El caos de volver a casa: largas filas en las paradas de colectivos, indignación y desesperación, los efectos del paro de trenes
En la provincia y en la ciudad, se registraron complicaciones durante toda la jornada; fuertes quejas de pasajeros
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¿A qué hora tengo que salir a mi casa para ir a trabajar? ¿A las cuatro de la madrugada?”, se indignaba esta mañana Rosario Uceda, vecina de Barrio Parque, en Moreno, mientras veía las largas filas que había en las paradas de colectivos como consecuencia del paro del gremio ferroviario La Fraternidad, que afecta a más de un millón de usuarios de trenes, que hoy deben buscar otras formas para llegar a sus lugares de trabajo, a turnos médicos, y cumplir con otras obligaciones. La situación se volvió caótica también alrededor de las 18 en pleno regreso de los trabajadores a sus hogares.
Uceda atiende un local de ropa en la avenida Avellaneda. Y se la sentía resignada. Para ella, según contó, es habitual llegar tarde a su trabajo por las fallas y demoras habituales del tren Sarmiento. Ya no sabe qué más decirle a su jefe. “Un día normal, puedo tardar una hora o casi una hora y media hasta Floresta porque siempre pasa algo, y ahora encima esto. Yo dejé un justificativo en mi trabajo, pero las cosas no tienen por qué ser así”, expresó resignada, mientras esperaba que llegara un colectivo, cerca de una vacía estación de trenes de Moreno el Sarmiento.
De hecho, algunos pasajeros –desconocidos entre sí– se recomendaban qué líneas de colectivos les eran más útiles para “agilizar los tiempos” y llegar cuanto antes a sus trabajos, algo que parecía casi una misión imposible.
Flavia Lezcano, vendedora de un local en Liniers y vecina de Moreno, de 31 años, llevaba cerca de 40 minutos esperando el colectivo. “No tendríamos que estar pagando el precio por otras personas. Somos todos ‘laburantes’ y esto nos afecta muchísimo”, comentó con un fuerte enojo.
Lezcano viaja en el tren Sarmiento todas las mañanas –tramo que le lleva 30 minutos– para luego tomar otro colectivo y llegar a su trabajo. Con las demoras de hoy, estimó que su viaje le llevaría el doble de tiempo.
Raúl Rizzo, de 53 años, es empleado de una fábrica metalúrgica en Morón y vecino de La Reja. A las 7.30 debió haber estado cerca de su trabajo. Sin embargo, la fila en la que se encontraba para tomar el colectivo no avanzaba hacía media hora, por lo que preveía que iba a arribar dos horas más tarde a su destino.
“Todos están en la misma y nadie quiere que se le achique el bolsillo. Nos molesta a todos”, opinó apenado sobre el paro.
Por los fuertes aumentos en materia de transporte, Rizzo señaló que “hay que pelear cómo se puede” y que ve el panorama “muy complejo”.
“Es una consecuencia de las malas políticas que se están tomando y la falta de empatía que tiene este gobierno, por lo que afecta a todos los trabajadores. Cualquier tipo de trabajo está afectado por los aumentos y lo más preocupante es que los sueldos quedaron muy congelados en comparación de todo lo que se viene”, comentó respecto al paro una vecina de General Rodríguez que trabaja en el Centro Regional de Hemoterapia de Tres de Febrero y que pidió resguardar su identidad.
En un día habitual, tiene que pagar dos el boleto de colectivos y dos de trenes para ir y volver de su trabajo. Hoy por la mañana, tras 20 minutos de espera, calculó que, por los fuertes aumentos del transporte público de los últimos meses, pasó de gastar $5000 por mes a $40.000 en tarjeta SUBE.
En la Capital también se registraban largas filas para tomar colectivos. En la parada del 98, en Constitución, esperaba Natalia Palou. “Soy de Quilmes y tengo que ir a La Plata a hacerme un estudio. Hace cuatro meses que pedí el estudio. Tengo turno a las 11.45. No lo puedo perder porque me lo van a dar en cuatro meses más”, se indignó.
También en Constitución, Graciela Aquino esperaba el 51 rumbo a Ezeiza. Había venido a la escuela de Barracas donde asiste su hija para participar de una reunión. Ahora tenía una hora y media de viaje; con el tren se hubiera ahorrado 40 minutos.
El regreso a casa
Ya para las 17, en la vuelta a casa, las paradas de los colectivos registraban largas filas, algunas de hasta dos cuadras. En las inmediaciones de la Estación de Once, estaba esperando el colectivo María Fernández, que trabaja en Chacarita, pero vive en Marcos Paz, y es un pasajera que a diario toma el tren Sarmiento. “Es mucho más tiempo y mucho más gasto. Tardo por lo menos tres horas y no sé hace cuánto estoy esperando. Seguro tendré que esperar el colectivo por lo menos otra media hora. No sabía que había paro hoy, sino hubiera intentado llegar a mi casa de otra manera”, planteó.
Yolanda Ocampo estaba en la parada de 57. Había salido de trabajar y buscaba volver a su casa en Castelar. “Seguro llego a las 22 o a las 23. Me tengo que tomar el 57, el 502 y otro más hasta mi casa. Hoy salí a las 4.30 de mi casa. Tenía que llegar a las 8 y llegue mucho más tarde”, contó el efecto que tuvo el paro en su caso.
“Me afectó muchísimo el paro. Hay que viajar más tiempo si tenés que tomar colectivo. Así, llegás más tarde a tu casa y descansás menos”, señaló Raymundo Boniel.
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