Ocho horas sin subte y en pleno caos
Anoche las partes firmaron un principio de acuerdo para levantar la huelga prevista para hoy
Todo estaba desbordado. Las calles del centro, atiborradas de autos. En los colectivos se viajaba como ganado, con gente sobresaliendo del estribo. Y seguían cargando gente. Las bocinas no paraban de sonar. Todo el mundo estaba apurado, irritable. Y encima, el calor. La gota que coronó el desborde. Viajar al centro fue un infierno, una experiencia traumática, una expedición que para algunos duró horas y que repartió a los pasajeros a sus lugares de destino, pero en condiciones lamentables.
El paro de subtes -que ayer se extendió por ocho horas, en dos turnos de cuatro- volvió a dejar a la ciudad incomunicada en horas pico. Los delegados gremiales de los empleados de la empresa concesionaria Metrovías no se pusieron de acuerdo. Y, a pesar de la conciliación obligatoria impuesta por el Ministerio de Trabajo, siguieron a toda costa con la medida de fuerza.
Otra vez ayer medio millón de pasajeros del subte se quedó sin servicio. Pero, más allá del conflicto entre las partes, el Gobierno no prevé intervenir, según pudo saberse de fuentes allegadas a la Casa Rosada.
LA NACION consultó a representantes de la cartera laboral para saber si el gobierno nacional aplicaría sanciones a los trabajadores por realizar un paro en medio de una conciliación obligatoria. Sin embargo, los voceros insistieron en que no tenían "nada que informar" sobre ese punto.
También fueron consultados los voceros del jefe de gobierno porteño, Aníbal Ibarra. Pero informaron que, pese a que la extensión de la red es una de las obras más importantes de la Ciudad, su control sólo responde a la Nación.
Al cierre de esta edición, en el Ministerio de Trabajo, las partes suscribieron un principio de acuerdo por el que se retrotrae la situación hasta antes del conflicto que paralizó a los subtes. A pesar de ello, a última hora de anoche, los gremios no pudieron asegurar que se hubiese levantado el paro previsto para hoy.
Los delegados de las cinco líneas reclaman un aumento salarial del 55% más 2% por reconocimiento de antigüedad y horas nocturnas. Ayer evaluaban la contraoferta que les acercó la empresa. Metrovías propuso un reconocimiento de las horas nocturnas, un aumento del 100% en la antigüedad, es decir, de $ 2,5 a $ 5. También, el pago de $200 en diciembre y de $100 pesos en enero y en febrero. Otros $50 para cada uno de estos dos últimos meses se pagarán como no remunerativos.
Los voceros de la empresa confirmaron anoche que esos puntos forman parte del acta firmada.
Previamente a ese principio de solución, Metrovías había expresado, mediante un comunicado "la imposibilidad de otorgar un aumento" y rechazado que buscase "subir el valor de los pasajes ni de los subsidios".
"Si no llegamos a un acuerdo, seguiremos con los paros los próximos días y vamos incrementar la cantidad de horas", había amenazado por entonces el delegado de la línea B Claudio Dellecarbonara.
El momento de mayor tensión se vivió ayer en Constitución, cuando la empresa quiso poner en marcha un servicio de emergencia conducido por personal jerárquico. Los delegados gremiales se lanzaron a las vías para impedirlo. A raíz de esto, Metrovías radicó una denuncia en sede judicial y reforzó la seguridad en las estaciones. Los sindicalistas se preparaban para lo peor. "No queremos bolas de fuego. Si nos reprimen, nos vamos a defender con lo que tengamos a mano", lanzó el delegado del taller Constitución, Andrés Fontes.
Anoche, los gremios realizaban una asamblea para informar a los trabajadores sobre el principio de acuerdo suscripto a instancias del ministro de Trabajo, Carlos Tomada.
Ayer, desde el mediodía, circularon versiones sobre un posible entendimiento entre las partes. Se habló, en principio, del ofrecimiento de la empresa de realizar un pago de 250 pesos por única vez y de retomar las negociaciones en marzo.
Gremialistas disidentes de la UTA
Los 15 delegados gremiales de las distintas líneas de subterráneos no coinciden ideológicamente con la conducción nacional de la Unión Tranviarios Automotor (UTA), el sindicato del que dependen y que lidera el secretario general Juan Manuel Palacios.
Las diferencias, que son además, metodológicas, según explicaron a LA NACION varios voceros del gremio, son especialmente profundas con los representantes de las líneas A y C, a quienes en el sindicato los vinculan con el dirigente ferroviario disidente Rubén Sobrero, del Movimiento Sin Trabajo-Teresa Vive, enrolado en la Izquierda Unida.
Los métodos de protesta son los mismos. Por caso, algunos de los trabajadores del subte saltaron a las vías para impedir la salida de una formación de emergencia, en la línea C, en el trayecto que va de Retiro a Constitución.
Es frecuente que Sobrero protagonice hechos similares. La última vez ocurrió hace pocas semanas, cuando cortó las vías en la estación Haedo de la ex línea Sarmiento, hecho por el que terminó detenido.
Una fuente inobjetable de la UTA dijo a LA NACION que el gremio comparte "plenamente el reclamo de los trabajadores", pero que no está de acuerdo con la forma en que ese sector viene realizando la protesta.
"Jamás hubiésemos perjudicado a los usuarios de esa manera, porque se debería haber declarado el trabajo a reglamento y aumentado la protesta a medida que se negociaba con la empresa. Ello no significa una demostración de debilidad", destacó la fuente para dejar sentado el contenido ideológico que desde el gremio se imprime a algunos delegados que prefieren -dicen- "cortarse solos".