Odisea hospitalaria: esperó internada durante 35 días por un cirugía de cadera que le suspendieron tres veces
María Drago, de 54 años, necesitaba una prótesis por un reemplazo total; sin embargo, le cancelaron la intervención porque no había quirófanos, de acuerdo con los médicos; es un caso testigo de lo que le sucede a unas 400 personas por mes; buscan normalizar el servicio
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María Drago esperó internada 35 días una cirugía de cadera que le suspendieron tres veces por “falta de disponibilidad de quirófano” a partir de las 14 en el hospital donde se atiende desde justo antes de la pandemia de Covid-19. Con 54 años, necesitaba una prótesis por una necrosis ósea del lado derecho. En la Defensoría de la Tercera Edad porteña, que intervino en su reclamo, es “un caso testigo” de más de 400 que reciben por mes no solo de pacientes de la ciudad, sino también de otros distritos, por la crisis de recursos humanos que se extiende en el sistema sanitario del país.
“Estaba sexta en la lista para cirugía a finales de 2020 y en septiembre de este año, cuando me dieron un turno para el 27 de mayo de 2023, me enteré que me habían pasado al 76° lugar en la lista de espera”, detalló a LA NACIÓN la paciente, que es beneficiaria del PAMI. “Llevo un mes y tres días en el hospital. Ya ni puedo caminar del dolor”, agregó antes de la intervención.
Notó primero lesiones, como moretones, en las piernas y le costaba levantar la pierna derecha o salir a correr. En una primera consulta en la localidad bonaerense de San Bernardo, donde vive, le dijeron que podía ser un desgarro muscular, pero empezó a no poder atarse los cordones de las zapatillas o cortarse las uñas de los pies. Entonces, viajó a la Capital para consultar en el Hospital Durand; le diagnosticaron osteonecrosis posiblemente asociada con la terapia para VIH que utiliza desde hace años. La derivaron al Hospital Fernández para un reemplazo de cadera.
En 2020, un mes antes de que se reconfiguraran los hospitales para la atención del Covid-19, Drago hizo la primera consulta, según recordó. El año pasado, le anticiparon que la operación podría ser a partir de julio, pero hubo errores en el pedido de la prótesis a la ortopedia proveedora. Drago quiso presentar en PAMI un recurso de amparo, pero un abogado de la obra social lo rechazó: se encadenó ocho horas en la puerta de la Agencia 7, en las avenidas Corrientes y Scalabrini Ortiz. Con la intervención de la Defensoría porteña, a la semana la citaron del Fernández: la prótesis, que ya había sido adjudicada, estaba disponible y la cirugía sería el 21 de octubre, a las 8.
“Me hicieron un nuevo prequirúrgico y el 20 de octubre me interné. Al día siguiente, esperé preparada para el quirófano desde las 5.30 y, a las 14, me avisaron que se había suspendido y que la reprogramaban para el 27. Ese día, también me prepararon temprano, pero volvieron a reprogramarla recién para el 14 de noviembre, justo el día de mi cumpleaños –detalló la paciente–. De nuevo, me prepararon y esperé en la habitación, pero me enteré de que habían vuelto a suspender la cirugía por el personal que me llevó el almuerzo.”
Por tercera vez
La tercera reprogramación fue para el 2 del mes que viene, pero la adelantaron para el jueves pasado tras un nuevo reclamo de la Defensoría ante el Ministerio de Salud porteño. “Está anotada para mañana [por el jueves pasado] en el segundo turno [de quirófano]. Se estaría operando de no mediar complicaciones”, respondieron de la División de Traumatología y Ortopedia del Fernández ante la consulta de LA NACIÓN. Y ese día, finalmente la operaron.
Desde PAMI indicaron que la prótesis siempre estuvo autorizada y que la suspensión de las cirugías fue decisión del hospital.
“Podemos contar cantidades de casos así y en todo el país”, afirmó ante la consulta Eugenio Semino, defensor de la Tercera Edad de la Defensoría del Pueblo porteña. Por mes, en su oficina se reciben entre 420 y 430 casos similares, sin contar los problemas con la provisión de insumos, como medicamentos, pañales o bolsas de colostomía, entre otros. Son casos graves, incluidas cirugías cardiovasculares, por ejemplo, con demoras aún más prolongadas que la de Drago, sobre todo por falta de especialistas.
“Hay casos del interior también porque todo lo que pasa en las provincias se termina decidiendo en la ciudad. No tienen respuesta porque hay menos prestadores que en la Capital”, describió. “No hay en el país un sistema que pueda responder a los que más necesitan y lo necesitan urgentemente. Es tan larga la espera para todo: no se puede tener tres veces a un paciente preparado para quirófano y suspenderle la operación, con el impacto emocional y psicológico que eso produce –sostuvo Semino–. Estamos viviendo una crisis humanitaria, que afecta especialmente a los adultos mayores.”
Hasta las 14
Las explicaciones que le ofrecieron a ella y a su hijo por las suspensiones fueron, primero, que no había anestesiólogo porque el profesional había tenido “un problema personal” y, las dos últimas veces, por el ingreso de dos pacientes con fracturas que había que operar de urgencia.
El Ministerio de Salud porteño abrió una convocatoria a concurso para anestesiólogos. Explicaron que es para cubrir 30 cargos de planta y 30 de guardia en los hospitales de agudos de la ciudad, como el Fernández, para contrarrestar con un mayor rango horario cubierto el retraso en las cirugías que aún se mantiene debido, primero, a que en la pandemia se operaban solo las urgencias y, más recientemente, los paros de profesionales que resintieron los servicios.
En una respuesta interna del hospital, a la que accedió este medio, la División de Traumatología y Ortopedia, a cargo de Mariano Gitard, consignó que la primera cirugía se había suspendido porque la operación programada antes de la de Drago “terminó después de las 14 y no había disponibilidad de quirófano para operar en el turno tarde”. La segunda vez, en tanto, se prolongó hasta las 15 la cirugía de un paciente de terapia intensiva.
Luego, según continuó el relato, la ortopedia proveedora les informó por WhatsApp que no tendría disponibilidad por dos semanas del tipo de prótesis importada que se había adjudicado a Drago y ofreció usar una versión nacional.
“Ante el malestar explícito de la paciente ante las dos cancelaciones –finaliza la nota interna–, se consulta con el cirujano, quien de ninguna manera lo acepta, sobre todo teniendo en cuenta que no es una urgencia, que la paciente lleva dos años esperando y que la demora de algunas semanas no afectaría el resultado final.” Consignaron, además, que la paciente rechazó irse hasta estar operada.
“Quiero que esto no le pase a nadie más”, insistió Drago en diálogo con LA NACIÓN, tanto antes como después de la intervención. “Aún tengo voz, puedo reclamar y me puedo encadenar en una sede de PAMI. Pero los mayores que pasan por algo así, lloran. Que no los sigan pasando por encima”, sostuvo, con una mezcla de disgusto y angustia a la vez. El jueves pasado, minutos después de las 17, volvió del quirófano a la habitación, ya operada. A las 48 horas, ya había dado unos 20 pasos y, para el domingo, ya había recorrido el pasillo del piso con supervisión médica y andador. La aparición de unas líneas de fiebre, con un estudio de laboratorio que descartó infección, retrasó el alta hasta ayer. Fueron 41 días.
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