Noemí Zaritzky: "En mi carrera, ser mujer nunca fue un obstáculo"
La primera investigadora que gana el Premio Bunge y Born en 52 años estuvo en el ciclo Conversaciones en LA NACION
Conoció al hombre de su vida a los 17, hace 45 años, y tuvieron tres hijos que les dieron cuatro nietos. La vida de Noemí Zaritzky parecería concordar a la perfección con el modelo tradicional asignado a las mujeres, si no fuera porque al mismo tiempo que hacía todo eso se recibió de ingeniera química a los 20 en la Universidad Nacional de La Plata, se doctoró en la UBA, desarrolló una carrera sobresaliente como profesora e investigadora del Conicet y hoy dirige el Centro de Investigación y Desarrollo en Criotecnología de Alimentos, en el que trabajan 150 personas. Como si todo esto fuera poco, Noemí Zaritzky acaba de convertirse en la primera mujer en 52 años en recibir el Premio Fundación Bunge y Born, uno de los más importantes que se otorgan a la actividad científica.
También por primera vez, otra mujer obtuvo el Premio Estímulo a Jóvenes Científicos en la misma disciplina, la doctora Vera Álvarez, especialista en materiales nanocompuestos, producción de materiales biodegradables para envases y embalajes y materiales biomédicos.
-Doctora Zaritzky, usted comenzó a investigar hace casi medio siglo. ¿Ser mujer fue un obstáculo?
-En mi caso fue natural. En esa época no había muchas mujeres en la universidad, pero las cosas se fueron dando. Siempre estuve en contacto tanto con mujeres como con hombres. Nunca tuve problemas.
-¿Es cierto que cuando estudiaba eran tres mujeres y 70 hombres?
-Sí, ahora eso se revirtió: soy profesora en la misma carrera y ya tenemos más mujeres que hombres. Es una disciplina que se adapta a la mujer, porque permite trabajar en la industria, en el área económica o en investigación...
-¿Qué temas estudian?
-Lo que uno hace es tratar de mejorar la calidad, la eficiencia, optimizar... Eso necesita herramientas matemáticas, y yo las utilicé en los alimentos. [Cuando empecé] la tecnología en alimentos era una disciplina muy joven y apliqué toda la metodología que se utiliza en petróleo, en polímeros, que era mucho más empírica.
-¿Por ejemplo?
-Comencé en criopreservación: estudié desde los aspectos fisicoquímicos de la formación de cristales de hielo y cómo podía influir en la calidad del producto, hasta la simulación de procesos: qué sucede ante oscilaciones de temperatura que se pueden dar en una cadena de transporte...
-¿Estudian alimentos industrializados o naturales?
-Trabajamos en todos, en su preservación, tratamientos térmicos, refrigeración, congelación... Combinamos mediciones de propiedades físicas, atributos de calidad y parámetros fisicoquímicos con simulación numérica. Aplicamos la metodología científica a problemas cotidianos. También estudiamos la obtención de materiales biodegradables a partir de alimentos (por ejemplo, biofilms a partir de almidones), y estamos trabajando en el aprovechamiento de residuos de la industria alimentaria.
-La Argentina es un gran productor de alimentos. ¿Compite ventajosamente en este campo?
-Está muy bien, en un nivel internacional. De hecho, tenemos acceso a revistas de impacto, y nuestros resultados son utilizados por la industria e incluso en otros países.
-¿Qué sintió cuando la llamaron para anunciarle el premio?
-Una emoción tremenda. Más aún porque es un tema amplísimo y en el que existen profesionales de primera línea, no sólo en las universidades, sino también en la Conea, el Inti, el Conicet... Fue una gran sorpresa y estoy muy agradecida.