Oroño: la gran sala de espera de un consultorio a cielo abierto
Vio mampostería que quedó sostenida por muebles y por cunas y a eso lo llama huecos de la vida
La planificación que sobreviene al caos pretende contrarrestar el peso de la tragedia. La luz del amanecer, el silencio durante las búsquedas y la esperanza de vida debajo de los escombros son tres características propias del inicio del nuevo día. Las calles están limpias, el perímetro que rodea a la zona del desastre es un espacio ascético donde conviven las fuerzas de seguridad, los trabajadores de la salud, los funcionarios, los voluntarios, los rescatistas, los religiosos, los periodistas. Ya no hay vidrios rotos. Nadie corre, los movimientos son dosificados, la gente se cruza y se saluda porque el tiempo transcurrido hace que los rostros se reconozcan. El bulevar Oroño de Rosario es una gran sala de espera de un consultorio a cielo abierto. Los diálogos son conversaciones de ascensor, sólo sirven para probar el canal, para completar el silencio: "Todo es muy terrible", "¿Cómo sigue todo esto?", "¡Cuánta solidaridad!", "¿Se derrumbará el otro edificio?", "Ojalá que haya alguien con vida", "¿Cuántos muertos serán en total?".
Presente
En un rincón, apartados y sin contacto con la prensa, están los familiares de los desaparecidos. Sólo algunos amigos se acercan con fotos y números de teléfonos para que se contacten en caso de que los desaparecidos aparezcan. Angel Ochagavía tiene una foto del rostro de Maximiliano Fornarese, el joven de 34 años, soltero, visitador médico, oriundo de Maciel que "vive en el edificio del medio en el primer piso". Ángel habla en presente como si el edificio que se desplomó producto de la explosión que generó el escape de gas aún existiera. El personal que realiza la búsqueda les informó que esa es la torre que se derrumbó y que los escombros llegan hasta un segundo piso, equivalente a casi seis metros de altura. Más abajo no se sabe en qué condiciones puede estar la estructura. "A esta hora no perdemos las esperanzas de que él se encuentre con vida, o bien en el lugar o deambulando en la ciudad", dice el amigo a las 9.37 del 7 de agosto, cuando se cumple exactamente un día de la explosión.
Diminutivos
La remoción de escombros es intermitente. Se procura distinguir con un sistema de ondas la presencia de alguna persona atrapada en el subsuelo. "Hubo un pequeño ruidito en uno de los autos, no se sabe qué es", aseguró en diminutivo el ministro de Seguridad Raúl Lamberto. Entre pausa y pausa se retoman las acciones manuales del personal de rescate que intenta llegar hasta a los subsuelos de escombros donde implosionó una de las torres afectadas en la tragedia. Hay brigadas de todas las zonas, ya seas provinciales como federales, lo que permite que haya relevos. Lamberto destaca el profesionalismo a la hora del trabajo conjunto.
Animales
Cuando el sonido de la urbe entorpece la búsqueda con la ecosonda los bomberos recurren a los animales. Los perros de rescate comienzan a "ventear", oler el aire para poder detectar partículas de olor de humano. Se supone que, cuando el perro encuentra un foco de olor, avisa a su guía ladrando y sin moverse del lugar. Norberto Marchesini, bombero de la ciudad de Firmat, acaba de salir de la zona cero. Él participó en la extracción del primer cadáver que encontraron durante la mañana de ayer. Norberto dice que vio ropa de bebes y eso le duele. Pero también vio mampostería que quedó sostenida por muebles y por cunas y a eso lo llama "huecos de la vida". "Pero no te tenés que fiar por lo que ves, sino porque lo que encontrás". En estos casos el aroma de vida pesa más que la vista.
Identidad
Andrea Arjona está sola. Está angustiada, en shock, en la calle. "No tengo mi ropa, ni mis pertenencias, ni mi rutina". Es oriunda de San Salvador de Jujuy, pero desde hace seis años vive en Rosario. Quiere tener algo que la identifique, quiere llegar hasta el departamento de Salta 2133, segundo piso B, para buscar su documento nacional de identidad. "¿Cómo me voy a identificar quién soy?" Ella, en el momento de la explosión había salido a trabajar a un jardín de Pellegrini y Pueyrredón. Cuando se enteró de lo ocurrido corrió durante más de diez cuadras porque sabía que dos amigos estaban durmiendo. Cuando llegó se enteró que sus compañeros "salieron rajando después de la explosión", luego de que la onda expansiva les abriera de par en par las puertas del departamento.
Primera mañana
Los números de víctimas varían ya que algunos contabilizan quienes aún no están identificados, y otros no lo hacen. La cifra, en la primera mañana, oscila entre los 10 y 12 muertos y 62 heridos, de los cuales 49 ya fueron dados de alta. Los familiares siguen agrupados en un sector de contención. La jornada avanza, el día será extenso. Como en una sala de espera, no queda otra que esperar. Hoy será otra mañana.