Las zonas más afectadas en el primer cordón son las que bordean el arroyo Matanza y las linderas a la Capital; los vecinos piden profundizar el descacharreo
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Esta semana, Marina está haciendo reposo en casa, en el Barrio Villegas, de Ciudad Evita, en La Matanza. Del dolor en el cuerpo pasó a la picazón. En la clínica del oeste bonaerense donde consultó el lunes pasado le confirmaron el diagnóstico que esperaba no escuchar: dengue.
En las últimas semanas, según coinciden vecinos y profesionales de la salud, los casos en el primer cordón del conurbano empezaron a subir. En la mayoría de sus barrios, los municipios entregan folletos, en algunos pasaron a fumigar y, en unos pocos, hay operativos para encontrar a vecinos con síntomas, como difunden por redes sociales. Pero si algo abunda a simple vista es un ambiente favorable para la cría del mosquito transmisor: acumulación de objetos o recipientes sin uso en viviendas, la vía pública y construcciones paradas, piletas sin cuidado evidente y chatarra o cubiertas apiladas en techos o jardines.
“Empecé el sábado con dolor de cabeza, en el cuerpo y cansancio. Fue de un momento para el otro. Estábamos con otras familias en un partido de fútbol [del Club Atlético San José, frente a Puerta de Hierro] y esto me sorprendió. El domingo fue peor y el lunes fui a la clínica. Ahora estoy con mucha picazón en el cuerpo y me empezó a salir un sarpullido”, cuenta Marina, que coordina uno de los comedores del Proyecto San José, que asiste a los barrios Puerta de Hierro, San Petersburgo, 17 de Marzo y 17 de Marzo Bis, en La Matanza. “Enseguida, les avisé por WhatsApp a los padres del club para que estén atentos y se vayan fijando los síntomas, sobre todo en los chicos”, agrega.
Los barrios más complicados, según señalan en la zona, son los que están bordeando el arroyo Matanza y los linderos a la Capital. Por la avenida Crovara, al doblar con destino a La Tablada, Villa Madero y Villa Celina, empiezan a aparecer los casos.
“Saben [por las autoridades] que todos los años hay brotes. El Covid-19 alteró la aparición de todas las otras enfermedades, pero ¿por qué no planifican y toman durante el año las medidas que empezaron ahora, ya con los casos?”, plantea Juan Cruz a LA NACIÓN, a metros de la esquina de Cuzco y Blanco Encalada, en La Tablada, donde se paró para conversar con Daniel Perrón, un vecino.
“¡No tenés que esperar el brote para ocuparte!”, sostiene, indignado, Perrón. Cuenta que de la Municipalidad de La Matanza pasaron a dejar folletos con recomendaciones por debajo de las puertas. “Te hablan de medidas de prevención cuando el problema ya está”, dice. Es evidente que con Juan Cruz y otros vecinos se involucran en el cuidado de una zona tan insegura como el resto del conurbano.
A pedido de los vecinos, por las infecciones a la redonda, también pasaron a fumigar para eliminar los mosquitos adultos del Aedes aegypti, que transmite el virus. Pero eso, como suma Juan Cruz, “no resuelve el problema”, ya que los criaderos persisten sin el descacharrado para eliminar objetos o sitios donde pueda acumularse agua para que las crías del mosquito se desarrollen.
En Cochabamba al 1700, casi esquina Blanco Encalada, el hijo de Nilda no pudo trabajar en su local durante 15 días. Al segundo día con fiebre, dolor de cabeza y sensación de cansancio, fue hasta la Clínica Santa Isabel, en el barrio porteño de Flores, donde le diagnosticaron dengue. “Pensaba que era un golpe de calor porque fue en esos días con temperaturas tan altas”, cuenta la madre del comerciante, de 46 años.
“Un domingo llegó agotado de ir a hacer mandados y tenía fiebre. Como vio que no mejoraba, fue a la clínica –repasa la mujer–. Acá tenemos mucho cuidado con las plantas y el agua. No sabemos dónde se pudo infectar.”
Ante la consulta, desde la Municipalidad de La Matanza respondieron que hay unos 35 casos de dengue confirmados y alrededor de 200 en estudio, con un aumento de la cantidad de probables en las últimas semanas. Son números de pacientes atendidos en el sistema público. “El número aún no es extremo ni preocupante: el año pasado tuvimos arriba de 80 positivos y, en 2020, más de 2000. Pero es muy importante insistir con la prevención”, dice Rubén Carlevaro, director de Políticas Públicas Saludables e Investigación Epidemiológica. Durante el invierno pasado, según comenta, realizaron campañas de descacharreo.
Ni siquiera contar
Como vienen señalando vecinos y profesionales en hospitales o centros de atención barriales del oeste y el sur del área metropolitana de Buenos Aires (AMBA) que recorrió LA NACION, hay quienes prefieren no consultar, cuando pueden tolerar los síntomas, o ni siquiera contar que los tuvieron. Hay quienes tampoco pueden perder días de trabajo con la crisis económica actual. “Hay gente que no lo quiere comentar, cuando eso sirve para alertar a otros –dice Nilda–. Esto está pasando hoy, acá, cuando antes lo veíamos lejano [por el dengue], en las provincias más al norte del país.”
En la esquina, Gonzalo acaba de llegar a la casa de sus padres. Ambos, de 70 años, tuvieron dengue al mismo tiempo hace casi un mes, según cuenta el joven, que vive en el barrio porteño de Mataderos, donde la Ciudad registra uno de los principales focos de transmisión, como publicó este medio. “Cuando vino el médico, primero les dijo que tenían insolación. Era dengue”, resume el hijo.
A mitad de cuadra, sobre Blanco Encalada al 300, Ana atiende al tocar el timbre. Recién se pudo reintegrar hace poco más de una semana al colegio secundario de la zona y los terciarios de la Capital donde es docente. Su esposo, ella y su hijo empezaron con síntomas similares los primeros días de marzo. En el Hospital Santojanni le confirmaron el diagnóstico. En dos casas linderas, las familias también tuvieron síntomas. A la vuelta, sobre la calle Muratore, hasta hubo vecinos que necesitaron internación.
“Tenemos un grupo de WhatsApp de vecinos y nos enviamos enseguida mensajes para tener cuidado. Fumigaron en la zona y nos dejaron uno o dos repelentes por casa”, recuerda. “Ahora –agrega Ana–, hay que cuidarse para no volver a tener la infección. Si fuera con otro serotipo podría ser grave.”
Pero su familia, como gran parte de la población que tuvo dengue en las epidemias anteriores –las dos últimas fueron en 2015-2016 y 2019-2020–, desconoce qué serotipo viral le provocó la enfermedad. Este año, por la importación de casos de Bolivia, país que atraviesa la mayor epidemia en una década, hay jurisdicciones, como la ciudad y la provincia de Buenos Aires, donde hay brotes del serotipo DEN2, además del DEN1 causante de los brotes previos. Una nueva infección con otro serotipo aumenta el riesgo de tener dengue grave.
“La provincia tiene áreas definidas de brote”, responden desde el Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires ante la consulta. “Tenemos 15 de los 135 municipios donde se identifican zonas con circulación activa del virus, particularmente en el primer cordón del conurbano. El resto con presencia del mosquito mantiene la vigilancia para identificar posibles brotes –continúan–. Esto es por el trabajo que se hizo durante el año de descacharrado y prevención con las secretarías de Salud locales. De todos modos, tenemos distritos que tienen alta circulación, particularmente en ciudades limítrofes a la ciudad de Buenos Aires donde la comunidad debe intensificar las medidas de prevención. Descacharrar los domicilios y así evitar que se acumule agua en baja cantidad, que es donde el A. aegypti se cría y reproduce.”
Muchas consultas
En la Guardia del Hospital Balestrini, sobre la Ruta 21 (El Hornero), a metros de Camino de Cintura, la atención avanza lento pasado el mediodía de ayer para la gran cantidad de pacientes que esperan ser llamados. “Hay muchas consultas estos días”, dice una de las empleadas al preguntar por los casos de dengue. Son pacientes de Villa Madero, Villa Celina, Ciudad Evita, Tapiales, Aldo Bonzi o, desde un poco más lejos, San Justo y Merlo.
En el hall central o las salas de espera, según menciona personal de seguridad, promotores del área de Salud Comunitaria de la provincia iban a empezar a colocar folletos con medidas de prevención y entregarlos en el hall central y las salas de espera del Balestrini.
En el Hospital Municipal de Pontevedra, frente a la Plaza 25 de Mayo, los consultorios de la Guardia, en especial la pediátrica, es el lugar con más gente en el pasillo, donde están dispuestas de un lado y otro las sillas para la espera. La última semana, tuvieron seis casos de dengue; a todos los derivan al Hospital Materno Infantil Pedro Chutro, en San Antonio de Padua, para el seguimiento y porque cuentan con insumos para estudios. “Acá hacemos la primera atención”, resumen a LA NACION.
En el Hospital Municipal Equiza, a media cuadra de la plaza principal de González Catán, el panorama es similar. Aun cuando es un centro materno infantil, este miércoles atendieron a toda una familia con síntomas que hacían sospechar de dengue o chikungunya.
Es que, en la zona, hay una comunidad numerosa de residentes de Paraguay, que este verano enfrenta un brote epidémico de fiebre chikungunya en el departamento Central y Asunción. Como en otros puntos del país, por los viajes para visitar familiares, hay casos locales. “Desde la semana pasada o un poco más, las salas periféricas [al Equiza] están recibiendo más consultas”, cuenta una médica de guardia. “Pero casos con síntomas tan floridos como estamos viendo en las últimas semanas [por la fiebre, el sarpullido corporal y los dolores en el cuerpo], nunca habíamos visto”, agrega.
Ante la sospechosa, toman la muestra de sangre y la envían al Hospital Paroissien, de Isidro Casanova. “No sabemos, cuando mandamos muestras, si es positivo o no”, precisa la profesional. En los pasillos y la puerta principal, un cartel advierte que “hasta nuevo aviso” faltan médicos de ciertas especialidades críticas.
En San Miguel, se confirmaron seis casos la semana pasada. Anteayer, durante un operativo con promotores, Alejandro Ameal, director de Epidemiología de la Secretaría de Salud del municipio, dio con una familia que había tenido los síntomas de sospecha, pero ninguno había consultado. “Esto es lo que también genera el subregistro de casos. Con la circulación viral actual y la perspectiva para las próximas semanas –indica–, necesitamos que las personas con síntomas consulten y no se automediquen porque esto puede enmascarar el cuadro o producir complicaciones.”
Hay, según evalúa, “un incremento bastante marcado de casos” y el escenario es similar entre los municipios del primer cordón del conurbano.
“Va a haber circulación de dengue gran parte de abril y, ya entrando en mayo, la perspectiva sería de disminución”, agrega Ameal. En la mayoría de las comunas que recorrió LA NACIÓN, vecinos, profesionales de la salud y funcionarios coinciden en que habrá que insistir en la temporada de frío con el descacharrado para no llegar a la próxima temporada de primavera verano con un escenario aún peor que el de estos meses.
Con la colaboración de Javier Fuego Simondet y María José Lucesole
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