Ola de asaltos: roban un banco cada cuatro días
En el año hubo 21 atracos; el botín total supera los cuatro millones de dólares
En lo que va del año, grupos de delincuentes cada vez más organizados robaron 21 bancos y se llevaron más de cuatro millones de dólares, apenas un treinta por ciento menos que el total de lo robado en 1998.
De mantenerse esta tendencia, los ladrones triplicarían su marca del año último, provocando un perjuicio cercano a los 20 millones de dólares.
"Lo que pasa es que cada vez es más fácil robar un banco", dice el experto en seguridad bancaria Alberto Alonso.
Los hechos le dan la razón. La periodicidad de los asaltos indica que hasta hoy se ha cometido uno cada cuatro días, y el análisis de los golpes muestra que cada robo dura, en promedio, entre 40 segundos y un minuto y medio.
Todas las incursiones son a cara descubierta, y fuentes policiales y de seguridad privada han advertido que, en algunos asaltos, entre los ladrones hay un cronometrista que indica al grupo cuándo debe retirarse.
El blanco principal parecen ser los bancos privados del interior y las zonas Oeste y Norte del conurbano. El microcentro de la ciudad de Buenos Aires se presenta como la zona menos vulnerable a este tipo de delitos, y los botines obtenidos por los asaltantes han crecido respecto del año anterior: antes se llevaban entre 40 y 60 mil dólares por robo, y ahora en muchos casos las cifras superan los 100 mil.
Así ocurrió en el Banco Misiones en Posadas, el Banco de Entre Ríos en Paraná, el Banco Río de Pacheco, el Banco Nación en Remedios de Escalada, el Banco de Corrientes en Paso de los Libres y el Banco Balcarce de Mar del Plata, entre otros.
Durante este año, hasta ahora, el más espectacular fue el robo al Banco de Galicia, en San Juan, donde los ladrones se llevaron 2.500.000 pesos.
El grado de violencia no ha crecido respecto de 1998, y las fuentes coinciden en que es porque los asaltos no se repelen dentro de los bancos sino que, cuando la policía llega a tiempo, espera a los ladrones en la calle para evitar un enfrentamiento en medio del público. Fue lo que pasó el 11 de enero último en el Banco Francés de La Lucila, donde tras un tiroteo a lo largo de setenta cuadras murieron un ladrón y un policía, y otros cinco agentes quedaron heridos.
Estos datos, y otros que cuestionan las medidas de seguridad adoptadas por los bancos, han empezado a circular entre las propias instituciones, los despachos policiales y las agencias privadas. La seguidilla de asaltos y el monto de los botines obtenidos parecen tener que ver al mismo tiempo con los crecimientos cualitativos de las bandas, la oleada de inseguridad general y la escasa tecnología aplicada a la prevención de los robos.
Cuando un fiscal norteamericano le preguntó al legendario John Dillinger por qué robaba bancos, él contestó muy suelto de cuerpo: "Porque allí está el dinero".
La misma explicación, de una lógica implacable, podría dar cualquiera de los ladrones de bancos en la Argentina de 1999. Pero hay más precisiones:
- porque estadísticamente de cada dos asaltos se esclarece uno y la plata nunca se recupera,
- porque si actúan con la celeridad necesaria, los riesgos que toman las bandas se reducen al mínimo,
- porque la policía y los custodios de los bancos rehuyen los enfrentamientos en el interior del local, por temor a herir o matar a los clientes.
"Lo que nosotros venimos viendo es que cada vez es más fácil robar un banco", dice el ingeniero Alonso, presidente de la consultora en seguridad Sasetech. La empresa maneja los datos estadísticos más confiables del mercado, registrándolos por fecha, lugar, tipo de asalto y monto robado.
El tema de la facilidad es compartido por un alta fuente policial que dijo a La Nación : "A veces parece que a los bancos no les importara que los roben, porque tienen el dinero asegurado. Prefieren invertir en seguros y no en seguridad. Les resulta más barato pagar una prima a una aseguradora que perder un juicio por la muerte de un cliente durante un tiroteo".
Desde el lugar de los bancos, las cosas se ven de otra manera.
Roberto Gandini, del Banco de Galicia, explicó: "Nosotros gastamos en seguridad. Hace cinco cierres contables que venimos invirtiendo quince millones de dólares anuales sólo en logística de prevención. Y se apresaron en las inmediaciones de nuestras sucursales 130 merodeadores, que presuntamente planeaban robar".
En el Banco de Boston se tomaron medidas similares. "Invertimos todo lo que tenemos que invertir para que la seguridad funcione. Tenemos que cuidar al cliente", dijo un especialista.
Otra fuente de la Asociación de Bancos de la República Argentina dijo que si bien hay un proyecto oficial para incrementar las medidas de seguridad bancarias, la propuesta es impracticable.
Nos dicen que hay que poner detectores de armas, colocar doble puerta en la entrada de los bancos, y poner vidrios blindados desde el piso hasta el techo. Es una locura. Cada detector de armas cuesta 50 mil dólares y además ya ha habido casos en España en que los asaltantes amenazan con jeringas con sangre infectada de SIDA. Tampoco el vidrio blindado evita que se amenace con matar rehenes, y en los casos de incendio, más que en una solución se convierte en un problema".
En materia de seguridad, hasta ahora, lo única tecnología obligatoria son las cámaras de video, que filman la actividad interna, y las alarmas en los tesoros. Además, en el banco tiene que haber castilletes para alojar personal de vigilancia, cerraduras especiales y blindajes que se controlan periódicamente, aunque las normas no siempre se cumplen, como quedó evidenciado en enero de 1997 con el robo al Banco de Crédito Argentino, de Las Heras y Callao, donde un grupo de boqueteros se llevó 13 millones de dólares.
Estas normas fueron inspiradas en las leyes de seguridad bancaria del Banco de Inglaterra y de la Reserva Federal de los Estados Unidos, sólo que en la Argentina no parecen muy actualizadas.
Según fuentes policiales, "aunque parezca increíble, la mayoría de los bancos siguen filmando los movimientos dentro del local en blanco y negro, y el seguimiento se hace con un monitor de 14 pulgadas cada cuatro cámaras. Como la calidad de la filmación es mala, no sirve como prueba".
El perfil de los ladrones de bancos, sin embargo, no es desconocido para los investigadores. El grupo promedio está integrado por seis personas, de las cuáles cuatro entran a robar y dos se quedan en autos de apoyo.
De esas seis personas al menos dos tienen antecedentes, y el resto son jóvenes de entre 20 y 22 años ("perejiles", en la jerga) que en el robo cumplen un papel secundario. Según la policía, los que roban en Buenos Aires vienen de la provincia, y viceversa.
El elemento nuevo en estas bandas es una figura que ya ha aparecido en cinco de los 21 asaltos cometidos este año: el "tiempista", un ladrón que integra el grupo y que, cronómetro en mano, marca el final de la operación al grito de "¡tiempo!".
Alonso dice: "La celeridad con la que actúa el grupo es su arma más efectiva". En los últimos asaltos los ladrones han demorado un máximo de un minuto y medio.Y no le dieron tiempo a llegar a la policía.
¿Cómo es posible, entonces, que se lleven botines tan abultados en apenas noventa segundos?
Dice Claudio Ciaruttini, de la Asociación de Bancos Argentinos: "Lo que pasa es que los bancos son uno de los lugares donde hay más dinero en efectivo. La gente todavía no se acostumbró totalmente a los cajeros automáticos, y va al banco a realizar por ventanilla todo tipo de transacciones. Mientras un empleado en los Estados Unidos hace 40 operaciones diarias y uno en España 70, un bancario argentino hace un promedio de 400".
Otro tema por tener en cuenta es que los ladrones tienen un costo operativo alto por cada asalto, y deben amortizarlo.
Una fuente policial dijo a La Nación : "Para hacer un robo promedio, una banda tiene que invertir unos 50 mil pesos. En los gastos hay que contar la infraestructura, el alquiler de autos truchos , la inteligencia previa al asalto, que la hace gente que no participa en el atraco, y el alquiler de armas y equipos, que casi nunca son propios".
El armamento y los equipos de comunicaciones se pueden comprar o alquilar ilegalmente, y los proveedores habituales ofrecen Itakas, fusiles FAL o pistolas 9 milímetros. En el mercado negro de Ciudad del Este, por ejemplo, las armas se pueden conseguir hasta seis veces más baratas que en una armería local y legal.
El caso que quedará para la historia
El sábado 4 de enero de 1997 fue un día atípico en el Banco de Crédito Argentino. Silenciosamente, cuatro personas penetraron por un túnel en la bóveda y violaron 270 cajas de seguridad, alzándose con un botín de 13,5 millones de pesos.
El lunes por la mañana, los empleados de la sucursal de Las Heras y Callao se encontraron con la caja de seguridad abierta y el suelo tapizado de objetos insólitos: jarrones, monedas, armas y documentos; todo lo desechado por los ladrones.
El mal llamado "robo del siglo" fue ideado por dos ex agentes de la SIDE, Jorge Pomponi y Norberto García, acompañados por René Riviere y Antonio Mandaradoni. Por su modus operandi, serían conocidos como "los boqueteros".
El grupo alquiló un local en la avenida Callao 1519, que estaba situado a media cuadra de la comisaría 17a. y se hallaba en reparación. Y durante seis meses cavaron más de 60 metros por debajo de la avenida Las Heras, hasta alcanzar el segundo subsuelo del banco que luego saquearían. Entonces perforaron la pared de 20 centímetros de espesor y entraron en la bóveda.
Según los peritajes realizados, el banco no cumplía con las normas de seguridad apropiadas: la pared de la bóveda no era de 50 centímetros de espesor y no contaba con el detector antisísmico necesario.
Más de 150 damnificados iniciaron una batalla legal por la indemnización.
Si bien el primer tramo de la investigación se orientó a criminales de nacionalidad uruguaya, la hipótesis fracasó. Entonces, el juez de instrucción Adolfo Calvete inició una pesquisa rastreando las llamadas realizadas desde teléfonos públicos cercanos al banco. Por un radiollamado (que utilizaba Pomponi) se llegó a los autores.
Los cuatro supuestos boqueteros fueron procesados por Calvete, que dictó su prisión preventiva. "Irán a juicio oral y público antes de fin de año", dijeron fuentes judiciales.
A once meses del robo, todavía faltaban recuperar 13 millones de pesos y ninguno de los 160 clientes había cobrado ni un centavo de indemnización por los bienes que allí tenían depositados. Un total de 30 millones de dólares sumaron las demandas por daño moral y lucro cesante. Y cada día fueron más.
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