“Nos sentimos perseguidos”: Denuncian un clima hostil entre inspectores de la Provincia y escuelas privadas
La Dirección General de Cultura y Educación bonaerense propuso actividades presenciales para la “matrícula priorizada”, pero en la práctica escuelas privadas señalan que los inspectores provinciales dificultan esos encuentros
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Por el crecimiento de los contagios de coronavirus, en 121 distritos de la provincia de Buenos Aires los alumnos deben educarse de manera virtual desde el 19 de abril. Sin embargo, como para muchos estudiantes la educación a distancia generó grandes perjuicios, o sencillamente quedaron fuera del sistema educativo, la Dirección General de Cultura y Educación de la provincia dispuso encuentros presenciales en las escuelas para la “matrícula priorizada”.
El problema es que, según los casos a los que pudo acceder LA NACION, los inspectores regionales autorizan a las instituciones a recibir alumnos, en promedio, durante 20 minutos, en grupos muy reducidos y solo una vez a la semana. Entre los priorizados no están los jardines maternales, que atraviesan una profunda crisis.
Desde estas escuelas privadas denuncian que existe un clima hostil en la relación con los inspectores, y que se pretende enmascarar la falta de clases con estos encuentros que, en muchos casos, no se terminan concretando.
“Las escuelas permanecerán abiertas para garantizar que la vinculación de los estudiantes con las instituciones no se interrumpa en el tiempo que dure la restricción a la presencialidad. Los equipos directivos planificarán dotaciones mínimas de docentes que organizarán y establecerán horarios de encuentro de manera presencial con las y los estudiantes. Los encuentros serán principalmente para mantener o restablecer el vínculo pedagógico con aquellos que no cuentan con dispositivos o conectividad en sus hogares. También podrán ir a esos encuentros los que no hayan podido incorporar los conocimientos necesarios durante el 2020 y también estarán habilitados los que tienen una discapacidad y se encuentren incluidos en los niveles de educación obligatoria”, informó un comunicado de la Dirección general de Cultura y Educación enviado el 3 de mayo pasado a las jefaturas regionales de gestión estatal y privada.
Muchos colegios privados diseñaron un esquema de presencialidad para algunos alumnos, pero señalan que esos encuentros en muchos casos no se concretan por las dificultades que imponen los inspectores de cada región, o que directamente no tiene sentido llevarlos a cabo porque los habilitan por muy poco tiempo.
Por ejemplo, en un informe que se envió el 5 de mayo por parte de la Dirección de Gestión Privada a los representantes legales y directores de escuelas de la región educativa N°9, destaca que “solamente en aquellos casos que menciona la comunicación se podrá convocar a los alumnos que estén dentro de lo informado por un espacio máximo de 20 minutos, una vez por semana. Esto es a fin de entregar materiales en soporte papel para los que no cuenten con conectividad u otras actividades que considere pertinente el equipo docente a fin de asegurar la continuidad en las trayectorias escolares. En ningún caso significa concurrir a la escuela a efectos de tener clases presenciales”.
Adriana Etcheverry es propietaria de Rayito de Sol, dos escuelas maternales en Vicente López. Está preocupada por el desarrollo de los niños, niñas y bebés, pero también por la tremenda crisis que atraviesa el sector; en un año, según dice, la matrícula de los jardines y maternales privados cayó un 80%. Ahora, no los reconocen como matrícula priorizada y no pueden llevar adelante los encuentros presenciales. Y a ellos les es imposible, por la edad de sus estudiantes, continuar de manera virtual, lo que afecta a los alumnos y también genera que los padres los den de baja, acrecentando la crisis.
“Nos sentimos perseguidos debiendo explicar la función de una escuela abierta; hoy me comentaba un propietario de una escuela primaria de la Región 11 que a través de una denuncia al 911 se acercó una patrulla de la policía consultando por qué estaba funcionando la escuela. Le tuvieron que informar a las autoridades que la escuela puede funcionar con una dotación mínima de estudiantes y docentes. Es de locos tener que estar explicando la función de una escuela abierta”, relata Etcheverry,
Y agrega: “Nosotros cuando recibimos el comunicado de la Dirección General de Cultura interpretamos que se confeccionó con el fin de garantizar la revinculación de todos aquellos bebés, niños y niñas porque no es posible mantener un vínculo de manera virtual. Es más, debería existir alguna resolución a modo de excepción, como la hay para la educación especial, que nos permita la posibilidad de funcionar de manera exclusivamente presencial a los jardines maternales. Pero, por no ser considerados un ciclo obligatorio estamos cerrados y eso implica el no pago de las cuotas mensuales, los padres informan simplemente la baja de la matrícula de su hijo y contratan inmediatamente una niñera, espacios blue, rodantes o clandestinos favoreciendo así la precarización laboral”.
Martín Zurita, secretario ejecutivo de la Asociación de Institutos de Enseñanza Privada de la Provincia de Buenos Aires (Aiepba), lamenta que las reuniones presenciales para la matrícula priorizada se hayan visto muy limitadas en el momento de ponerlas en práctica.
“No se han permitido en sala de tres y maternales, por considerarlos niveles no obligatorios. Además, se ha dispuesto que los encuentros tengan una duración y formato determinados y se los ha sujeto a autorización. Nada de esto estaba en el espíritu de los comunicados originales”, señala Zurita.
Zurita agrega que la postura de Aiepba es empoderar a las escuelas y sus equipos directivos para que puedan actuar con márgenes razonables de flexibilidad en el momento de tomar decisiones. “La comunidad educativa necesita tener a la escuela como referencia. Las decisiones del Estado de generar un vínculo presencial con alumnos en situación de vulnerabilidad y con aquellos de nivel especial, están fundadas en que se necesita no obstaculizar la trayectoria educativa de niños y niñas que se encuentran en situaciones o nivel educativo no propicios para el trabajo virtual y remoto”.
Entre los directores y propietarios de las escuelas de la provincia dicen tener temor a hablar por miedo a represalias y mayores inspecciones, pero en todos los casos sostienen que los encuentros presenciales son muy difíciles de concretar.
Frente a la consulta de LA NACION, desde la Dirección General de Cultura y Educación de la provincia dieron como respuesta un fragmento de la entrevista que brindó Agustina Vila, quien dirige esa cartera bonaerense, a la periodista Julia Mengolini: “El comunicado no definió taxativamente la duración de los encuentros o la periodicidad porque eso sería desconocer la singularidad que hay en cada trayectoria educativa y la realidad de cada escuela o cada chico”.
Sin embargo, los directores de escuelas aseguran que a esa “libertad” los inspectores la usan para habilitar encuentros durante un tiempo muy limitado. La Dirección General de Cultura y Educación aún no se pronunció sobre el clima hostil que dicen padecer los colegios privados.
“Nos encontramos con una reglamentación muy ambigua donde no se detalla exactamente la cantidad de alumnos que podrían ir a la escuela, tampoco la cantidad de días ni de horas. Por parte de los inspectores se está manejando esta ambigüedad para que los encuentros no se realicen. Nosotros tenemos una gran estructura para recibir alumnos y propusimos revincular a 29 estudiantes que tuvieron problemas para incorporar los contenidos. Entonces presentamos un proyecto al inspector en donde informamos que revincularíamos a esa cantidad de alumnos, de a tres chicos por vez, durante 30 minutos. Luego explicamos que esos alumnos se tendrían que quedar unos minutos más en la escuela para no perderse la próxima clase, pero no lo permitieron, entonces los padres de esos chicos decidieron no traerlos para no seguir perjudicando la educación de sus hijos. Estos encuentros que permitió la provincia pretenden enmascarar la ausencia de clases”, se lamenta el propietario de una escuela de la zona sur del Gran Buenos Aires.
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