Ola polar. La odisea de rescatar a un camionero varado en la nieve por más de 30 horas
Vialidad de Santa Cruz auxilió a un chofer cerca de La Esperanza; el vehículo de gran porte se había despistado por el hielo; emergencia climática y precauciones
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LA ESPERANZA, Santa Cruz.- “Desde 1907 no se registra tanto frío”, asegura Matías Fernández, administrador general de Vialidad de esta provincia. Desde mediados de mayo se activó el Plan Invierno; con el adelantamiento de las temperaturas bajas están en guardia permanente. Las nevadas son diarias y el hielo se congela en las rutas. Nadie en la provincia circula sin cadenas ni clavos, y está prohibido transitar por la noche. “Tratamos de tirar sal y despejar los caminos, pero vuelve a nevar”, dice Fernández.
La Esperanza es un pequeño pueblo de 100 habitantes en medio de la estepa, a 120 kilómetros de Río Gallegos, en el cruce de las rutas 5 y la 40. Todos los autos están tapados de nieve. Una estación de servicio, un hotel y un restaurante son los puntos de encuentro de aquellos conductores que se animan a transitar por las gélidas rutas que recuerdan a paisajes nórdicos, muchas de ellas con solo una calzada habilitada. El viento no ayuda, y aún con su fuerza no puede mover una deshilachada bandera argentina pesada, con hielo y nieve. “Hace 24 horas un camionero perdió el control, hay que ir a rescatarlo”, cuenta Ferndández.
Vialidad no descansa en estos días, pero la ayuda tarda en llegar. Nada es fácil, las distancias son inmensas en esta provincia con la menor demografía del país. Nadie sabe cómo encontrarán al camionero, saben que pasó la noche solo adentro de la cabina y no hay más información. Todos los escenarios son posibles, incluso el peor y el que nadie quiere conjeturar: la muerte por hipotermia. Lagunas, arroyos y lagos están congelados. Solo se ven zorros y guanacos solitarios y flacos buscando algo que cada vez es más escaso: alimento. Todo es blanco, solo se ven cauquenes al lado de la ruta. Desorientados, uno alcanza a llevarse los restos de un zorro que ha hallado su muerte interponiéndose delante de un auto.
El equipo de rescate de Vialidad sale desde tres lugares: Río Gallegos, La Esperanza y Tapi Aike, en el último paraje llega una comunicación por radio (no existe la señal telefónica tierra adentro): “16 bajo cero, pero de térmica habrá 20 por lo menos”, se oye. Lo único positivo es que hay sol. Son las 11 de la mañana, pero ya a las 16.30 se esconde en el horizonte gris. Una maquina vial con pala avanza a máxima velocidad, 60 km/h mordiendo la banquina, rompiendo un paredón de nieve sólida. A 20 kilómetros de La Esperanza, abatido y despedido de la banquina, encuentran a camión, sostenido por un alambrado.
“Nunca hemos visto tanta nieve”, afirma Miguel Ángel López, segunda generación de camioneros, unía el trayecto desde 28 de Noviembre hasta Río Gallegos, la mañana anterior, con la ruta congelada perdió el control y lo aguantó hasta dónde pudo. “Nunca tenés que frenar, tenés que aguantar el camión hasta donde puedas”, grafica, y así hizo. Pasó la noche en la absoluta soledad, no pasó un solo auto. Cada hora encendía el motor para hacer andar la calefacción y así sobrevivió, aferrado a la esperanza de ver el sol y con él, actividad en el camino. El socorro llegó cuando se rehabilitó de nuevo la ruta y vio un auto. Vialidad enseguida activó su protocolo de auxilio.
“Mi papá me enseñó a que nunca debo dejar una carga, soy como un capitán con su barco”, explica López. Pasó 32 horas adentro de su camión con -15°C. Con la ayuda de dos máquinas viales despejaron nieve de hasta un metro de profundidad para poder unir el camión con lingas y bandas, y retirarlo de la banquina. “Estamos acostumbrados en la Patagonia al frío, pero esta vez se siente mucho”, confiesa López.
El temporal de frío extremo y nieve comenzó el 18 de junio, durante 48 horas nevó sin parar, y a partir de ahí el termómetro se ha mantenido debajo del 0. Vialidad Provincial tiene 800 empleados y la mitad está afectada al Plan Invierno, la prioridad es mantener transitables las principales rutas y las pistas de los aeropuertos, para luego dedicarse a despegar caminos rurales, ese mapa precario donde crujen vidas que están incomunicadas, con poco alimento y menos leña. Asistir a automovilistas es una actividad que hacen a diario.
“Sabemos la hora que salimos de nuestras casas, jamás cuándo volveremos”, plantea Fernández. La provincia tiene 2500 kilómetros de rutas y 20 puestos invernales donde hacen guardias de dos semanas con una de descanso. Están alertas las 24 horas.
Solos en la noche
Las nevadas son diarias y copiosas en el sur de Santa Cruz. La ruta 40, que une Calafate, Gobernador Gregores, El Chaltén y Perito Moreno, la zona sur por Tapi AIke, Fuentes del Coyle, 28 de Noviembre, Río Turbio y toda la 40 sur, tienen tramos con un metro de nieve e intransitables, las demás como las 43, 85, 83, 47 y algunos tramos de la nacional 3, se cortan a las 20 y recién se permite reanudar el tránsito a las 9.
“Por la noche es cuando más trabajamos”, confirma Fernández. De dos maneras: los camiones saleros llevan tres operarios que tiran a paladas una solución de sal con melaza que derrite el hielo y la nieve, detrás una pala mecánica desplaza la nieve hacia la banquina, liberando la traza para que a la salida del sol (alrededor de las 9) los autos puedan circular. Solo pueden hacerlo con clavos y cadenas. En los caminos, la circulación es con vehículos 4x4 y con mucha precaución; hay charcos congelados que se rompen con el peso de la camioneta. “Es una situación que nos desbordó”, admite Fernández.
El uso de la sal es crucial, aunque tiene una desventaja: se congela a los -10°C. Otro elemento es más efectivo: el cloruro de magnesio, que alcanza el punto de congelamiento a los -25°C. Encima, es más costoso y escasea. El fundamento para cortar las rutas se da porque la nieve se compacta por la huella de camiones o autos, rápidamente se convierte en hielo y vuelve más peligroso transitar cualquier traza vial.
Tanques de agua, caños cualquier medio líquido están congelados. De los alambrados cuelgan gotas de agua hechas hielo, cristalinas y brillantes. No se ven árboles ni arbustos, la nieve ha dominado todo y convertido a horizonte en su imperio. Los techos de las estancias, los galpones de esquila y los puestos tienen medio metro de nieve. “Si sigue así, no habrá manera de darles de comer a ovejas”, se lamenta Fernández. Algunas, muy pocas se amontonan para darse calor cerca de los alambrados. Los guanacos hacen lo mismo.
“No podemos hacer café”, grafica la empleada de la única estación de servicio de La Esperanza. El pueblo no tiene agua potable y dependen de un camión cisterna que llega desde Río Gallegos. ¿Por qué no llegó?. Sí, se congeló el agua.
“Este frío no es normal, se adelantó”, analiza Fernández. El plan invernal de Vialidad comienza siempre el 1° de junio, este año debió arrancar el 15 de mayo. A los puestos fijos se suman casillas que están a un costado de la ruta o en sitios estratégicos donde se sabe que puede car mucha nieve. “Cada uno tiene todos los elementos para socorrer a y dar los primero auxilios en la ruta”, sostiene. Fundamentalmente, cuentan con radio para comunicarse y una señal de Internet, con su propio grupo electrógeno, calefacción y una camioneta.
Prevenir
Desde mediados de mayo nadie sale sin consultar el estado de las rutas que Vialidad Provincial comunica en su página web y también por las radios. Las prioridades son las rutas troncales, lo usual es que a las 3 los equipos de Vialidad salgan a mantenerlas. “Dormimos muy poco en estos días”, aclara Fernández. ¿Por qué es tan crítica la situación en Santa Cruz, donde el temporal se cobró ya tres vidas?. “Cayó toda la nieve junta y se sumó a un frío extremo”, responde Fernández.
Fernández da consejos: antes de sacar el vehículo del garaje, es importante definir si es necesario viajar. Ser consciente que un viaje que generalmente se hace en 3 horas ahora se puede alargar a 9. No se puede circular a más de entre 40 y 60 kilómetros por hora, y ante un deslizamiento por presencia de hielo, jamás usar el freno, tratar de controlar el vehículo con el volante.
Uno de los grandes peligros en estos días de fuertes nevadas son los “voladeros”. Son montículos de nieve que se forman sobre la ruta por acción del viento. “Siempre hay que tener el tanque lleno”, sugiere Fernández. Es que si el vehículo se queda, es necesario poder tener la calefacción encendida la mayor cantidad de tiempo. Por esta razón cobran valor pueblos como La Esperanza. Su principal preocupación son los puesteros que quedan durante semanas aislados. “Esta nieve no se va en dos o tres días, va a permanecer por mucho tiempo”, confiesa.
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