"No somos héroes". El hartazgo de los profesionales de la salud por las condiciones de trabajo durante la pandemia
Después de una guardia de 24 horas, extenuada y con el único deseo de ducharse y dormir, llega a su edificio, se pulveriza con alcohol, abre la puerta y llama al ascensor. Una mujer entra también y se para cerca de ella.
-Yo tomo el próximo -le dice ella y sonríe detrás del barbijo quirúrgico que logró que le dieran en el hospital, después de muchos reclamos.
-Vos deberías ir por la escalera -le dice la mujer con tono poco amable.-¿No sos médica? Nos vas a contagiar a todos.
La protagonista de este relato es parte de los 550.000 profesionales de la salud que lleva registrados el Ministerio de Salud de la Nación para pagar el "bono estímulo", que hoy están enfrentando la pandemia en situación crítica y denuncian un cansancio extremo. Desde su cuenta de Twitter @Anonmehicieron describe en forma anónima (para cuidar su trabajo), las condiciones precarias en las que trabajan los médicos actualmente, cuando los casos positivos ya orillan los 300.000 en el país.
Al 10 de agosto de este año, según el último reporte de ese ministerio, son 17.130 los profesionales de la salud infectados, equivalente a un 7% del total. Si bien no se informa la cantidad total de fallecidos, las organizaciones sindicales llevan la cuenta que están cerca de los 70. "Realmente nadie sale a trabajar para perder la vida. Es como si hubiera dos países: lo que pasa adentro de los hospitales y lo que pasa en el resto de la ciudad", dice Rodolfo Arrechea, Coordinador Nacional de Salud de ATE.
El pluriempleo es una de las mayores causas de contagio. Con salarios que a veces están por debajo del valor de una canasta familiar, los profesionales están soportando guardias extenuantes, con decisiones de mucha responsabilidad a tomar y, en muchos casos, se desempeñan en plena pandemia sin los elementos de protección adecuados.
"Al principio nos repartieron barbijos que no eran los indicados y nos negamos a atender hasta conseguir los que correspondían. "Tengo un salario de $48.000 para 36 horas de trabajo semanal y, por más que tengo la camiseta del hospital puesta y me gustaría que fuera el único, tengo que trabajar en dos lugares más", cuenta Gonzalo Gaimes, médico terapista del Hospital Militar.
Lo que cobra en mano un médico de Capital y Gran Buenos Aires que recién empieza puede variar entre los $ 42.000 y $ 60.000, de acuerdo a los testimonios dados a este medio, con el agravante de que en provincia, los aportes que marca la ley rondan los $10.000. "Cuando empezó la pandemia, pensamos que era la oportunidad de incorporar personal y mejorar los salarios, pero no fue así. Incorporan personal con becas temporarias, con menor salario aún", explica Marta Márquez, presidenta de CICOP (Asociación sindical de profesionales de la salud de la Provincia de Buenos Aires).
También desde el comienzo de la pandemia hubo fuertes reclamos por los elementos de protección personal. "Al principio, teníamos buenos elementos de bioseguridad porque habían sido donados, pero el gobierno de la provincia de Buenos Aires los repuso con otros de tan mala calidad que nos obligó a comprarnos los nuestros", afirma Fabiana Morel, médica del Hospital Belgrano.
Contagios
Debido al nivel de contagios, cada vez hay menos personal de salud en los hospitales del país."Cuando hablan de camas disponibles no aclaran que no hay personal para atenderlas. El gobernador inauguró una sala en este hospital y de las 40 camas solo se pueden atender 12", agrega Morel.
El Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires no respondió a la consulta sobre este tema. Desde el Gobierno de la Ciudad sostuvieron que "se realizan dos entregas semanales de los elementos de protección personal necesarios y que la cantidad de insumos es de acuerdo a las necesidades detalladas de cada institución".
Los residentes no están afuera de esta crisis sanitaria. Son los que perciben los salarios más bajos y hoy tienen un exceso de responsabilidades por la pandemia. Atienden guardias sin supervisión, hacen reemplazos que no les corresponden y deben tomar decisiones que exceden su cargo. "Estamos agotados, hacemos guardias de casi 30 horas, tenemos que lavar la ropa de trabajos en nuestras casas porque no hay lavaderos y el personal de limpieza no puede cumplir con los protocolos porque trabajan con la mitad del personal habitual", describe un residente de un hospital dependiente de la UBA.
"La parte formativa está nula. Acá no faltaron los elementos de protección, pero estamos agotados", dice una residente del Hospital Muñiz, que vivió una situación violenta de discriminación en el edificio donde vive. La administradora pegó un volante en las puertas de cada departamento para advertirles que allí vivía una médica aislada por Covid. "Fue horrible. La llamé para reclamarle y me dijo que lo haría 100 veces más", agrega.
En el mes de marzo, el presidente prometió el pago de un bono para incentivarlos pero este, finalmente, fue menor al anunciado, y se acotó a los que solo atienden Covid, llegó en cuotas y tarde. Hay profesionales que recién cobraron una sola cuota en julio. Arnaldo Medina, Secretario de Calidad del Ministerio de Salud de la Nación, explica que fue muy difícil el cruce de datos para poder otorgar los bonos y recién en junio lo solucionaron. "La primera carga de trabajadores fue de 391.600, y ya en junio fueron 552.000. Fue un proceso muy complejo porque dependía de terceros (provincias, municipios, privados). Gracias a esto, ahora tenemos un registro nacional de trabajadores de la salud por primera vez", aclara.
Los profesionales independientes también sufren la precarización de sus ingresos. Los honorarios por consulta y prácticas médicas son muy bajos y están empujados a atender a muchos pacientes en corto tiempo. Durante la pandemia, nadie compensó sus pérdidas, aunque las instituciones que los contratan no hayan dejado de percibir las cuotas de sus afiliados. "Los médicos bajaron casi 90% la facturación mensual", explica Marcelo Userpater, vocero de Médicos Autoconvocados, una agrupación que nació en mayo para reclamar por los derechos de los trabajadores de la salud. "La teleconsulta, hoy imprescindible, también es una forma más de precarización que vino a instalarse en 2017 y que implica un 75% menos de lo que se paga una visita", agrega.
Si bien la situación más crítica del agotamiento y precarización se vive en el AMBA, las provincias del interior también tienen sus problemas. En Neuquén también hay un reclamo por salarios bajos ya que el promedio es de $ 60.000. Si bien las medidas de protección adoptadas al inicio de la pandemia fueron adecuadas, la prolongación de la cuarentena sobreexigió a los profesionales de la salud que están sufriendo un gran agotamiento por la mayor carga de trabajo y exigencias. "Los planteles ya eran insuficientes antes de la pandemia y la sobrecarga de trabajo dificulta la cobertura de servicios. El ministerio debe abordar un plan de protección de la salud mental a todos los profesionales", dice Noemí Alemany, médica del Hospital Castro Rendón, de Neuquén.
Desde Fesprosa (Federación Sindical de Profesionales de la Salud de la República Argentina), su presidenta, María Fernanda Boriotti, explica que "la situación de la pandemia genera una tensión extra que es muy desgastante por el ritmo continuo de contagio y la falta o mala calidad de los equipos de protección", agrega.
Y hay algo en lo coincide la mayoría: no quieren que los tomen como héroes sino que los respeten como trabajadores.
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