Nobel de Química: la intimidad del festejo del laboratorio alemán, del que es parte una científica argentina
Gabriela Gerosa, doctorada en química por la Universidad de Rosario y con estancia posdoctoral allí, es parte del equipo que trabaja con catalizadores orgánicos
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Era un día de rutina en el laboratorio de Benjamin List en la ciudad alemana de Mülheim an der Ruhr, con el propio jefe de vacaciones en Amsterdam, hasta que a esos de las 11 de la mañana hora local empieza el griterío. La vida de alrededor de 30 científicos que trabajan con catalizadores orgánicos cambiaría para siempre con la famosa llamada del comité del Nobel que les anunció que la mitad del premio de Química sería este 2021 para el investigador del Instituto Max Planck de esa ciudad.
Desde esa hora, Gabriela Gerosa, doctorada en química por la Universidad de Rosario y con estancia posdoctoral allí, está con un nudo en la garganta por la emoción y el orgullo de semejante reconocimiento. “Se pensaba que en algún momento lo iba a ganar, pero que sería más adelante porque creíamos que iba a estar ahora todo relacionado con el Covid y las vacunas”, dice por teléfono a LA NACION, todavía emocionada.
Gerosa fue la encargada de ir a comprar el champán que le gusta a List para que esté todo listo cuando a la tardecita alemana se abrace con sus compañeros de equipo. El ahora Nobel se hace querer: “Es súper buena persona, muy simpático, muy carismático. Somos un grupo muy internacional, con gente de China, India, Italia, España, Estados Unidos. Eso le gusta a él, la diversidad cultural. Cuando una piensa en alguien así se imagina gente distante, pero la verdad es que él humaniza la excelencia. Hacemos todos los años un viaje en barco de tres días por Holanda y lo paga él, sólo para que el grupo esté unido”, cuenta.
Además del champán, el festejo contará con pizza de delivery por la urgencia, y seguramente algún baile improvisado. “List es muy sociable. Cuando estuvimos en un congreso en Mendoza quedó fascinado con el Malbec y cada vez que vuelvo le traigo una botella”, completa.
List no sólo genera esa impresión entre sus dirigidos. Eduardo Buxaderas, un investigador español que trabaja en el Instituto de Química del Sur en Bahía Blanca, cuenta que lo conoció en 2019, en el Congreso de la Sociedad Argentina de Investigación en Química Orgánica, donde se lo nombró socio honorario. “El tipo nos sorprendió por lo cercano. Al nivel de que podías estar hablando con él como con un amigo. Tiene una personalidad excepcional, da una conferencia como el genio de los genios que es, o le dan el Nobel, y a la noche habla de cualquier otra cosa. Muy impresionante además para lo que uno piensa que es un alemán, frío y distante según cierto prejuicio. Y resulta al revés: es muy humano, y es por supuesto muy exigente con la gente que trabaja con él. Así se llega al Nobel”.
El otro catalizador
Oficialmente, la Academia sueca otorgó hoy el premio Nobel de Química 2021 a List y a David MacMillan, un investigador escocés que trabaja ahora en la Universidad de Princeton (Estados Unidos), por el desarrollo de nuevas herramientas para la organocatálisis, es decir, la posibilidad de acelerar procesos y reacciones con compuestos orgánicos, sin metales y por ende con menos disposición de elementos tóxicos a la naturaleza. Lo que tiene un impacto tanto en la industria farmacéutica como en la automotriz en la búsqueda de procesos más alineados con la emergencia ambiental que vive el planeta.
Hasta el trabajo de List y MacMillan (que tienen sus diferencias a la hora de encarar los procesos técnicamente, pero se conocen y respetan), se pensaba que los catalizadores sólo podían ser metálicos o enzimáticos, si se trata de procesos biológicos. Pero, como señala el comunicado oficial del Nobel, “en el año 2000 y de manera independiente cada uno desarrolló un tercer tipo de catalizadores, llamados organocatalizadores asimétricos”.
“Es un concepto simple e ingenioso y muchos se preguntan cómo es que no se había desarrollado antes”, dijo Johan Aqvist, presidente del comité de Química del Nobel.
“List y MacMillan marcan un antes y después en este campo de la química”, explicó Carola Gallo, investigadora del Conicet y profesora en Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, donde enseña justamente estos procedimientos en una materia.
“En esta época donde tiene tanta importancia y donde se le da tanto valor a lo sustentable, tener este tipo de opciones sin metales y fáciles de hacer es clave. Es la punta de flecha para procesos industriales más verdes”, señaló.
También Buxaderas está contento y “con el pecho henchido” con el premio a su especialidad. “Hacía tiempo que no se daba a la química orgánica pura; en este caso, por emplear sustancias orgánicas que no tienen metales para catalizar (hacerlas funcionar más rápido y mejor) reacciones químicas”, agregó.
“Que no sea tóxico es el tipo de ventajas que todos queremos tener en los procesos, porque sea alta o baja cuando hay metales, hay toxicidad”, completó Buxaderas, cuyo trabajo actual en el grupo de NanoSyn del Inquisur consiste en buscar precisamente nuevos organocatalizadores.
En los tres Nobeles científicos (Medicina, Física y Química), este 2021 el Comité del Nobel se terminó decantando por desarrollos de laboratorio muy técnicos, pero con una aplicación directa en las sociedades. No se trata de la emergencia del Covid, pero sí de otras urgencias que creyeron justo atender y premiar.
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