Nuevos festejos. Cumpleaños en las plazas y velitas apagadas con los dedos
Sofía estaba preocupada, a medida que se acercaba la fecha de su cumpleaños de seis. Para ella es muy importante el festejo y sus amigos. Su mamá, Cynthia Pertierra ya le había anticipado que este año iba a ser distinto, que lo del salón del año pasado no se iba a poder repetir. Hasta que apareció una idea que le cambió la carita. ¿Y si festejamos en una plaza?
La idea les encantó, empezaron a pensar opciones y en esos días empezaron a ver que las plazas de la ciudad se llenaron de cumpleaños de chicos y grandes que no se resignaron a tener que cumplir sin festejar. Ahora Sofía está super ansiosa por su cumpleaños, que será el próximo lunes, en el parque La Isla, en Paternal. Va a haber globos, torta, descartables de Moana y juegos que permitan respetar la distancia social.
Amparados en el decreto que autorizó los encuentros al aire libre, con encuentros de hasta diez personas, miles de porteños salieron a festejar sus cumpleaños. Tal es la demanda que para asegurarse un espacio para el festejo sin que haya tanta gente cerca, muchos optan por celebrar con desayunos e incluso por la tarde, los días de semana, durante el horario laboral.
Son cumpleaños distintos, que se parecen mucho a los festejos infantiles de la Generación X: sin juegos pautados ni animadores, con tortas caseras, globos y mucho espacio libre para correr y divertirse con los amigos. Acá, trepar a los árboles le gana a los peloteros. Y la mayor diferencia: las mamás o los papás se quedan en el cumpleaños, porque la cantidad de adultos no se cobra como un adicional y todos son bienvenidos. Y con una porción de torta se dan por festejados.
Los cumpleaños en las plazas son parte de la nueva conquista del espacio público al que salieron los porteños a causa de la cuarentena. Recorrer un parque o una plaza un día cualquiera es encontrarse con chicos jugando, con adultos en mantas sobre el pasto, tomando sol y aprovechando el buen tiempo para reencontrarse.
A medida que se acercaba la fecha del cumpleaños de siete de Julián, Karina Lazo empezó a barajar opciones. Como vivió un tiempo en España, se acordó de que allá casi todos los cumpleaños se festejan en plazas y que no existen los salones. Entonces le propuso a su hijo un festejo diferente. Con sus amigos, los que siempre se juntan para jugar en la plaza: algunos del colegio y otros de la vida. Un encuentro chiquito, pero que le permitiera a su hijo sentir que su cumpleaños no había pasado de largo. Y así se organizaron.
Se trasladaron hasta la plaza Zapiola, en Donado y Echeverría, porque hay más espacio para que los chicos jueguen sin estar encimados. Ahí descubrieron que no eran los únicos. Había otros dos cumples en simultáneo. "Fue un cumpleaños hermoso. La pasaron bárbaro. Llevé todo descartable, contraté un catering de una mamá del colegio que nos trajo la torta, bocados dulces y cosas, todo individual para cuidar el tema del contacto. También unos globos con helio para que demarcáramos la zona en la que nos íbamos a instalar. Con todo este boom de los cumples en plazas está trabajando un montón y ya tiene todo pensado", cuenta.
Una de las cosas que más le gustó a Karina, fue ver cómo los chicos se divirtieron sin necesidad de tener el juego pautado. Una pelota, sus armas de goma eva y así, mientras las mamás conversaban, barbijo de por medio y tomaban café en vasos descartables, porque el mate está descartado, ellos no se aburrieron ni un minuto.
Desde el gobierno porteño ven con buenos ojos los festejos en las plazas. "Nosotros, desde la Ciudad promovemos el uso del espacio público. Llevar adelante actividades al aire libre, siempre cumpliendo con los protocolos y las medidas de prevención y reducción de riesgo, es una excelente opción", dice Felipe Miguel, jefe de gabinete porteño. "Hay que recordar que tienen que ser encuentros de no más de diez personas, respetando las distancias y con barbijo puesto", agrega. "Y si vemos que las medidas de protección se relajan, porque puede pasar que la gente se relaje y se olvide, para eso reforzamos la presencia de los concientizadores en los espacios verdes, para recordar las medidas de autocuidado. Y la respuesta es muy buena. Vemos que la gente está viviendo esta etapa con mucha responsabilidad y compromiso. Hay que reconocerlo", dice el funcionario.
Que los festejos se trasladen a las plazas, siguiendo el protocolo es la mejor alternativa a los encuentros clandestinos a puertas cerradas, donde se producen según los epidemiólogos hoy una buena parte de los contagios.
El cumple de 10 de Simón, que fue el miércoles en el parque Saavedra. Fue toda una mudanza, dice la mamá. Desde lonas, descartables, repelente, alcohol gel, bebidas en formato individual. Pero valió la pena. "La opción era un cumple por Zoom, pero yo quería que tuviera algo real, fuera de lo virtual. Hicimos un pequeño encuentro de juegos virtuales con los amigos pero después, le dije que íbamos a festejar a la plaza", cuenta Coty Gumbau, la mamá. "Al principio hubo un poco de resistencia de su parte. Era todo nuevo. Jamás habíamos festejado así, pero al final fue una experiencia tan linda, que la repetiría sin pensarlo", dice. Antes de convocar al evento, la mamá consultó con un infectólogo, que le explicó que si se tomaban los recaudos, el riesgo de contagio era muy bajo. "Me explicó, por ejemplo que si un chico necesita bajarse el barbijo por el calor, puede hacer una pequeña caminata solo para reponerse y volver al grupo con la protección", dice Coty.
Simón le planteó sus dudas a la mamá: ¿qué pasaba si algún amigo lo venía a abrazar? ¿Podía soplar las velitas? La mamá le explicó, que podía ofrecer el saludo de codo, que se podían abrazar dando vuelta la cara y sin beso y que seguramente a sus amigos sus mamás también les iban a dar recomendaciones. Para las velitas, pensaron en hacer una torta chiquita, y mini tortas con un envoltorio para los amigos. "Igual, Simón me sorprendió. El mismo decidió no soplar la vela: la ventiló con la mano, con un aplauso y después la apagó con los dedos. Es la nueva forma en que se apagan las velitas ahora. Es increíble cómo los chicos se adaptan a la nueva realidad. Todos respetaron las distancias, los abrazos fueron así, de lejos y disfrutaron muchísimo volver a encontrarse. Creo que es algo que están necesitando", dice Coty.
Pero los festejos no son exclusividad de los chicos. María Victoria Laffitte, que cumplió 36 años el 17 de septiembre, decidió festejar su cumple en la plaza Zapiola, que queda a la vuelta de su casa. No fue la primera vez. De hecho, el año pasado, también festejó ahí, aunque no había restricciones. E incluso, el 1 de marzo, antes de que llegara la cuarentena, festejó en esa plaza el primer cumpleaños de su hija Bruna.
"Al mudarme a Villa Urquiza y tenerla a la vuelta, empecé a disfrutar mucho del aire libre. Desde que nació Bruna vamos continuamente. Es un lugar donde me siento contenta. Creo que la pandemia sacó eso de bueno: que la gente empezó a revalorizar el aire libre y estoy chocha. Me parece un planazo, es hermoso, es libre. Saca toda restricción que ponen las paredes. La gente se puede ir a la hora que quiera, llevar su comida, tampoco la comida es tan importante", cuenta. Por eso no dudó cuando pensó en el festejo de este año. "En este contexto fue espectacular. Porque pude ver a mi papá y a mi mamá, que no los veo en otro contexto que no sea al aire libre", cuenta.
Como esta plaza se suele llenar bastante y es una de las más elegidas para los festejos, María Victoria decidió organizar un desayuno de cumpleaños. Se juntó con sus hermanas, sus papás y sus sobrinas a las 9.30. Cada uno llevó su propio mate. Ella aportó las medialunas y la hermana le hizo una torta. "A la tarde nos mudamos al parque Saavedra, porque es más amplio. Le pusimos banderines a un árbol y vimos a algunos amigos que vinieron a saludarnos. Fue un cumple muy feliz", dice.
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