”. Por otro lado, sostiene que el argentino es súper fiel como amigo, pero infiel en las relaciones de pareja.
Entre las cosas negativas de la sociedad destaca al machismo. “Me saca la cosificación de la mujer; acá el género está muy marcado y se sigue fomentando, es retrógrado. Entre las mujeres también se fomenta el odio y en realidad tenemos que ser aliadas, hermanas”, manifiesta.
Por otro lado, la joven se sorprende de la violencia y el enojo que quedan al descubierto en la cotidianeidad: “La gente está muy pasada, tenemos que calmarnos con el enojo, todos están a punto de putearte; acá los niños insultan”, precisa.
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