Nueva terapia celular para reparar la rodilla que se empezó a usar en la Argentina
El Implante de Condrocitos Autólogos se basa en un proceso de regeneración que utiliza las propias células del paciente para reparar el cartílago dañado
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La medicina argentina logró un avance significativo al realizar la primera intervención en América Latina usando el Implante de Condrocitos Autólogos (ICC), una técnica que busca la regeneración del cartílago articular. Esta operación fue encabezada por Mariela Guasti, presidenta de la Sociedad Latinoamericana de Medicina Regenerativa (SLAMR), quien destacó que el objetivo detrás de este avance era lograr que la Argentina estuviera a la altura de los países más avanzados en medicina regenerativa.
La intervención se concretó en mayo pasado cuando Guasti y su equipo trataron a un paciente de 34 años que presentaba una lesión osteocondral en la rodilla izquierda. El joven, que había intentado sin éxito otros tratamientos, padecía un dolor que limitaba seriamente su capacidad para llevar una vida normal. Guasti explicó que el paciente “sufría un dolor incapacitante que afectaba severamente su calidad de vida”. Tras la intervención, el resultado ha sido alentador: el paciente ha comenzado su proceso de rehabilitación y, según la especialista, “actualmente, se encuentra en rehabilitación, sin dolor, y avanza hacia la recuperación de sus actividades deportivas”.
El logro obtenido es el resultado de más de cuatro años de investigación. Según la especialista, “sabíamos que el camino no sería fácil, pero confiamos en el talento de los médicos argentinos y en la voluntad de los pacientes por acceder a tratamientos que les permitan mejorar su calidad de vida”.
En qué consiste
El ICC se basa en un proceso de regeneración que utiliza las propias células del paciente para reparar el cartílago dañado. Este tratamiento tiene dos etapas: en la primera, se extrae una pequeña muestra de cartílago mediante una biopsia, que luego se cultiva en un laboratorio. En la segunda intervención, las células cultivadas se implantan en la zona afectada utilizando una membrana bioabsorbible que facilita la integración del nuevo cartílago en la articulación. Sobre este proceso, Guasti detalló: “Este proceso no solo alivia el dolor, sino que permite la regeneración completa del cartílago nativo, algo que otros tratamientos no logran”.
Uno de los aspectos clave de esta técnica es que el cartílago regenerado es funcional y no deja cicatrices. Guasti explicó que “el ICC ofrece una ventaja clave sobre otros tratamientos: no genera tejido cicatricial, sino que regenera el cartílago original”. Esto lo convierte en una opción eficaz para personas entre 11 y 60 años con lesiones articulares graves, como condromalacia y osteocondritis disecante. Además, Guasti subrayó: “Tras la intervención, los pacientes pueden retomar actividades cotidianas en los primeros meses, mientras que la recuperación total, incluyendo el alta deportiva, puede alcanzarse entre los 9 y 12 meses”.
Pasos
La Argentina es el primer país en América Latina en implementar esta técnica, lo que posiciona a la nación al nivel de los principales centros europeos de medicina regenerativa. No obstante, actualmente, una parte del proceso, en particular el cultivo de las células, se realiza en España. “Aunque una parte del cultivo celular aún se realiza en España, nuestro objetivo es que todo el proceso se complete en Argentina, lo que nos permitirá ofrecer el tratamiento de manera autónoma y eventualmente exportar la técnica a otros países de la región”, anticipó Guasti.
La técnica del ICC ha sido aprobada tanto por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) como por la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), lo que garantiza su seguridad y eficacia, especialmente en el tratamiento de deportistas de alto rendimiento y personas con lesiones articulares graves. Inicialmente, el ICC fue concebido para ayudar a atletas, sin embargo, Guasti aclaró: “Cualquier persona con una lesión articular significativa puede beneficiarse del ICC”. En este sentido, su aplicación ha sido ampliada a pacientes no deportistas, quienes también presentan daños articulares por desgaste o traumatismos.
Por otra parte, el ICC representa una oportunidad única para aquellos que han agotado otras opciones terapéuticas. Guasti afirmó que la técnica no solo mejora la calidad de vida de los pacientes al aliviar el dolor, sino que tiene un impacto crucial en la funcionalidad de las articulaciones. Según la médica, “el principal aporte de esta técnica es que no solo alivia el dolor, sino que permite la regeneración completa del cartílago, algo que otros tratamientos no logran”.
El cartílago hialino, que actúa como amortiguador en las articulaciones, puede sufrir daños irreversibles por el uso excesivo o por lesiones traumáticas. Esto genera dolor, rigidez y la imposibilidad de realizar actividades cotidianas. En el caso de deportistas, los movimientos repetitivos y el sobreesfuerzo pueden acelerar este proceso de desgaste. Sin embargo, el ICC ofrece una posibilidad real de revertir estos daños. “El ICC ofrece una oportunidad para restaurar la funcionalidad de las articulaciones y mejorar la calidad de vida de los pacientes”, concluyó Guasti.
El siguiente paso en este camino será consolidar la capacidad de realizar todo el proceso del ICC dentro de Argentina. Esto implica que no solo se llevará a cabo la intervención quirúrgica, sino también el cultivo celular en laboratorios nacionales, lo que reducirá los tiempos de espera y costos asociados. “Estamos trabajando en una transferencia tecnológica que nos permita realizar el cultivo celular localmente, lo que abrirá la puerta para ofrecer esta terapia no solo en Argentina, sino también en toda América Latina”, señaló Guasti, marcando así el rumbo de lo que será el futuro del ICC en la región.
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