Orientación vocacional
A la hora de definir qué se quiere para el futuro profesional y personal, un proceso de orientación vocacional puede ser de gran ayuda
Por Julia E. Raggio
De la Redacción de LA NACION
Cuando los adolescentes están terminando el colegio secundario o el polimodal la mayoría se hace una pregunta inevitable: ¿Qué voy a estudiar? Algunos tienen una idea más definida, pero generalmente no es así. Un proceso de orientación vocacional es una buena opción cuando las dudas aparecen o cuando directamente no tienen idea de qué quieren estudiar.
Los profesionales consultados coinciden en que los jóvenes suelen encarar mal la problemática desde el vamos, ya que la pregunta que deberían hacerse es: ¿Qué quiero ser? El acelerado ritmo de vida de hoy hace que sea más difícil tomarse el tiempo para reflexionar sobre esa pregunta. Incluso, los especialistas afirman que el modelo exitista que la sociedad actual mira con buenos ojos contribuye a que se haga una elección teniendo en cuenta la salida laboral de la carrera.
"Los caminos en la vida pueden ser un montón y los chicos se abruman porque de pronto tienen que salir del colegio y decidir qué van a hacer el resto de sus vidas", explica Pablo Aragone, director de la revista Pro Vocación , y recomienda que se tomen las cosas con más calma y piensen "quién soy y qué quiero ser, ya que la vocación no es algo que está guardado en un cajón que se puede abrir y sacar". Aragone cree que: "El lío más grande que tienen los chicos es proyectarse a futuro de un día para otro".
Mariano Muracciole, psicólogo especializado en Orientación Vocacional y Ocupacional, director de Armando , dice que la iniciativa está en manos de los padres. "Los chicos que están en el último año del colegio tienen la cabeza en el viaje de egresados, en la fiesta, en los exámenes de Inglés o en los internacionales (en los colegios privados), mientras que el tiempo va pasando. A principio de año los padres deberían instalar la pregunta en sus hijos. En caso de que tengan dudas o estén desinformados, un proceso de orientación vocacional es una buena ayuda", explica.
El proceso de orientación vocacional que hace Muracciole tiene tres etapas. La primera es de trabajo personal; se hacen juegos, dinámicas, cuestionarios y tests para que vayan surgiendo los intereses, valores y gustos. No se trata de hablar tanto de la carrera, sino de definir quién es uno. En la segunda, se enlaza con actividades en las que se conectan los intereses personales con los profesionales. Y la tercera es la etapa vivencial.
"Nunca termino el proceso sin que el orientando haga una serie de tareas como ir a una universidad privada y a una pública y vea cómo se siente, contactarse con profesionales que están trabajando de lo que le gustaría para combinar un encuentro y compartir una jornada laboral", detalla.
Servicios gratuitos
Entonces, un proceso de orientación vocacional apunta principalmente al autoconocimiento, no consiste solamente en una serie de tests que finalmente arrojarán una respuesta que solucione el dilema o de revisar la Guía del Estudiante repetidas veces. "Deben tomar el problema en sus manos y no pensar que otro se los va a resolver. Tienen que entender que son responsables de su elección y que toda elección conlleva un riesgo; no siempre se gana", dice Silvina Bragagnolo, orientadora del Departamento de Orientación Vocacional del Ciclo Básico Común (CBC) de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Explica que hay un quiebre entre el secundario y la universidad, además del académico, ya que es el comienzo de la vida adulta, pero que no quiere decir que no se puedan equivocar en sus elecciones.
El CBC y el Rectorado de la UBA ofrecen orientación vocacional gratuita para los estudiantes de la institución que no saben bien qué quieren ser, como para el resto de la comunidad.
"El primer nivel de proceso que hacemos es informar. Hoy los chicos están sobreinformados y como tienen un exceso de datos hay que ayudarlos a seleccionarlos y procesarlos - dice Bragagnolo - En un segundo nivel hacemos charlas grupales que sirven para disparar preguntas y dar información. También ofrecemos entrevistas individuales durante todo el año en las que pueden plantear sus problemas y les hacemos preguntas; sacamos más información hablando personalmente, por eso no hacemos tests."
La Universidad de Flores ( UFLO ) ofrece un servicio similar; es gratuito y abierto a la comunidad. Según Martha Longueira Puente, directora de la licenciatura en Psicología de la institución, se puede elegir entre tres tipos de talleres, en algunos se profundiza en la cuestión más que en otros.
Influencias del contexto
"Los jóvenes están desmoralizados porque las ofertas laborales son acotadas. Además, en una sociedad exigente, sigue muy presente el miedo al fracaso y hay que trabajar para que comprendan que cambiar de carrera no es nada grave", dice Longueira Puente, y explica que en los talleres se apoyan en dos pilares: "La vocación se construye"; no es un llamado que se recibe una vez y para siempre y hay un "itinerario vocacional"; la elección de una profesión no es algo fijo, sino que hay derivaciones.
La visión de Aragone es otra; cree que uno de los efectos de estar viviendo en un contexto de repetidas crisis es que algunos jóvenes deciden ser lo que verdaderamente desean porque el momento es igualmente difícil para cualquier profesional.
Acompañar sin presionar
Algunos padres prefieren no insinuar nada a sus hijos para no influirlos, pero según Longueria Puente, el adolescente necesita que lo acompañen. "Los padres pueden demostrar que tienen cierto deseo de que estudie determinada carrera, pero que no hay problema si elije otra ruta", concluye.