“No te metas”: por qué esa expresión puede describir la razón detrás del triunfo de Marcos en Gran Hermano
Especialistas en ciencias sociales analizaron los valores que el joven salteño de 22 años mostro durante el programa; para ellos, el hecho de no apelar a generar conflictos fue una de las herramientas que lo llevó a convertirse en ganador del reality
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Mientras la casa estaba completamente a oscuras, un gran reflector redondo iluminaba la puerta de salida. Marcos Ginocchio, un joven salteño de 22 años, permanecía de pie junto a esa puerta escuchando una voz masculina que lo despedía. Sonreía y sus ojos estaban húmedos. Parecía la escena final de la icónica película The Truman Show, pero se trataba de la última toma de la edición 2022 del reality show de Telefé, Gran Hermano, una que alcanzó números de audiencia récords para la época y consagró ganador a un chico que se mostró con un perfil bajo y familiero que estudia abogacía y va a misa todos los domingos.
¿Cuánto influyó la personalidad que mostró Marcos en ese éxito? ¿Qué puede leerse sociológicamente del hecho de que el público eligiera como ganador a un personaje pacífico y de pocas palabras, muy lejos de los perfiles altisonantes del resto de los participantes?
“Gran Hermano es un programa en el que gana el que mejor construye su personaje y creo que Marcos fue el que compuso el mejor personaje para esta época: el clásico ‘no te metas’, un personaje que no se pelea con nadie, no hace chistes, no busca el conflicto. Mientras todos los demás hacían maldades, él se quedaba solo a un costado”, dijo Luis García Fanlo, sociólogo y profesor de Sociología de la Argentinidad en la Universidad de Buenos Aires (UBA), que estudia el fenómeno Gran Hermano desde que se lanzó el formato en la Argentina en 2001.
“Si se quieren encontrar analogías, muy forzadas, con la sociedad argentina, se puede decir que Marcos es un tipo que está por encima de la grieta y la gente, cansada de las discusiones, vio eso en él”, dijo.
Además, sostuvo que en esta edición de Gran Hermano hubo muchos personajes señalados como xenófobos y con comportamientos discriminatorios y eso, por contraste, terminó favoreciendo a Marcos. “El fue un sobreviviente de malos tratos, burlas, violencias. Marcos resistió, se la bancó, trató por todos los medios de evitar tener reacciones fuera de lugar. Su palabra siempre fue de conciliación, unión”, dijo en su canal de Youtube donde comparte reflexiones sociológicas.
Sin embargo, también alertó sobre su falta de intervención en esas situaciones: “Pero ojo, porque Marcos tampoco se metió”, dijo.
En la misma línea, José Luis Fernández, doctor en Ciencias Sociales de la UBA y titular de la cátedra de Semiótica en la carrera de Ciencias de la Comunicación en esa universidad, argumentó: “El joven que ganó lo hizo por diferencia. Hay un presupuesto general de la comunicación y el marketing que dice que cuando hay una tendencia que se considera consolidada, el diferente tiene algo a favor. Si todos gritan, el que no grita es diferente”.
A pesar de ello, para Fernández asumir que es un misterio por qué un chico de bajo perfil triunfa en un evento supermasivo como este, es parte de conocer la complejidad de los procesos.
Por su parte, Luciano Elizalde, magíster en Ciencias Sociales con orientación en sociología por FLACSO, también habló del concepto de diferencia para intentar explicar el perfil de Marcos. “El público ‘compró’ a alguien que no buscaba ni quería el conflicto. No podemos hacer ninguna proyección más allá de esta decisión. Si consideramos la importancia de ser diferente, es decir, de diferenciarnos, Marcos se diferenció del resto de los participantes, no solamente de sus compañeros y compañeras, sino también de otros que participaron antes en GH”, dijo el también director de la Maestría en Gestión de la Comunicación de la Universidad Austral.
Marcos, que anoche se consagró campeón de Gran Hermano con el 70,83% de los cerca de ocho millones de votos del público, se mostró durante todo el certamen como alguien tranquilo, familiero y callado que se persignaba antes de comer y evitaba el conflicto con sus compañeros de casa. Durante su estadía en la casa dijo que estudiaba abogacía, practicaba artes marciales y acudía a misa todos los domingos, junto a su padre. De hecho, los ingresos de sus familiares en distintas instancias de la competencia se convirtieron en algunos de los momentos más emotivos del programa.
Casi desde el principio del show, que comenzó el 17 de octubre pasado, Marcos fue el favorito del público y fue el único participante que se salvó primero de todas las placas de nominación.
“Podrá pensarse que su pinta de modelo de Armani le allanó el camino; que con otro porte no habría llegado muy lejos y se habría convertido rápidamente en un jugador anodino, sin atractivos ni seguidores. Puede ser. Pero, también es posible que la gente haya premiado los valores que Marcos representaba en su juego: la creencia en Dios, Jesús y la Virgen; el respeto; la tolerancia; la preferencia por el acuerdo al conflicto, y la empatía y la conciliación al cálculo y la manipulación”, escribió Ceferino Reato, politólogo y analista del reality en este medio.
Éxito de audiencia
Según García Fanlo, es importante hacer dos aclaraciones con respecto al éxito de Gran Hermano y el análisis de sus personajes. Por un lado, pidió contextualizar el suceso de audiencia del programa en la Argentina. “Mundialmente, hoy todos los programas exitosos son realities y docudramas porque la gente está cansada de las ficciones, quiere ver realidad, quiere consumir cosas que nunca haría, pero que le gustaría hacer”, dijo.
Y por otro, comprender que Gran Hermano no representa a la sociedad argentina ni a ninguna sociedad porque los participantes no fueron seleccionados a partir de un censo poblacional, sino a partir de un casting hecho en base a la intuición de los que lo hacen. En ese sentido, de acuerdo al especialista, el programa deja ver la interacción entre personas particulares y eso nos revela aspectos de lo social, pero no la sociedad.
“Este año, el hartazgo de lo político a nivel televisivo fue evidente. Hay una saturación de panelistas televisivos. Y Gran Hermano apareció como un espectáculo de otro tipo, con picos de rating de la época de los medios masivos, pero con las repercusiones de la era post-broadcasting, esa vida en las plataformas que se retroalimenta y compite con la televisión, pero que no se hacen desaparecer entre ellas”, dijo Fernández, autor del libro Una mecánica metodológica para el análisis de las mediatizaciones.
Por último, Fernández dijo que, a pesar de tratarse de fenómenos muy diferentes, el rating de Gran Hermano –que ayer alcanzó picos de 30,9 puntos– puede ser comparado con el de los partidos de la selección campeona del mundo: “Tienen en común una vida de visualizaciones mediáticas que va más allá de lo deportivo o lo televisivo que en los anteriores campeonatos y ediciones no existía y que los hacen muy atractivos”.
Por su parte, Elizalde concluyó: “Es muy difícil explicar exactamente por qué se dio este éxito. Lo que podemos decir es que en ciertos contextos se producen verdaderos ‘fenómenos’ que suceden en cierto momento, pero que no son factibles de repetir de manera sistemática. Hemos vuelto a tener audiencias similares a las que se tenía cuando la televisión era el centro del sistema mediático”.
“Esta edición complementó un visionado propio de los medios masivos con nuevas formas de expectación en el sistema de medios con base en Internet, y como ya hemos visto en otros realities emitidos en el país, el colectivo de seguidores del programa juega un rol muy importante. En lo que refiere a las redes, los individuos desde sus cuentas generan constantemente contenido y allí se construye a los participantes. En el caso de Marcos, los discursos que circularon en las redes realzaron sus actitudes positivas como persona, pero no creo que eso tenga una traducción de un rasgo esperanzador en la sociedad”, concluye Josefina De Mattei. profesora en la materia Semiótica de redes en la UBA.
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