Novedoso programa de justicia juvenil restaurativa en San Isidro
Participan el municipio, la Justicia, la Universidad de San Andrés y la Iglesia
El municipio de San Isidro lleva adelante un novedoso programa de Justicia juvenil restaurativa. Con la intervención de distintos órganos gubernamentales y de la sociedad civil, se busca crear un dique de contención para evitar que chicos menores de 18 años que han cometido contravenciones, hechos conflictivos o delitos menores sean absorbidos por la espiral de violencia y de criminalidad grave.
Según explicó a LA NACION Raúl Calvo Soler, catedrático español que es profesor de derecho y criminología en la Universidad de San Andrés y en la de Girona (Cataluña), el programa propone la creación de un espacio interdisciplinario en el que trabajar con los jóvenes en conflicto para que comprendan las consecuencias de sus acciones y puedan asumir responsabilidades por lo que hayan provocado.
"Esta herramienta de prevención y reinserción social propone abordar y solucionar la problemática juvenil desde una nueva perspectiva basada en tres pilares: responsabilidad del autor (toma de conciencia del daño provocado); reparación a la víctima (sanción); y reinserción del infractor a la comunidad (prevención de futuros delitos)", define la Secretaría de Integración Comunitaria de San Isidro.
En ese distrito trabajan en conjunto, a partir de un convenio marco de colaboración, el municipio, la fiscalía y la defensoría general de San Isidro, el Obispado, el Colegio de Abogados, la Asociación de Magistrados y la Universidad de San Andrés. Una ampliación del convenio se firmará el 17 de este mes.
Los equipos técnicos trabajan cada caso como si fuera único; los profesionales evalúan al chico y definen la estrategia de corto plazo (crear un espacio reflexivo para que el chico entienda lo que hizo) y uno de largo plazos, que es evitar "frenar las carreras o trayectorias delictivas de alta intensidad" y evitar reincidencias, según explica Calvo Soler. También se trabaja con las víctimas: se busca hacer que se sientan resarcidas, reconocidas; tienen su espacio y pueden o no (es su elección) juntarse con el victimario: lo que se busca es que estén acompañadas en el proceso de reparación.
Las "puertas de entrada" al programa son múltiples. Pueden llegar chicos derivados desde escuelas, organismos municipales o judiciales, o entidades públicas o privadas. Se articulan las acciones con todos.
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