“Nos salvó la fe”. Qué dijo la familia del niño del milagro en la beatificación del cardenal Pironio
La ceremonia se realizó este mediodía frente a la Basílica Nuestra Señora de Luján; fue encabezada por un enviado del Papa, que fue secretario privado del al religioso argentino
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Eran las 9. La ciudad de Luján estaba de fiesta. Hacía varias horas que los jóvenes esperaban sentados en el piso de la plaza General Belgrano, en frente a la basílica de Luján. Durante la noche estuvieron de vigilia. Sin embargo, a pesar de haber estado horas parados, bailando, cantando, rezando y compartiendo, todavía quedaba energía para rato: “Y es que la alegría que tenemos hoy de estar a horas de presenciar la beatificación del cardenal es inmensa”, exclamó Carolina Pitta, de 23 años, que viajó junto con su parroquia para presenciar ese momento.
Tres horas más tarde, el cardenal Francisco Vérgez Álzaga, enviado especial del papa Francisco, formalizó la beatificación del cardenal argentino Eduardo Francisco Pironio, de quien fue su secretario.
El 8 de noviembre pasado, Francisco aprobó el milagro atribuido a su intercesión con la promulgación del decreto del Dicasterio para las Causas de los Santos. Considerado “papable” en 1978, a Pironio se le atribuye la curación milagrosa de Juan Manuel Franco, un niño de un año y medio de Mar del Plata -diócesis de la cual fue obispo-.
Pero la celebración había comenzado muchas horas antes. Ayer, a las 20, con la oración de las I Vísperas dentro del Santuario de Luján. Después de eso llegó el turno de los jóvenes que cumplieron una vigilia en la plaza entre las 23 y las 5.
“Es una emoción bárbara esto que estamos viviendo. Es una locura que una persona tan cercana, tan contemporánea, que habitó, pisó Luján, Suipacha, toda esta zona ahora sea beato porque anduvo por todos lados, por los lugares a los que nosotros vamos a rezar. Es una figura que siempre acompañó a los jóvenes, entonces uno lo puede sentir cerca”, expresó Micaela Cappucci, estudiante de ingeniería y miembro de la comunidad Pastoral Juvenil de La Plata.
“En la vigilia esperamos con alegría este momento que se viene de la beatificación, ya falta cada vez menos. Pero fue un poco de eso: la alegría de esperar para celebrar que tenemos un nuevo beato argentino. Y no cualquiera, sino que fue conocido como el ‘cardenal de los jóvenes’”, expresó la chica emocionada. Y exclamó: “Hoy es un día de fiesta para toda la iglesia argentina, no solo para nuestra diócesis”.
Fueron entre 150 y 200 los jóvenes que disfrutaronen comunidad, acompañados por la banda católica Filocalia. Entre chacareras, carnavalitos, la adoración eucarística y reflexiones sobre la vida de Pironio, amaneció y fue entonces cuando se dirigieron al Descanso del Peregrino a recuperar energías para volver a la plaza pocas horas después.
Luis Escobar, de 26 años de Carlos Spegazzini y miembro de la diócesis de Lomas de Zamora, dijo: “Vinimos a la beatificación porque fue un sacerdote de nuestra tierra. Uno siente orgullo, pero lo más importante es lo que hay detrás, el mensaje de saber que uno puede elegir la santidad en vida. Es un símbolo para los jóvenes, nos da alegría”.
A un costado de la plaza, había señoras reunidas en una ronda. Algunas estaban paradas, otras sentadas en reposeras, pero todas las caras reflejaban felicidad. “Somos de San Lorenzo, Santa Fe. Nuestra comunidad se llama María Niña y vinimos a ver la beatificación del cardenal Pironio. Nos estamos preparando hace aproximadamente dos meses o más. Y el padre también, tenemos un grupo de WhatsApp, y él todos los días mandaba material para que fuéramos leyendo, para formarnos y conocer un poco la vida del cardenal”, contó Estela.
Ruben Martínez, un joven religioso, llegó a Luján por casualidad. Él es chofer en una empresa de transporte. “No sabía que hoy había esto en Luján. Desde que empecé a trabajar dejé un poco de lado la iglesia porque no tengo tanto tiempo y hace rato que le vengo pidiendo una señal a Dios, quizás es esta mi señal”, contó el joven, quien tuvo que llevar a dos pasajeros a la celebración.
Rocío Cuanta, de 35 años, vino de Rosario para celebrar junto a su hija de cuatro años la beatificación del cardenal. “Nosotras le rezamos a él, siempre a él. En mi parroquía nos hablaban mucho del cardenal y a mí me quedó como referente de los jóvenes, entonces confío mucho en su poder”, explicó. Y reveló, entre lágrimas: “Además venimos a pedir por ella, recibimos un diagnóstico de autismo muy complicado y necesitamos más que nunca que nos cuide”.
Eran las 11. Dentro de la basílica, las personas caminaban a paso lento. De una punta a la otra. Observando cada detalle de su imponente estructura. Una fila en el pasillo izquierdo cortaba la fluidez con la que las personas recorrían el lugar. Era para ver el lugar donde descansan los restos del cardenal, que fueron repatriados luego de su muerte en 1998 a causa de un cáncer óseo.
Tres amigas caminaban con lágrimas y sonrisas nostálgicas: “Queremos mucho a Pironio. Lo conocimos cuando éramos adolescentes, fue cuando apenas lo nombraron como cardenal. Lo tuvimos muy presente, una hermana catequista nuestra era muy amiga de él y nos transmitió el cariño que ella le tenía, que muchos le tenían”, dijo Adela, una de las tres amigas. “Hice un retiro espiritual con él y hoy venimos a celebrarlo y a agradecerle”, expresó Marisa.
Mari tiene 77 años y todavía tiene el recuerdo intacto de cuando caminaba por las calles de La Plata junto a un grupo de jóvenes religiosos y Pironio: “Lo conocí cuando era rector del Seminario Metropolitano de Villa Devoto. Vivía ahí entonces, iba seguido y allí lo conocí. Después tengo el recuerdo de La Plata, estoy hablando del año 64″. Según describió, Pironio era amable y tenía una sonrisa imborrable.
Eran las 11.30. Cada vez había más personas esperando con ansias la misa. Los más chicos tocaban bombos, esa melodía de murga alegraba el ambiente y muchos bailaban. Aunque el calor pegaba directo en la plaza, parecía no importar. Todos celebraban bajo el lema: “La iglesia está de fiesta”.
“Hoy es un día de fiesta para toda la Iglesia y para toda la Argentina. Es un día de fiesta también para mí y para todos los que conocieron al cardenal Pironio, hijo de esta tierra”, sentenció el cardenal Francisco Vérgez Alzaga, que fue durante 23 años secretario personal del cardenal argentino, cuando comenzó la misa.
“Viva la Virgen de Luján, viva el cardenal Pironio, viva la Iglesia”, gritaban los fieles a coro, cada vez que se hacían distintas plegarias en nombre de Pironio.
Entre sus palabras, Vérgez Álzaga describió a Pironio como un humilde y celoso ministro de la Iglesia, con un inmenso amor a Cristo que se transformó en amor a los hermanos. Además aseguró que tenía alegría evangélica en las dificultades, paz interior y espíritu de santidad. También destacó lo que se pudo ver hoy: “su actividad pastoral y apostólica se manifestó sobre todo en la organización y promoción de los laicos, en particular de los jóvenes”.
“La Conferencia Episcopal Argentina pide al papa Francisco inscribir en el número de los beatos al Siervo de Dios, Eduardo Francisco Pironio”, dijo el obispo de San Isidro, monseñor Oscar Ojea.
Toni Witwer, postulador de la causa de canonización del cardenal, presentó una breve semblanza de Pironio. Acto seguido, Vérgez Álzaga leyó la carta apostólica en la que el Papa inscribió a Pironio en el Libro de los Beatos.
“Acogiendo el deseo de Angelo De Donatis, vicario de la Diócesis de Roma, cardenal de la Santa Iglesia romana, de Jorge Eduardo Scheinig, arzobispo de la Diócesis Mercedes-Luján y de los obispos de la Conferencia Episcopal Argentina, así como de muchos otros hermanos en el Episcopado y de muchos fieles, después de haber recibido el parecer del Dicasterio de las Causas de los Santos con nuestra autoridad apostólica concedemos que el venerable Siervo de Dios, Eduardo Francisco Pironio, cardenal de la Santa Iglesia Romana, humilde pastor según el espíritu del concilio vaticano, testigo de esperanza y esperanza evangélica, infatigable defensor de las causas de los hermanos más pobres, de ahora en adelante sea llamado beato y que sea celebrado cada año el 4 de febrero”, leyó y todos aplaudieron. Luego se presentó la foto del nuevo beato.
El milagro de Pironio
En diálogo con LA NACIÓN, Laura, la madre de Juan Manuel Franco, contó: “Todo comenzó hace 17 años cuando nuestro bebé, que tenía 15 meses, sufrió una intoxicación con purpurina”.
“Fue un accidente doméstico que sucedió mientras hacíamos artesanías. Fue un momento de distracción en el que él agarró un tarrito con purpurina y se la llevó a la boca, la tragó, la inhaló. Estaba completamente repleto de purpurina”, recordó la docente de música marplatense.
Fue entonces cuando luego de intentar sacarle la purpurina, su marido y ella llevaron al bebé a atender de urgencia. “Los médicos nos dijeron que la intoxicación era muy grave, que era imposible sobrevivir”, contó entre lágrimas al recordar el momento más duro de su vida.
Juan Manuel tuvo que ser sometido a asistencia respiratoria y coma inducido. Los análisis confirmaron la presencia de trazas de plomo, zinc y cobre: el panorama era trágico. Fue así como en diciembre de 2006, Laura se conectó con la fe. “Fue ella quien nos salvó”, expresó, mientras su hijo, el mismo que sufrió el accidente, le alcanzaba un pañuelo para secar sus lágrimas.
“El cardenal Pironio llegó con la Marcha de la Esperanza a Mar del Plata”, contó la mujer. Y recordó: “Un sacerdote me entregó su estampita, con mi marido no lo conocíamos. A partir de ahí conocimos su historia y nos emocionó, leímos su oración con mucha fuerza y el milagro sucedió”.
Tras ser consultada sobre si le rezaba periódicamente, Laura negó con la cabeza y detalló: “Fue una sola vez. Estábamos con mi marido, leímos su historia y rezamos su oración. Fue esa única vez que alcanzó para que él, con esa humildad, como lo describen, se quede con nosotros y lo cuide a Juan hasta hoy”.
Mientras su madre hablaba con LA NACIÓN, Juan la miraba y sonreía, al ritmo de suaves palmadas en la espalda. “Para mí es extraño a veces porque yo no me acuerdo de nada, mis recuerdos son nulos, no recuerdo ni voces, ni luces, sensaciones, dolores, no tuve secuelas, lo que puedo decir es lo que me cuentan mis papás”, detalló el chico que hoy tiene 18 años y que viste una remera de Pironio.
“Por más de que no recuerde, siempre les agradezco a mis papás por haber rezado por mí y por la fe que tuvieron”, reconoció. “Nosotros venimos siempre a Luján, pero estábamos esperando venir para celebrar la beatificación del cardenal. Fue un proceso largo, duró 17 años, pero acá estamos”, contó Laura, emocionada.
El cardenal Pironio es el décimo quinto beato argentino. Le antecedieron Laura Vicuña, beatificada en 1988, María del Tránsito Cabanillas (2002), María Ludovica De Angelis (2004), Ceferino Namuncurá (2007), María Crescencia Pérez (2012), Gregorio Martos Muñoz (2017), Catalina de María Rodríguez (2017), Enrique Angelelli (2019), Carlos de Dios Murias (2019), Gabriel Longueville (2019), Wenceslao Pedernera (2019), Mamerto Esquiú (2021), Pedro Ortiz de Zárate (2022) y Juan Antonio Solinas (2022).
La Argentina, además, cuenta con cuatro santos: Héctor Valdivieso (canonizado en 1999), José Gabriel del Rosario Brochero (2016), Nazaria Ignacia de Santa Teresa de Jesús March (2018) y Artémides Joaquín Desiderio María Zatti (2022). El Vaticano, además, canonizará a María Antonia de Paz y Figueroa, más conocida como Mama Antula, a principios del año próximo.
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