Era un noviazgo de facultad. Silvana y Lucho estudiaban arquitectura en Córdoba. Se distanciaron a comienzos de 1978 cuando él, boliviano, viajó a La Paz para visitar a sus padres, aprovechando el receso de verano.
"Era pelirrojo, con pecas y barba. Flaco, usaba jeans, túnicas y sandalias. Tocaba el charango". Así recuerda Silvana Suárez a su novio de los 19 años. La pasión por la música era compartida. Ella había estudiado en un conservatorio y a los 18 se recibió de directora de coro. Tocaba la flauta dulce e integró un cuarteto de vientos. Arquitectura y música eran el denominador común de Lucho y Silvana. Además, los dos eran un poco bohemios. "Antes de ser mi novio, salió con una chica monísima de ojos azules que ese año se coronó Miss Bolivia. Pero la relación entre ellos se terminó porque él no aprobaba que fuera modelo y menos que participara en la publicidad de una gaseosa".
Lucho partió a visitar a sus parientes y Silvana se quedó en Córdoba. Fue entonces cuando Norma Clarenc, su madre (separada de Horacio Suárez), se propuso convencerla para que se presentara en el concurso Miss Sierras de Córdoba, organizado por el diario Tiempo Cotidiano. No fue fácil. A Silvana no le entusiasmaba la idea y además sabía que Lucho no iba a estar de acuerdo. Pero Norma insistió. Una, dos, varias veces. Por fin, la joven estudiante aceptó posar en bikini de lunares, en la pileta del club, ante un fotógrafo profesional. Cuando vio las imágenes, se entusiasmó. Sin embargo, el tiempo le jugaba en contra. Había tardado en decidirse y el plazo de recepción de fotos estaba por vencerse. Si las enviaba por correo, llegarían tarde. Fue en persona a entregarlas y quedó seleccionada.
A mediados de marzo en la boite Keops de Villa Carlos Paz, atestada de gente, concursó con el número 3. Como era habitual, se buscaba que tuviera alguna otra destreza, además de la belleza. Tocó la flauta dulce y encantó a todos. Antes de que se expidiera el jurado, entre quienes se encontraba el artista Carlos Páez Vilaró, el público había dado su veredicto, coreando el tres. Por lo tanto, cuando Fernando Bravo anunció la ganadora, solo confirmó lo que todos sospechaban. Y Silvana Suárez ganó su primer concurso de belleza.
Cuando inició el segundo año de Arquitectura, sumó el modelaje a sus actividades. Lucho aceptó a regañadientes que su novia estuviera en las pasarelas. Y eso no era todo. Durante las vacaciones de invierno, la reina de las sierras fue convocada a Buenos Aires para participar de la elección de Miss Argentina para Miss Universo (organizada por el matrimonio de Jean Cartier y María Fernanda). Transmitió Canal 9, condujo Silvio Soldán y en el jurado estaba Cacho Castaña. Silvana conservó el invicto y una vez más fue coronada.
La elección era el pasaporte para Acapulco y competir para Miss Universo. Sin embargo, su madre, la misma que le había dado el impulso inicial, no estaba convencida. Frente a la diseñadora Elsa Serrano, le dijo: "No firmes este contrato. No lo necesitás". Obediente, Silvana (quien se llamó de esa manera por la actriz italiana Silvana Mangano) desechó la oportunidad y regresó a Córdoba, a la facultad y su noviazgo. Stella Maris Muñoz, la primera princesa, ocupó el lugar vacante.
Cuando se reiniciaron las clases a fines de julio, algunos profesores se asombraron de verla. "¿Cómo es que no fuiste a Acapulco?". Ahí terminó de convencerse. Habló con Lucho, con su madre y resolvió buscar una segunda oportunidad. En esas semanas se presentó al concurso para la elección de Miss Córdoba, organizado por Nelly Raymond, y volvió a ganar. Una vez más viajó a Buenos Aires (esta vez la acompañó Lucho), donde el 7 de octubre se realizó una nueva selección. En este caso, de la Miss Argentina que competería en Londres por el trono de Miss Mundo (recordemos que en Acapulco se elegía Miss Universo). Pero esta vez dejó su invicto. Quedó como primera princesa. La ganadora, Margarita Heindryckx, marplatense, recibió el cetro de manos de Adriana Salgueiro, Miss Argentina 1977. Entre las premiadas, figuraba la cuarta princesa Miss San Juan Beatriz Salomón.
Allí pudo truncarse la carrera de la atractiva representante cordobesa. Pero el destino puso una nueva carta en la mesa. Cuando Margarita Heindryckx se preparaba para viajar, se conoció una novedad reglamentaria: las aspirantes a Miss Mundo debían tener 17 años cumplidos el 1 de noviembre. Nuestra representante marplatense los cumplía el 18 de noviembre y por ese motivo debió resignar el lugar. A las apuradas, llamaron a Silvana Suárez. No había tiempo de hacerle ropa. Apenas un vestido para que se presentara como fiel exponente del campo argentino. "Viajé sola, me dieron un traje típico de paisana, pero no me convenció: me llevé un poncho con los colores de la bandera argentina, pantalones blancos, botas, un cinturón y una camisa blanca". ¿Qué otro vestuario empacó? El vestido de novia de su hermana Normy (se había casado en junio) y también el que la novia usó en el civil. ¿Y Lucho? A esa altura, la relación se disipaba sin que ninguno de los dos hiciera algo por frenarlo.
"Cuando llegué al aeropuerto de Heathrow, estaban esperándome unos señores que me metieron en un típico taxi inglés y me enviaron al hotel. Compartí cuarto con Miss Perú, que era divina. Cada cuatro chicas teníamos una chaperona que nos custodiaba". ¿Y Miss Bolivia, la otra ex de Lucho? No viajó a Londres.
La candidata en las apuestas era Miss Australia, mientras que los medios británicos opinaban que Miss México tenía muchas chances. La argentina no figuraba en ningún registro de candidatas al cetro. Tanto, que en la gala del 16 de noviembre, cuando anunciaron que era la nueva Miss Mundo, no se dio cuenta. Enfundada en el vestido con el que su hermana llegó al altar, recibió los atributos. Trescientos millones de espectadores que siguieron la transmisión por televisión (en la Argentina no se vio) se emocionaron con sus lágrimas.
A la mañana siguiente, luciendo el vestido bordó del civil de Normy, mientras degustaba un espumante y frutillas ("Los organizadores establecieron que ese sería el desayuno", confesó), recibió a la prensa del mundo, lejos de saber que muchos años después formaría familia con un empresario periodístico de la Argentina. Así fueron los intensos meses de Silvana Suárez, desde la foto en la pileta a fines de febrero, hasta la coronación mundial en noviembre.
Hoy vive en Nono, Córdoba, y viaja seguido a la capital de la provincia para visitar a su padre que acaba de cumplir 101 años.
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