“No será habitado quién sabe hasta cuándo”: controles en el gas y la luz retrasan la vuelta de los vecinos al edificio incendiado
En Ecuador 1022, en Recoleta, trabajan gasistas, electricistas y personal del seguro; los residentes llegan al lugar para buscar sus pertenencias
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Cuatro días pasaron desde que un trágico incendio en un edificio de Recoleta terminó con la vida de Karina Sofia Kibudi, de 52 años, y cuatro de sus hijos, Rafit, de 3 años, Orly, de 7, y Ester y Camila, ambas de 19. Aunque el barrio retomó su ritmo habitual, los vecinos no salen de la conmoción que produjo el hecho. Quienes pasan caminando por la calle Ecuador, se detienen a la altura del 1022 y levantan su cabeza. Sus ojos buscan el piso siete y lo encuentran rápidamente porque las huellas de la tragedia son contundentes: todo ese nivel y parte del octavo se encuentran ennegrecidos producto del humo y las llamas.
Esta mañana, el movimiento en el edificio era intenso. Gasistas, electricistas, arquitectos, personal del seguro y vecinos entraban y salían permanentemente. Los distintos profesionales se encontraban realizando pericias para tratar de restablecer los servicios que les permitan a los residentes regresar a sus hogares, pero esto llevaría un tiempo más largo del esperado ya que se realizan controles de seguridad en las líneas de gas y de electricidad.
Carlos Quiroga, de 71 años, es el encargado del edificio desde 1984. Cuando se desató el incendio, cerca de las 5.45 del jueves, se encontraba en el piso 14 junto a su familia. Empezó a entrar humo por debajo de la puerta, entendió lo que sucedía y se refugió en un rincón de la terraza. Los Bomberos de la ciudad lo encontraron con hipotermia una hora y media después.
“El séptimo y el octavo piso están destruidos. Del séptimo para arriba hay suciedad y destrucción total, está todo negro como carbón hasta la terraza. Ahora se están haciendo las pericias de luz y gas unidad por unidad. Cada vecino puede entrar a sacar cosas personales acompañado por Defensa Civil y de acuerdo a un cronograma. El edificio no va a ser habitado quién sabe por cuánto tiempo porque está el seguro de por medio que tiene que hacer más peritajes. Es un desastre, es un desconsuelo y hay para rato, uno, dos o tres meses. Estoy muy conmocionado, estar acá me hace mal”, contó Quiroga a LA NACION y agregó que la mayoría de los vecinos está viviendo en un hotel provisto por el gobierno porteño.
Esta mañana, tal como señaló el encargado, aparecieron algunos vecinos que, cada media hora, ingresaban a sus hogares acompañados por personal de Defensa Civil y salían con bolsas con algunas pertenencias como alimentos, ropa y cuadernos. Fuentes de la Policía de la ciudad confirmaron que su entrada es segura ya que “al menos en las unidades no siniestradas, la guardia de auxilio dijo que no hay peligro de derrumbe, pero Edenor y Metrogas tienen que dar el visto bueno para restablecer los servicios”.
Germán Vairo, el electricista que está peritando los departamentos, menos los del séptimo y octavo piso, comentó a LA NACION: “Lo que estamos haciendo ahora es chequear unidad por unidad la puesta a tierra de los tomacorrientes, los disyuntores y las cosas esenciales que tiene que tener una instalación eléctrica y que la mayoría de los departamentos de este edificio y de otros a los que voy no tiene. Muchas instalaciones no están acorde al consumo. Los caloventores, por ejemplo, tienen un consumo de 2000 watts, 10 amperio de consumo, que equivalen a tener dos aire acondicionados prendidos a la vez. Estos se conectan a un tomacorriente con un cable finito y es una bomba de tiempo. Incluso encontramos que en algunas unidades estos caloventores están enchufados a una zapatilla, que es para conectar cosas que consumen poco como cargadores de celular, televisores o equipos de música. Una zapatilla que se enchufa a un toma es igual a conectar cuatro cosas. Si esas cuatro cosas consumen mucho, revienta la zapatilla, revienta la instalación o se prende fuego todo. Si esto sirve para algo, es para que la gente escuche y prevenga. Es muy triste. Vamos a tener que trabajar mucho tiempo adecuando todo lo que pide Edenor para restablecer el servicio”, sostuvo.
Por su parte, Miguel Groisman, administrador del edificio, dijo que ya se determinó que hasta el quinto piso no hubo afectaciones, pero que las cocinas de todo el complejo de viviendas son muy antiguas y no cuentan con todos los elementos de seguridad necesarios. “Se está revisando la estructura del edificio y ya están trabajando el gasista y el electricista. Esperamos que en breve los vecinos puedan volver, pero no van a ser ni un día ni dos”, admitió.
Una fuente que solicitó que su identidad fuera resguardada recordó que el año pasado ya se habían advertido problemas en alguno de los tomacorrientes del edificio, pero que no fueron reparados.
Desde Edenor, comentaron que en casos como este, generalmente son los bomberos quienes intervienen en primer lugar, y, como están capacitados para cortar la energía y dada la urgencia con la que deben actuar, lo suelen hacer directamente sin solicitarlo a Edenor. Luego, la empresa envía una nota a la administración del edificio para que los propietarios de cada unidad certifiquen con un electricista matriculado que la instalación está en condiciones de recuperar el servicio. “Una vez que recibimos esas certificaciones, se restablece el servicio casi inmediatamente. En este caso, entregamos la nota el viernes y todavía nadie solicitó el restablecimiento”, explicaron.
De acuerdo al primer peritaje realizado por la Oficina Investigación de Incendios y Explosiones del Cuerpo de Bomberos de la Ciudad, el incendio se habría iniciado en el living de la vivienda como consecuencia de la sobrecarga de baterías de litio de dos monopatines eléctricos. “La causa del incendio está relacionada con la súbita reacción térmica de baterías de litio pertenecientes a un monopatín eléctrico, inducida presuntamente por una sobrecarga o descargas excesivas, golpes en celdas o bien, exposición a fuentes de calor, cuyo potencial térmico se transmitiera a los elementos con capacidad de arder, dando lugar a lo ocurrido”, se detalla en la pericia inicial.
Con respecto a la instalación de gas, voceros de Metrogas comentaron que el fin de semana pasado se realizaron las pruebas para determinar si se puede restablecer el servicio en el edificio. “Se chequeó la prolongación y como había una pérdida, el servicio quedó cortado por razones de seguridad. A ello se suma que ya se había clausurado la sala de medidores por no estar adecuada a la reglamentación vigente. Este corte afecta a todos los departamentos. Lo que tiene que hacer el consorcio es contratar a un gasista matriculado que solucione y ponga en regla ambas cosas y, una vez realizados estos trabajos, pedir inspección para que vayamos nosotros. Si está todo en regla se rehabilita el servicio. En este tiempo entre que les dejamos el formulario con el corte y qué hay que hacer y la finalización de la obra por parte del matriculado Metrogas no puede hacer nada”, sostuvieron.
Ricardo Gasparini es el gasista matriculado que ya está trabajando en la revisión de cada unidad, en la sala de gas y en las instalaciones del edificio. “Hay que hacer un mantenimiento general tanto en la luz como en el gas. El inconveniente que hubo acá es porque hay una negligencia en las instalaciones eléctricas y eso es lo que afectó a las líneas que son las originales del edificio. La gente, a veces, pone artefactos de calefacción en zapatillas que son de origen económico, de una calidad que no son autoextinguibles, sobrecargan las líneas y a veces los cables se prenden fuego. Los artefactos no se pueden enchufar en zapatillas o prolongadores, tienen que ser tomas”, comentó.
El último parte médico fue difundido ayer por la tarde por el Ministerio de Salud porteño. En él se informó que ya no quedaban pacientes hospitalizados en el sistema público porteño ya que de los 31 pacientes que habían llegado el jueves por la mañana a seis hospitales de la Ciudad, 19 fueron dados de alta en buen estado y recuperados, siete fueron derivados a clínicas privadas en estados estables y cinco fallecieron.
Isaac Jabbaz, de 55 años, esposo y padre de las víctimas, continúa internado en el Sanatorio Anchorena de la localidad de San Martín.
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