Oftalmólogos voluntarios que curan a los que no ven
Convencido de que la meta de su profesión es el servicio, Alberto Zambrano sintió que, al igual que sus pacientes, no podía esperar más. Hace diez años, cuando era consultor médico del Hospital de Ojos Santa Lucía, se enfrentaba a diario con casos que requerían con urgencia una cirugía, pero que por una cuestión de exceso de pacientes debían esperar meses y meses.
Para acortar esos tiempos creó la Fundación de Cirugía Ocular. Con el fin de atender a los pacientes sin recursos, Zambrano y un grupo de médicos voluntarios tratan a los que necesitan operarse con urgencia, pero no pueden acceder al sistema privado.
Casi todos los profesionales de la fundación incursionaron antes en el ámbito hospitalario y ya trabajaban ad honórem antes de sumarse a la fundación. Zambrano también tiene experiencia al respecto: en los 25 años que trabajó en distintos hospitales públicos nunca cobró un peso.
La burocracia del sistema público, la falta de recursos y la saturación de pacientes hacen que los profesionales no siempre puedan trabajar como les gustaría.
La Fundación de Cirugía Ocular funciona como un complemento de la gestión pública, ya que alivia un poco a los hospitales de la creciente demanda que los desborda. Sin ir más lejos, ya realizaron más de 3000 cirugías.
Zambrano se especializa en las afecciones que pueden curarse con cirugía vitreorretinal para evitar así la ceguera. Desde la década del 70 se perfeccionó en estas enfermedades.
"En estos casos, el tiempo es lo más importante -aseguró la doctora Adriana de la Fuente- y los hospitales no dan abasto por el gran volumen de pacientes que tienen en espera." Según contaron, una operación que en un hospital público puede demorar meses, en la fundación se realiza en una semana. Como las intervenciones se practican en una clínica donde disponen de tres quirófanos, los tiempos de espera son mucho más breves.
Contra reloj y sin recursos
El tiempo no es el único enemigo de estas afecciones. Los elementos que se necesitan para estas intervenciones son caros. "A nivel privado, una operación de este tipo cuesta 8000 pesos y en los hospitales los materiales salen unos 1500 pesos. En la fundación, el que puede paga lo que puede, como puede. El que puede pagar más, compensa con el que no puede pagar", señaló Zambrano.
Como los fondos son escasos, las alianzas y las donaciones se volvieron indispensables para el sostén de la fundación (4816-9837).
La fundación atiende a muchos pacientes del interior y hasta tiene contratos con varias casas de provincia. "Como hablamos de personas con problemas de visión, son pacientes que viajan con un acompañante y no pueden quedarse mucho tiempo porque los costos son muy altos", explicó De la Fuente.
Hasta hace unos meses, la mayoría de los pacientes llegaba a partir de la derivación de otros profesionales. Sin embargo, unas 100 personas se acercaron después de ver en la calle los afiches de la campaña de la fundación.
Uno de ellos fue Juan Frank. Este hombre de 66 años vive en Puerto Iguazú, Misiones. Hace algunos meses se operó por un desprendimiento de retina, que al tiempo se complicó. "Nos vinimos a Buenos Aires, pero no teníamos dónde parar. En el hospital nos daban turno para dentro de tres o cuatro meses y la operación debía ser urgente", recordó su hija, Nélida.
Como no podían esperar ese lapso ni pagar los 5000 pesos que les pedía un oftalmólogo privado, decidieron volver a su provincia.
En la parada del colectivo vieron el cartel de la fundación. "Tomé nota del teléfono y llamé. Fue una salvación, porque estábamos desesperados. Nos habían dicho que si no lo operaban rápido se iba a quedar ciego. Acá la atención fue excelente y pagué lo que podía. Dejé una colaboración de 200 pesos", agregó Nélida.
Aunque todavía le cuesta ver de cerca, Juan no perdió la visión, algo que le parecía imposible hasta hace unos meses.
Pablo González pasó un fin de año difícil. En un asalto le dieron un golpe y sufrió un desprendimiento de retina. En el hospital Durand le dieron turno de operación para el 5 de mayo. Una fecha que no estaba seguro de poder esperar sin perder la vista.
"Salí desahuciado y frente al hospital encontré un afiche de la fundación. Como podía alcancé a copiar el teléfono", relató. Lo operaron hace diez días y, cuando sus changas le permitan ahorrar unos pesos, pagará los elementos de la operación.
Hace un año que los trastornos en la vista impiden que Norma Bareni pueda conseguir trabajo. Esta actriz de 37 años nació con un problema en la vista que le produjo unas cataratas que requieren de una operación especial.
"Un médico privado me cobra 3600 pesos y desde hace dos años busco subsidios; recorrí fundaciones, fui a todos lados sin éxito. Hasta que vi el cartel de la fundación en la calle y llamé", detalló. Mañana la operarán del ojo izquierdo. "Ese cartel fue mi salvación", aseguró Norma.
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